La Cruz aparece reseñada en el más antiguo inventario que se conserva de la Hermandad de la Divina Pastora, el de 1807donde entre los distintos bienes materiales de la corporación se describe una cruz antigua de madera dorada con vara de plata para el Rosario. Esta vara de cañoneras de plata es la que actualmente posee la rica cruz de guía de plata de ley que se estrenaría para los rosarios de gala en 1816. A la cruz de madera se le colocó entonces otra vara de madera con estética decimonónica con la que llegó hasta nuestros días.
Como el resto de insignias de la hermandad pastoreña, se ha guardado siempre en la Parroquia de Cantillana, donde se encontraba, tras varias décadas en desuso por su lamentable estado de conservación, en el desván de la sacristía. Tras las obras de restauración del templo en 1990, paso a otras dependencias de la hermandad hasta que en el año 2000, gracias a la iniciativa de varios jóvenes de la hermandad se decide restaurarla para devolverla al uso y culto.
La minuciosa restauración fue llevada a cabo por el pastoreño y licenciado en Bellas Artes Jesús Morejón Pazos, bajo el seguimiento de quien escribe, y con la colaboración del ebanista cantillanero Antonio Payan Calero, que talló en cedro las piezas que faltaban y le realizó una nueva vara.
Tras el complejo proceso de consolidación, limpieza y reposición, la pieza recobró su antiguo esplendor y volvió a utilizarse en el rosario de las vísperas de la romería de 2001. Desde entonces abre y guía los rosarios públicos de la Divina Pastora que no son de gala, como el de la aurora y los dos de la romería.
Es curioso como en estas tres humildes piezas, que pasan casi desapercibidas para la mayoría, se hayan encerrados mucha más historia y empaque que incluso en imágenes y enseres posteriores, muy conocidos o publicitados y a los que, a toda costa, se les pretende dotar de una falsa antigüedad. Esta vieja Cruz del rosario pastoreño, por sí sola, con casi tres siglos a sus espaldas, es testimonio histórico más que elocuente, sin necesidad de fantasear, del origen común y de la raíz compartida de las manifestaciones festivas de fervor mariano de las que hoy tanto se enorgullece este pueblo. Quien quiera remontarse a los verdaderos orígenes que siga a esta Cruz, lo guiará a la parroquia, junto al Simpecado egregio y a la portentosa imagen de la Divina Pastora. Todo lo demás vino después.