En total pudimos observar 6 o 7 machos, todos de la subespecie iberiae. En un punto concreto localizamos tres de ellos juntos.
Los machos iban y venían de sus posaderos, ubicados en cualquier lugar que destacase sobre el entorno: carteles, cables, balaos de hierba...
La naturaleza no ha dotado precisamente a nuestra lavandera de un canto irresistible (aunque desconozco si una hembra de boyera pensará igual que yo...) por eso cada macho intenta atraer a su compañera de otras formas. Por ejemplo, a lo pecholobo mostrando el intenso amarillo de sus partes inferiores, estas sí, muy bonitas.
En cualquier caso, sera la hembra la que se haga cargo del somero nido, que construye en el suelo en unos pocos días. Las puestas se efectúan en los primeros días de mayo, y en algo menos de un mes la primera pollada estará lista para salir al mundo.