Escuchar (en este caso leer) historias de la Galicia más profunda tiene algo de adictivo, siempre lo ha tenido, sólo así puede explicarse que de vez en cuando vea la luz una novela como ésta, o que una autora como Cristina Sánchez-Andrade sea capaz de poner, negro sobre blanco, tantas confidencias como habrá oído contar a las mujeres gallegas.
Que aquella es una tierra mágica ya nadie lo duda, y que hay que tener una mirada muy bien educada para saber transmitirnos sus historias, tampoco, y ahí es donde está el mérito de esta autora, en haber sabido ofrecer al lector un ambiente que primero se llena de brumas, las mismas que percibirían los habitantes de Tierra de Chá cuando llegaron las hermanas Inviernas, pero que luego poco a poco se va disipando dejándonos ante los ojos simplemente a un grupo de seres humanos que tratan de sobrevivir con sus peculiaridades: uno con el tardío abandono de la lactancia materna, otros con el afán por reconstruir dientes y alterar identidades sexuales, otra dispuesta a no morirse hasta que no se le devuelva una de sus posesiones más preciadas, su cerebro, y el abuelo de las hermanas obsesionado con la práctica de la ciencia y la experimentación más pedestre.
Las Inviernas; Cristina Sánchez-Andrade
Anagrama, Barcelona 2014. 246 páginas.(Revista Letras de Parnaso, Núm. 45 Junio 2016)