Miles de activistas –fundamentalmente mujeres- están moviendo hilos, haciendo llamadas y preparando pancartas para el próximo 13 de febrero cuando, con epicentro en Roma, una manifestación nacional le dirá 'Basta' a Silvio Berlusconi y a la degradación política y moral en la que sumió a Italia.
Las resistencias comenzaron hace aproximadamente dos años, pero en los últimos meses se intensificaron notablemente. Son lideradas fundamentalmente por organizaciones de la sociedad civil y grupos feministas, aunque en las últimas semanas comenzaron a sumarse partidos políticos y se volvió más activo el compromiso de los medios de comunicación.
El 18 de enero, un grupo de mujeres del Partido Democrático (PD) publicaron la carta 'Señor Presidente, libre a Italia de esta vergüenza' en la que se refieren a la falta de respeto del primer ministro por las mujeres italianas: 'Lo que estamos presenciando excede todos los límites, es una decadencia de las costumbres y la moral pública, a la cual lamentablemente nos han habituado, y que hoy se precipita al extremo de la prostitución infantil'. A la vez, el Secretario General del PD, Pierluigi Bersani, acaba de anunciar que el partido se hará presente en la manifestación del 13 de febrero en Roma.
La directora del diario L’Unitá, Concita Di Gregorio, publicó el pasado 18 de enero un editorial llamado 'Las otras mujeres' que ya recibió decenas de miles de apoyos, en el que dice: 'Sé con certeza que la mayoría de las mujeres italianas no está en línea para el Bunga Bunga. Soy conciente de que la prostitución -como una forma de emancipación de la miseria, e incluso como un medio para acceder a deseos efímeros- es una elección de una minoría, si es que se la puede llamar elección. Por eso, es a las otras mujeres a las que me refiero. Hace dos años que lo hago, pero ahora es tiempo de responder en voz alta: ¿Dónde están, niñas? Madres, abuelas, hijas, sobrinas, ¿dónde están? De izquierda o de derecha, pobres o ricas, del Norte o del Sur, mujeres hijas de un tiempo al que otras mujeres, antes que ustedes, hicieron libre y rico en igualdad de oportunidades, ¿dónde están?'.
Unos días después, el pasado sábado 29, más de diez mil mujeres y hombres se concentraron en la Plaza de la Scala de Milán bajo la consigna 'Recuperar la dignidad' y con atuendos o accesorios blancos. En las pancartas podía leerse 'No quiero pasar por Arcore [la mansión donde Silvio Berlusconi convoca a fiestas sexuales] para hacer política', 'Italia no es un prostíbulo' y 'República fundada sobre la prostitución'. Berlusconi: la exacerbación de la misoginia
Los reclamos sobre los abusos sexuales del primer ministro, y sobre el cambio cultural y político de Italia a partir de la instalación de un modelo neoliberal machista y denigrante hacia las mujeres, no son nuevos. Pero la copa se colmó con las últimas acusaciones hechas por la Fiscalía de Milán sobre fiestas sexuales con menores de edad y la utilización de la política como instrumento de pago por el sexo obtenido.
A Berlusconi se lo acusa de haber entronizado un modelo basado en el uso del cuerpo femenino, la demonización de la fealdad (o la sobrevaloración de la belleza) y la subordinación de las mujeres. Para los varones la propuesta fue emular al primer ministro: pagar por sexo, abusar de las mujeres y no tolerar disidencias.
'Los escándalos sexuales de estos últimos días son sólo los últimos de una serie desmesurada. (…) Una demanda más que legítima surge en este momento: ¿Quién gobierna Italia mientras el jefe de gobierno y todos sus ministros están empeñados en cubrir las malas acciones de quien ni siquiera es capaz de comprar la credibilidad pública? –se preguntan las Mujeres Pensantes en su reclamo de dimisión al Primer Ministro -. La incapacidad de gobernar de Berlusconi es tal que ya minó la credibilidad internacional de nuestro país: brilla a través de su completa falta de sentido del Estado, la gestión personalista de los asuntos públicos, sus repetidas metidas de pata, y las numerosas acusaciones que tiene como el concurso de extorsión a la mafia y la incitación a la prostitución de menores.'
La inmoralidad de Berlusconi no aparece sólo en sus conductas personales con las mujeres. De su cosmovisión misógina del mundo hizo una cultura política que extendió al Estado como jefe de gobierno y a gran parte de la cultura a través de los canales de televisión de su propiedad. El reclamo que se le hace es por haber transformado a Italia, en sus últimos ocho años de gobierno, en un país en el que el sexo es casi la única herramienta de ascenso político y social para las mujeres, donde ya no existe la meritocracia y mucho menos valores como la honestidad o la decencia, y en el que muchas mujeres ostentan cargos en los tres poderes del Estado por los favores sexuales que ofrecieron. De la mano de esta denigración pública y explotación del cuerpo femenino, la principal causa de muerte en Italia para las mujeres es la violencia de género, es uno de los primeros países en el mundo en consumo de pornografia y trata con fines de explotación sexual, una de cada dos mujeres no trabaja y, cuando tienen a su primer hijo, una de tres abandona el mercado porque no hay guarderías y es mejor que salgan los varones ya que ganan mejor.
Otros indicadores del machismo italiano son señalados en un artículo reciente del diario El País, De España, Las curvas antes que el currículo en el que se dice que, según una encuesta de Eurobarómetro del 2008 'los italianos se sentirían menos cómodos con una primera ministra y el 80% de la población piensa que el hijo sufre si la madre trabaja mientras el pequeño no va al cole'. En la misma nota, la economista de la Universidad de Turín Daniela Delboca afirma: 'Son problemas institucionales y culturales: llevamos 20 años sin políticas serias de conciliación e igualdad y la gente no acepta la efectiva emancipación, en el hogar y en el empleo'.
¿Y los hombres dónde están?
Italia debe hoy a sus mujeres el liderazgo de las manifestaciones contra las conductas inmorales del primer ministro. Si bien los varones acompañan, no están mostrando activamente su rechazo a los gestos y a la política de Berlusconi.
En la cobertura de la marcha del pasado 29 en Milán, Lidia Ravera se dirige directamente a los varones en una columna en la página 3 del diario L’Unitá –del 30 de enero- llamada 'Silencio masculino' : 'Ustedes, que no pagaron a las mujeres, que no estuvieron con menores, que prefieren la calidad a la cantidad, que voluntariamente sumieron el riesgo de relaciones paritarias, que no consideran hacer del sexo una práctica divorciada del amor, de la ternura, de la seducción, ustedes que no son putanieros, por favor, digan algo!'.
Otra periodista del mismo diario, Mila Spicoli, publicó el lunes 31 un artículo llamado 'Las mujeres lo destruirán: la venganza del culo' en el que analiza la responsabilidad de los varones en lo que está sucediendo. '¿Cuántos hombres dicen que el comportamiento del primer ministro ha ofendido a su dignidad? Que ellos son diferentes? –se pregunta- La sospecha es son unos pocos. (…) Un colega español me escribió ‘más que un país de prostitutas y proxenetas Italia es un país de los fornicarios’. ¿A cuántos hombres italianos esta declaración los hizo indignar como a mí? ¿Cuántos, en el fondo, se sienten orgullosos? Creo que el comportamiento sexual de ‘adictos’ es difuso en los ambientes de poder y no es privilegio de un solo partido político.'
Spicoli concluye citando un proverbio: 'Todo hombre es lo que come y el medio ambiente en que vive. La revolución quizá se esté haciendo en la cocina, la están haciendo las mujeres, pero después la deben comer todos, a la luz del sol'.
Por Sandra ChaherFuente: Artemisa Noticias