En resumen, en el interior de la crisálida la oruga se vuelve líquida, aunque no todos los órganos al mismo ritmo. Por ello, podemos pensar que las orugas y las mariposas son dos criaturas distintas que no saben nada la una de la otra, ya que por lógica pensamos que no tiene donde retener la memoria previa a la transformación.
En el 2008, unos investigadores de la Universidad de Georgetown expusieron a las orugas a un olor acre específico mientras le daban un shock de intensidad mediana. Con el tiempo las orugas aprendieron a evitar el olor incluso en ausencia del estímulo desagradable. Después de la metamorfosis en polillas (en este caso), les expusieron al mismo olor y están empezaban a volar.
De alguna manera, aunque se habían vuelto líquido, pudieron mantener esos recuerdos.
Fuente:Now I know