En el mundo existen casi 7.000 lenguas. De esas 7.000 lenguas, 4.000 son lenguas indígenas, y el dato más desalentador es que de todas ellas se calcula que el 95% podrían desaparecer en menos de 100 años. Dado el alto peligro de extinción de todo este patrimonio, las Naciones Unidas han declarado este año 2019 como el Año Internacional de las Lenguas Indígenas.
El lenguaje por definición, es la herramienta que nos permite comunicarnos con el mundo, pero es mucho más que eso. El lenguaje es un instrumento educativo, de integración y desarrollo. Refleja la identidad de una comunidad, y condiciona la manera de percibir el mundo, la historia, la memoria y las tradiciones. A través de él participamos en la vida de la comunidad y nos empodera, entre otras muchas cosas.
Las 4000 lenguas que pertenecen a pueblos indígenas suponen una cifra enorme si tenemos en cuenta que más de un cuarto de la población mundial habla como lengua materna uno de los tres idiomas mayoritarios, que son el chino, el español y el inglés. Y en general, quienes estamos leyendo este artículo, y los hablantes de las lenguas mayoritarias, vivimos la experiencia comunicativa sin limitaciones ni prejuicios, pero esta no es la experiencia que viven todas las comunidades.
Existen muchas lenguas que son usadas por muy pocas personas. Son 1000 los idiomas en el mundo que cuentan con entre 100 y 1000 hablantes, más de 300 lenguas son habladas por un grupo entre 10 y 100 personas. Y 114 tienen menos de 10 hablantes en el mundo.
La mayoría de las lenguas en el mundo son creadas y habladas por pueblos indígenas. Pero muchas lenguas indígenas están desapareciendo a ritmos escandalosos, porque estas comunidades se enfrentan a la absorción de otras culturas, a la reubicación forzada, a desventajas educativas, a la pobreza, al analfabetismo, a las migraciones, a la discriminación y a otras violaciones de los derechos humanos.
Los complejos sistemas de conocimiento y cultura quedan registrados y expresados a través de las lenguas indígenas durante miles de años, por lo que su pérdida supondría una tragedia cultural, que nos privaría de la contribución de estas culturas al conocimiento del mundo.
Este patrimonio que ayuda a construir la idiosincrasia y la identidad de los pueblos, a pesar de su inmenso valor, parece condenado a extinguirse. Por eso la ONU ha declarado este año el Año Internacional de las Lenguas Indígenas, con la determinación de dar visibilidad a esta tendencia de pérdida cultural, e impulsar medidas para revitalizarlas y promoverlas.