CUIDADO, SPOILERS DE LA PRIMERA TEMPORADA
Tuve serias dudas con Preacher, durante la primera temporada hubo varios momentos en los que a punto estuve de abandonarla pero siempre había una escena, un momento, una frase, una sensación que me obligaba a continuar.
La adaptación televisiva del cómic de Garth Ennis y Steve Dillon se centra en Jesse Custer (Dominic Cooper), un predicador sin fe que busca su camino en un mundo que no anda sobrado de esperanza. La llegada a Annville de su ex-novia, Tulip (Ruth Negga nunca ha sido más magnética) y de Cassidy (Joe Gilgun), un vampiro irlandés amante de la bebida y las drogas, imposibilita su conversión en un hombre de fe, en un pilar de la comunidad. Jesse quiere reformarse pero el destino se empeña en desviarlo de ese camino. Cuando la entidad Génesis, un ser todopoderoso nacido de la unión entre un ángel y un demonio, le proporciona el poder de que su voz sea obedecida -como si de Killgrave se tratase- su proceso de redención da un vuelco.
La serie nos presenta un mundo donde ángeles y vampiros campan a sus anchas entre humanos, un mundo sin fe ni misericordia y que, sin saberlo, ha perdido a su Dios. Como buena serie de AMC el nivel de producción de Preacher es de calidad, hay violencia explícita, humor negro, sexo y mierda, mucha mierda.
Ahora que sabemos que la temporada no era más que un largo prólogo para el viaje de los tres protagonistas en busca de Dios, podemos ser más permisivos con esa inconsistencia narrativa que tanto daño hizo a algunos episodios. Esperemos que la nueva entrega corrija esos errores de base.
Borrón y cuenta nueva
Creo que la decisión de borrar Annville del mapa puede resultar contraproducente para la serie y cabrear a los seguidores de la historia. Annville es la ciudad donde los tres personajes principales confluyen, un espacio donde enmarcarlos para que el público pueda llegar a conocerlos. La destrucción del lugar y la muerte de todos sus habitantes es un golpe bajo para el espectador que durante diez capítulos se ha dejado seducir por sus gentes y por la opresión malsana de una ciudad plagada de miseria humana y mierda de vaca.