A menudo se habla de la apatía juvenil con respecto a la política; sin embargo, se omite que la exclusión de los jóvenes de este ámbito se debe, principalmente, a dos causas. Una, que en la política se aprecia la experiencia, la trayectoria y la formalidad, valores asociados al ethos adulto y, dos, que las reglas institucionales incluyen requisitos de edad mínima para acceder a determinados cargos –en algunos casos aún cuando éstos sean electos-.
A modo de ejemplo y según los datos del informe Participación Joven en Parlamentos Nacionales 2016 de La Unión Interparlamentaria[1], las personas de entre 20 y 44 años representan el 57% de la población mundial en edad de votar, pero sólo constituyen el 26% de los parlamentarios del mundo. Mientras, los jóvenes menores de 30 años representan tan sólo el 1,9% de los congresistas del globo y más del 80% de las cámaras superiores del Parlamento no tienen diputados menores de 30 años. Del mismo modo que la participación política de las mujeres beneficia a la sociedad en su conjunto, la presencia de jóvenes en puestos de toma de decisiones beneficia a todos los ciudadanos, no sólo a los jóvenes.
El relevo de generaciones trae aparejadas luchas de poder en las que los jóvenes llevan las de perder. Sin embargo, desde el 2013, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo comenzó a abocarse a la participación y representación política de los jóvenes. No sólo el hecho de ser jóvenes es suficiente; muchas veces los vínculos familiares operan como trampolín político en partidos tradicionales. A continuación esbozaremos brevemente a los distintos jóvenes menores de 45 años que conforman proyectos progresistas en la región.
El ámbito destacado para la participación juvenil en América Latina es la educación: el análisis de las distintas trayectorias arroja que la lucha por la defensa de los derechos de los y las estudiantes constituye, en muchos casos, la primer experiencia política y se convierte en un trampolín para la política nacional. En cuanto a los orígenes, las trayectorias son disímiles. Provienen de distintas militancias, organizaciones territoriales, partidos independientes, agrupaciones feministas, brazos juveniles de partidos políticos nacionales, etc. También encontramos la afiliación política familiar como detonante temprano de las inquietudes que les llevaron a la militancia.
Tienen en común haber canalizado la rebeldía en gestión y organización colectiva, y superar cada obstáculo y prejuicio para convertirse en los herederos de la nueva política latinoamericana. A continuación les dejo el link con un breve resumen de las jóvenes promesas del progresismo latinoamericano de acuerdo al Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG).