Las mejores y las peores adaptaciones de libros

Publicado el 23 abril 2015 por Proyectorf @Proyectorfant

Leer un libro nuevo es un azar: puede ser aburridísimo y tal vez ni siquiera termines de leerlo o convertirse en una gran aventura y por ende que no quieras separarte de él nunca más. Es que al leer no sólo conocemos y nos enamoramos de un mundo nuevo: nos adueñamos de él y pasa a ser sólo nuestro, imaginado en nuestra mente de una manera única e irrepetible.

Por eso es que adaptar un libro a la pantalla grande puede ser todo un desafío. La elección de los personajes principales, el diseño de los escenarios, la decisión importantísima de qué partes modificar, cuáles dejar tal cual son y qué partes sacar. Al momento de adaptar un libro hay que tener en cuenta todas estas variables y hacerse quizás la pregunta más importante: ¿los fans bancarán la adaptación tanto como bancaron el libro?

La historia del cine nos dejado muy buenas y muy malas adaptaciones. Acá te mostramos algunas:

Allá por el año 1954 se le ocurría a un tal J.R.R. Tolkien quedar en la historia como el padre de la fantasía épica, publicando un librito llamado " El Señor de los Anillos ". ¿Lo conocen? Incluía un rey que había decidido convertirse en montaraz, unos hobbits que bailaban y comían un montón, unos elfos hermosos e inmensamente sabios, un malvado villano con la forma de un ojo de fuego sin párpados y un anillo que los gobernaría a todos, sumiendo a la Tierra Media que habitaban en una eterna oscuridad.

Y casi cincuenta años más tarde, apareció Peter Jackson. Director de películas bizarras como "Muertos de Miedo" y "Mal Gusto", tuvo el buen tino de tomar el libro y llevarlo a la pantalla grande. Después de varias adaptaciones que incluían quitar las eternas descripciones de Tolkien y agregar una historia de amor entre Aragorn y la elfa Arwen, en el año 2001 se estrenó la primera película de la saga, La Comunidad del Anillo. Fue un éxito total de taquilla que permitió a Jackson adaptar los dos siguientes libros de la historia, dando lugar a una de las sagas más épicas y geniales de la historia del cine.

Cuando nos nombran a Los Juegos del Hambre pensamos automáticamente en una Jennifer Lawrence brava y malhumorada, que lleva su arco a todos lados y que no se puede decidir si ama a Peeta o a Gale. Pero antes de que la voluptuosa blonda se convirtiera en Katniss Everdeen, Los Juegos del Hambre aparecieron en forma de libro.

Publicado en el año 2008 y escrito por Suzanne Collins, vino a ser uno más de estos libros mal escritos y poco imaginativos para adolescentes, que cuentan la historia de un futuro distópico en el que un héroe (o heroína) también adolescente es llamado para salvar al mundo de un poder dictatorial y abusivo. Poco jugado, con una prosa pobre y una escritura llana y aburrida, Los Juegos del Hambre no llegó para revolucionar la literatura contemporánea (de hecho, era una copia "naif" del libro japonés Battle Royale que es bastante más brutal).

De todas formas Lionsgate decidió hacer la adaptación de la historia a la pantalla grande y le dio la dirección a Gary Ross, quien se encargó de revivir la saga que hoy es un éxito. La elección de vestuarios y escenografías ayudaron a construir un mundo poco descripto en los libros, y con la utilización de planos cortos y tomas simultáneas desde distintos ángulos, Ross puso énfasis en la sensación de ahogo que tenían los personajes al estar continuamente vigilados. También enfatizó la violencia de la historia (que en los libros resultaba forzada), aunque debió mantener la sangre fuera de la pantalla porque era una película para adolescentes. El resultado fue una película interesante y digna de ver.

La historia del mago con la cicatriz en forma de rayo es ampliamente conocida. Pero sus libros no siempre tuvieron buenas adaptaciones (véase Peores Adaptaciones). Hasta que llegó David Yates (quien se encargará de la dirección del Spin-off de Harry Potter en los próximos años). Este director inglés con algunas películas para televisión dirigidas en su haber, entró en el mundo mágico en la quinta entrega de la saga ( Harry Potter y la Orden del Fénix) y fue como una bocanada de aire fresco para una historia que se estaba ahogando lentamente en un mar de horribles adaptaciones. Y de ahí en adelante las películas fueron buenas. Pero las mejores fueron sin duda, las últimas dos. Si bien las actuaciones podrían haber sido un poco más jugadas, sobre todo los besos entre Harry y Ginny (sus besos eran tan apasionados como si una pareja de primos se hubieran besado en la pantalla grande), o la enfermiza Bellatrix que en la película parece hasta una loca linda, las películas por fin tuvieron el nivel que los fanáticos esperaban. Y hasta se nos escaparon uno o dos lagrimones al final.

Peter Jackson ... ¡¿por qué hiciste algo así?! ¡Eras el elegido! Y la arruinaste.

El Hobbit fue la primer novela escrita por J.R.R. Tolkien y después del éxito recibido por El Señor de los Anillos, era de esperarse que el director quisiera repetirlo adaptando El Hobbit a la pantalla grande. Pero se le fue la mano. Un libro de menos de doscientas páginas lo llevó a tres películas gigantes de tres horas cada una. Si bien se incluyeron personajes que formaban parte de otros textos de Tolkien no terminados y luego publicados por su hijo, como el Simarillion, éstos no lograron completar una trama llena de agujeros. Las películas terminaron siendo aburridas y largas, sobre todo largas.

Antes del exitazo que tuvo Dan Brown con El Código Da Vinci, había publicado Ángeles y Demonios, que si bien era una buena historia, no tuvo demasiada relevancia. Por eso es que este libro, que funciona como precuela del Código, fue llevado a la pantalla grande tres años después de que se estrenara la adaptación de El Código Da Vinc i. Y cuando llegó a la pantalla grande, sorprendió a sus fanáticos para mal.

Cuando se estrenó ya se sabía que la producción encabezada por Ron Howard había tenido muchos problemas para poder filmar la película. Principalmente porque gran parte de la acción tenía lugar en el Vaticano y no les habían otorgado los permisos necesarios para realizar la producción allí. Pero al momento de verla, la parte de Dirección de Arte había realizado un trabajo tan impecable que casi ni se notaba que los personajes no corrían por las calles del Estado Papal. Lo que sí se notó muchísimo fue como cortaron de cuajo el final del libro y ¡le cambiaron completamente el sentido a la historia!. Yo entiendo que las adaptaciones son adaptaciones por una razón, pero lo que le hicieron a esta historia no tiene perdón. De hecho fue tal el rechazo que todavía no se sabe si harán una nueva película basada en El Símbolo Perdido, otro libro del autor.

El mundo se volvió loco de felicidad cuando se enteró, en el año 2001, que por fin se haría la película de Harry Potter, demasiado esperada por sus fanáticos. Claro que nunca se imaginaron que la pondrían en manos de Chris Columbus, el director de Mi Pobre Angelito, quien al parecer, pensó que hacer la primera y la segunda película de la saga del mago era una excusa para revivir al pequeño Kevin McCallister pero con poderes mágicos. ¡Si hasta la música era idéntica! Chris Columbus había sido tocado por la varita mágica (nótese la ironía) y desperdició esta oportunidad única en un océano de planos estáticos, malas actuaciones y pésimas musicalizaciones. También a él le debemos la elección de Daniel Radcliffe como Harry Potter y si bien éste mejoró en las subsiguientes películas, podemos admitir sin duda que sus actuaciones dejaron mucho que desear.

Por suerte después de hacer ambos desastres, Columbus decidió bajarse del proyecto. Y la saga fue rescatada por el ganador del Oscar, Alfonso Cuarón, lo que nos devolvió a los fanáticos la esperanza.