Entre ellas volví a distinguir algún macho de la subespecie inglesa flavissima, muy amarillo él.
Y también alguna hembra, reconocible por la marcada ceja de color amarillo, con el plumaje de las partes inferiores algo más apagado.
Algún ejemplar parecía ser de la subespecie continental flava, ya que carecía por completo de garganta blanca, siendo ésta de un tono amarillento, y con ceja muy marcada y blanca.
Y también observé algún macho de la subespecie iberiae, con la garganta blanca. Esta subespecie no es exclusiva de la Península Ibérica, sino que prolonga su área de distribución por la costa atlántica francesa, hasta llegar a una zona de contacto e hibridación con la subs. flava.