Eso dicen, que las madres somos más eficientes y eficaces, que nos organizamos mejor, priorizamos, simultaneamos tareas, empatizamos, vamos, que tenemos un montón de buenas cualidades agudizadas por la maternidad. No digo yo que yo sea así, que no me quiero meter en berenjenales.
Pero en mi caso será otro día. Ya rendiré el 200% otro día, porque hoy va a ser que no.
No he dormido nada. Esta noche Chiquinina lloraba y lloraba, y aún sigo sin saber qué le pasaba.Parecía dolor de barriga. He dormido a cachos y mal. El deambular por la casa en pijama, de madrugada y en noviembre, no es muy bueno tampoco para la salud. Dolor de garaganta.
Cruzar la ciudad (pequeña, menos mal) con el coche dos veces, porque te has dejado algo en casa, en hora punta. Y dando gracias de que tienes una super-abuela que cuidará de Chiquinina hoy, porque tal y como está qué pena me habría dado dejarla en la guardería.
Conducir al trabajo con niebla, un ojo abierto y el otro cerrado. Llegar a la oficina, sacar un café de la máquina ( el cuarto en seis años porque en realidad no me gusta nada), y tirármelo por encima. Quemarme la mano y salpicarme todo el pantalón.
Me quiero ir a mi casa a dormir. Pero estaré en el trabajo, pensando en Chiquinina.