Las hormigas también se rebelan

Por Tdi @RLIBlog
Los humanos no son los mismos animales que tratan con la esclavitud. Algunas especies de hormigas secuestran a otras para que trabajen para sus nuevos dueños. Estas hormigas esclavizadoras, como la Protomognathus americanus, realizan violentas incursiones en los hormigueros de otras especies, matando a todos los adultos y llevándose a las larvas.
Cuando las larvas maduran, adquieren el olor de sus secuestradores y se convierten en siervos de la reina esclavizadora. Realizan los trabajos de mantenimiento de la colonia y mantenimiento de las larvas, aunque son de otra especie; incluso participan en las incursiones a otros hormigueros. Pero como todos los traficantes de esclavos, P. americanus debe hacer frente a las rebeliones.
Algunas de sus víctimas (hormigas del género Temnothorax) se rebelan contra sus captores asesinando a sus larvas. Alexandra Achenbach y Susanne Foitzik del Ludwig Maximillians de la Universidad de Munich descubrió que algunas de las obreras secuestradas no se inclinaban ante su nueva reina. Una vez que maduran, comienzan a matar las crisálidas de sus captores, destruyendo hasta dos tercios de la descendencia de la colonia.
Las hormigas que son señaladas por las esclavizadoras realizan grandes golpes a sus colonias y están bajo una intensa presión para resistir a estos merodeadores. Pero generalmente las defensas actúan antes de que se completen con éxito los ataques. Esto implica mejores técnicas de lucha, tiempos de reacción más rápido cuando se localiza al enemigo, fugas más veloces, entre otras cosas.
Algunos científicos sugieren que este tipo de estrategias serían imposibles de desarrollar porque las obreras esclavizadas caerían en una trampa evolutiva. Lejos de su colonia y estériles, no hay manera de incrementar su éxito reproductivo. Pero Achenbach y Foitzik han rechazado esta idea - su conclusión es que al realizar asesinatos en su nuevo hogar, reduce el número de esclavizadoras y su habilidad para realizar ataques. Protegen el futuro de sus semejantes.
Achenbach y Foitzik recogieron 88 colonias de hormigas esclavizadoras P. americanus que habían secuestrado obreras de tres especies de Temnothorax. Descubrieron que las obreras cuidaban de las larvas, y casi todas eran criadas hasta que se convertían en pupa. Pero en ese punto, el comportamiento de las esclavas cambiaba drásticamente, tomando un giro más "homicida".
Dos tercios de las pupas murieron antes de nacer. El rango de mortalidad fue aún mayor (83%) para las que contenían reinas, pero muy inferior para aquellas que contenían machos (3%). Ambos científicos vieron que las cautivas mataban deliberadamente a pupas sanas. En el 30% de los casos, como en la foto, las obreras se confabulaban para sacar a las hormigas en desarrollo. Otro 53% era asesinada por abandono, por obreras que se la llevaban fuera de la cámara de cría.
En estos asesinatos solo había esclavos. Ninguna obrera P. americanus atacó a sus propias crisálidas. Tampoco es un comportamiento normal de las obreras Temnothorax. En sus propias colonias, la mayoría de las pupas eclosionan, muriendo solo un  3-10% tras eso.
Esta rebelión pasa factura y explica porque las colonias de P. americanus tienden a ser muy pequeñas. Las cautivas puede que no se reproduzcan nunca, pero ayudan a sus semejantes debilitando la fuerza de trabajo de las esclavizadoras. Este beneficio indirecto son especialmente pertinentes para las hormigas Temnothorax, ya que una sola colonia puede ocupar distintos hormigueros - una familia de hormigas se disemina por una gran zona. Si un hormiguero es atacado, eso asegura que los demás no seguirán el mismo camino.
Otras especies usan estrategias similares para rechazar los intentos de los parásitos para usurpar sus esfuerzos parentales. Por ejemplo, los cucos de todo el mundo intentan dejar huevos con un relativo parecido a los huevos de otras aves, en un intento de convertirlos en sus padres adoptivos. El huésped desarrolla unas mejores técnicas de reconocimiento y los cucos desarrollan unos huevos más difíciles de distinguir. En Australia, esta carrera armamentística ha llegado al punto en el que el maluro soberbio (Malurus cyaneus) ha adoptado una estrategia diferente: ignora el huevo y reconoce a la joven ave, matándola cuando es un cuco.
De momento, P. americanus está perdiendo su carrera armamentística. Pero es un viejo parásito con una larga historia con Temnothorax. Achenbach y Foitzik creen que las esclavas rebeldes son una contra-medida reciente contra el problema de la esclavitud y el ímpetu para desarrollar una resistencia se encuentra en las esclavizadoras. Necesitan desarrollar una contra-adaptación para prevenir que su descendencia muera en las mandíbulas de sus cautivas. La guerra aún no ha acabado.
Fuente: Not exactly rocket science