El autorJavier Cercas (Ibahernando, Cáceres, 1962) saltó a la fama literaria con "Soldados de Salamina" (2001); fama literaria que se convirtió en mediática cuando David Trueba llevó la novela a la pantalla al año siguiente en una película de mismo título. Tras esta narración motivada por un episodio sucedido al final de la guerra civil -un soldado republicano no disparó contra el falangista Rafael Sánchez Mazas dejándolo escapar- publicaría otras de temática bien distinta, entre las que están, además de "Las leyes de la frontera" publicada en 2012, "La velocidad de la luz" (2005), "Anatomía de un instante" (2009), y "El impostor" aparecida en 2015, tres años después de la que acabo de leer. Constituyen estas cuatro novelas un paréntesis en la temática guerracivilista que Cercas no volvería a tocar hasta el año 2017 con "El monarca de las sombras" reseñada por mí en este blog hace algo más de tres años [accede a la reseña aquí].
La novela
El párrafo anterior, quizás algo farragoso, considero que era necesario para entender adecuadamente "Las leyes de la frontera", novela en la que un personaje, del que no sabemos su nombre pero que bien podríamos identificar con el propio autor, realiza indagaciones para un libro que piensa escribir sobre un famoso delincuente juvenil de la segunda parte de la década de los años 70 e inicios de los 80 del siglo pasado. Las entrevistas las realiza en 2008, treinta años después de sucedidos los hechos principales en verano de 1978.
La acción transcurre en Gerona que en 1978 es una ciudad provinciana en la que cruzar el río Ter y el Onyar que la bañan era como si cruzase la frontera azul, la frontera entre el bien y el mal y entre la justicia y la injusticia. Cosa que si se para a pensarla tenía su parte de verdad, ¿no le parece? -le dice el abogado de éxito Ignacio Cañas (el Gafitas para los de la basca del Zarco) a su entrevistador.
La novela tiene dos partes. La primera sucede durante los meses de verano de 1978. Ignacio Cañas es un buen chico que en el Colegiode los Maristas donde estudia obtiene buenos resultados pero que sufre bullying por parte de Narciso Batista, un compañero hijo del presidente de la Diputación y jefe en la misma de su padre. El acoso y los abusos los sufre Ignacio en silencio pues contarlos a padres o educadores no es propio de un adolescente. Sin amigos, ese verano en los recreativos Vilaró conoce al Zarco y a Tere. Tere le parece guapísima y el Gafitas, apodo que le puso el Zarco a Ignacio nada más verle, se enamora perdidamente de ella. Es por ella por la que decide cruzar la frontera del río Ter y acudir a La Font, un bar en el barrio chino de Gerona, donde se reunía toda esta basca:
"desde finales de los setenta hasta finales de los ochenta habían pululado por España centenares de bascas de chavales suburbiales y desarraigados como la del Zarco" (pág. 166)Se dedican estos chicos a desvalijar chalets vacíos, robar bolsos por el procedimiento del tirón y acto seguido vender lo robado y gastarse lo obtenido en porros y sexo. Nada le es suficiente al Zarco quien a sus secuaces (el Guille, el Gordo, el Tío, el Chino, el Drácula, Lina, Tere y el propio Gafitas) los va metiendo en negocios de más nivel llegando al robo a punta de pistola. Todo va in crescendo. Y todo lo que sube, también baja y eso lo sabían todos. El verano acabará así, volviendo el río Ter y Onyar a actuar de frontera metafórica, de separación entre barrios de charnegos y los otros más integrados en la cultura catalana: "a finales de los setenta la ciudad estaba rodeada por barrios de charnegos: Salt, Pont Major, Germans Sàbat, Vilarroja." Y digo frontera metafórica porque para el adolescente Cañas cruzar el río era como cruzar el Liang Shan Po de la serie televisiva "La frontera azul" que por esos años emitía la televisión en España. Allí -pensaba Cañas- uno o varios ciudadanos honrados hartos de las vejaciones infligidas por el tirano Kao Chiu se unían a los bandoleros honrados de Lin Chung y Hu San-Niang. En un proceso típicamente adolescente él se veía dentro de esa aventura
"¿para qué sirven las historias si no es para identificarse con ellas? Y sobre todo: ¿para qué le sirven a un adolescente?" (pág. 61)Es, pues, la primera parte un auténtico relato de iniciación a la vida adulta por parte de Ignacio Cañas, el Gafitas. Pienso que Javier Cercas podría si lo hubiera deseado haber hecho una novela corta con lo narrado hasta aquí. Es perfecta.
En esta segunda parte a los dos entrevistados de la primera, el propio Gafitas y el inspector Cuenca, que se encargó de la desarticulación de la banda del Zarco, se añade ahora Eduardo Requena, el director de la cárcel donde el delincuente se encuentra ingresado. Además de los testimonios de los tres, complementarios en ocasiones y dispares otras veces, la narración va integrando alusiones a libros aparecidos sobre este delincuente, así como a películas que la trayectoria delicuencial de este presidiario, famoso también por sus múltiples fugas, había suscitado.
Es en esta segunda parte donde las insinuaciones a las películas reales realizadas sobre delincuentes juveniles reales, el Vaquilla y el Torete, por el director José Antonio de la Loma -“Yo, el Vaquilla” (1985), “Perros callejeros” (1977), “Perros callejeros II” (1979), “Los últimos golpes del Vaquilla” (1980). También una novela suya: “El grito de la libertad” (1976)- son más que evidentes. La idea sostenida en estas producciones de que estos delincuentes que habían vivido en la cárcel más años que fuera de ella tenían auténtico miedo de la libertad es recurrente en el relato de Javier Cercas. En "Las leyes de la frontera" el director se llama Bermúdez a quien el Zarco odiaba pues pensaba que, con la saga del Zarco y con las demás películas de jóvenes quinquis protagonizadas por quinquis reales que la siguieron, Bermúdez había conquistado una fortuna y un prestigio de hombre de cine a su costa, y que encima lo había hecho presentándose como una especie de filántropo que solo pretendía redimirlo a él y a otros chavales como él; aseguraba que el altruismo católico de Bermúdez era hipócrita, un recurso estomagante para hacer propaganda de sus películas
Lógicamente al tener entre rejas al Zarco, la historia, además de en los esfuerzos jurídicos y añagazas mediáticas desplegadas por el bufete, cual si de una novela de John Grisham se tratase, para conseguir la puesta en libertad del preso, pasa a centrarse muy mucho en la relación amorosa Tere - Ignacio Cañas. Es una relación sin compromisos establecidos, libre, frase que se repiten una y otra vez ellos dos pero que como todo aquello que se repite tantas veces no lo es tanto.
Muchos asuntos y aspectos de la vida se tocan siquiera de pasada en esta interesante novela. Uno que me parece importante y que es frecuente en la narrativa del cacereño de nacimiento es ese casi constante querer hacerse perdonar sus orígenes no catalanes ante su público. En cierto modo podemos ver reflejado a Cercas en la familia de Ignacio Cañas que vivía en lo que hoy es el barrio de la Devesa y entonces no era nada o casi nada. Allí vivían familias que no eran de la ciudad pero que no se consideraban familias de charnegos y que en todo caso no querían saber nada de los charnegos auténticos o por lo menos de los charnegos pobres, los de Salt, Pont Maior, Germans Sàbat y Vilarroja. Además de pertenecer a la clase media, Cañas sabía hablar catalán y eso era signo diferenciador pues en la diglosia catalana el dominio del idioma es -o, al menos, era- claro mecanismo de poder, sello de integración, y marca de superioridad social.
En los treinta años que transcurren en el relato vemos la evolución de la sociedad catalana. Así Narciso Batista, hijo del falangista presidente de la Diputación de Gerona, pasará de ser el adolescente brutote y abusador a joven empresario modelo para el nacionalismo catalán en el poder, cosa que a su vez transformó al feroz españolista de mi adolescencia en un catalanista feroz (y al Narciso de entonces, en Narcís)
La historia que se cuenta aquí es el envés de la que el escritor de Ibahernando contó en "Anatomía de un instante". Si en la novela de 2009 narró la vida de los artífices de la transición centrándose en el instante en que Tejero entró al hemiciclo del Congreso disparando y sólo tres diputados permanecieron sentados en sus escaños (el presidente Suárez, el vicepresidente Gral Gutiérrez Mellado y Santiago Carrillo), en "Las leyes de la frontera" muestra la transición pero vista desde el lado de los desposeídos y dentro de éstos el mundo de la submarginalidad. Un ámbito donde las familias desestructuradas como la del Zarco eran moneda corriente: "¿Qué familia?, preguntó. No conocí a mi padre, a mi padrastro lo mataron hace años, mis hermanos están en la cárcel, mi madre bastante tiene con buscarse la vida. ¿A eso lo llamas tú una familia?" (pág. 109)"Es un retrato de la ciudad durante el sitio que le montaron las tropas de Napoleón. Cuando lo leí, hace cuarenta años, me entusiasmó; aquello era la hostia: la tragedia total de la guerra, la grandeza de una ciudad entera en armas y defendida por una gente de hierro, el heroísmo del general Álvarez de Castro, un personaje de tamaño mitológico que se niega a entregar a los franceses la ciudad arruinada y muerta de hambre, y que Galdós pinta como el mayor patriota de su siglo." (pág. 23)Y cerca del final el mismo inspector Cuenca, ya jubilado, o sea, con la vida ya gastada, le da su opinión al narrador sobre la misma habida cuenta de que la ha vuelto a leer y ahora su opinión es muy distinta de la de antes
"Me pareció una mierda; más que una novela sobre la guerra me pareció una parodia de una novela sobre la guerra, una cosa cursi, truculenta y pretenciosa ambientada en una ciudad de cartón piedra donde solo vive gente de cartón piedra. Y en cuanto a Álvarez de Castro, dijo también el inspector Cuenca, francamente: es un personaje asqueroso, un psicópata capaz de sacrificar la vida de miles de personas para satisfacer su vanidad patriótica y no entregar a los franceses una ciudad vencida de antemano" (pág. 332)Este cambio de opinión sobre la resistencia de Gerona al asedio al que la sometió el Ejército francés durante siete meses durante el año 1809 es revelador del cambio de enfoque que una sociedad puede tener sobre su propia historia. El mismo Javier Cercas ha protagonizado no hace más que cinco o seis semanas una enconada discusión sobre la figura del novelista canario del que este año se conmemora el Centenario de su muerte. Al ninguneo al que el autor de "Las leyes de la frontera" literariamente lo redujo contestaron, airados, Antonio Muñoz Molina y Almudena Grandes entre otros [para quien le interese dejo aquí el enlace a esta sabrosa polémica]. Ni que decir tiene que yo me posiciono claramente a favor de los argumentos esgrimidos por la Grandes o por Muñoz Molina en su defensa. [Para seguir debidamente toda la polémica es preciso abrir todos los enlaces que aparecen].FinalA mí la novela me ha gustado mucho. Que a uno algo le guste mucho no equivale a comulgar con ruedas de molino, evidentemente. Me ha gustado sobre todo porque el género híbrido al que pertenece el relato está muy bien construido; de las cuatro denominaciones con que al mismo se le nombra entre nosotros creo que el de 'novela metaficcional' le va como anillo al dedo pues en el fondo lo que vemos es una novela haciéndose, el autor nos hace entrar en la factoría de la ficción y deja a la vista los resortes del artefacto. Y eso me encanta. También me ha agradado ese mostrar la dificultad de encontrar la verdad. Todo en la novela es azaroso. ¿Ocurrió efectivamente así? ¿Tal personaje traicionó a tal otro? ¿Estaban enamorados ambos? La duda es central. No hay respuestas contundentes y exactas. El principio de incertidumbre todo lo rige.La peripecia de este grupo de chicos, de esta basca, se acompaña de una serie de temas musicales muy populares en la época -años 70 y 80- tanto de artistas españoles como extranjeros: Las Grecas, Los Chichos, Andrés Calamaro, Los Amaya...; y entre los extranjeros Chet Baker, Dire Straits, Status Quo... Para quien decida leerla creo que escuchar algunas de estas canciones es buen ejercicio para ponerse en situación.Y por último, decir que los derechos de la novela para hacer una película sobre ella los ha adquirido el productor Edmon Roch y este año o a más tardar en 2021 podremos ver la historia en imágenes.