A pesar del notable currículum político de Vicente Herrera, es significativo que el papel que ocupa en este libro la experiencia vivida en ese campo sea menor que la de su otra vida. Apenas tres capítulos se dedican a esos treinta y dos años que transcurren desde 1979 hasta 2011, ni siquiera un quinto de las páginas de este volumen, mientras que al relato de su vida hasta 1979 ―sus cuarenta y tres años primeros― dedica cuatro quintas partes. Vicente Herrera es un hombre culto y eso se nota en cada una de las páginas de este libro. Y un hombre inquieto, apasionado. La mezcla de esos dos rasgos se muestra en algunas de las ocurrencias de su vida, como cuando leyó un diccionario de la A a la Z, el Aristos, de la editorial Sopena, o cuando su afición al cine le convirtió en socio empresarial del cine local. Ni todos los aficionados al cine acaban de empresarios del sector, ni todos los amantes de la lectura se leen un diccionario entero. Ambas son evidencias de que la cultura de Vicente Herrera es la de un hombre de acción. Cultura en movimiento, apasionada, comprometida… que configuran una personalidad casi proteica que le hacen participar en una tuna (la Tuna Miraflores de Alconchel), “fabricar” un modelo propio de televisor (el VIHESI), ejercer la alcaldía de su pueblo durante veinte años, ser uno de los pioneros en Extremadura de la exhumación de restos de represaliados de la guerra civil (el 24 de septiembre de 1981 aprobó el Ayuntamiento de Alconchel una propuesta suya en ese sentido) o coordinar en 2010 una publicación sobre su paisano Francisco Vera, huellas de su vida y su obra. Todo en uno. Por eso, quizás, Vicente Herrera también ha escrito en este libro muchos libros en uno, y todos ellos escritos con solvencia, con emoción y rigor, y con rasgos de humor que añaden atractivo a su lectura. Memorias. Semblanza de una época es, en parte, un libro de historia, porque en algunos de sus capítulos relata los hechos de un tiempo, la posguerra, desde la perspectiva de una familia de represaliados políticos. También es un relato antropológico porque habla de un espacio, el medio rural, y de la vida de sus gentes. Es, por otro lado, una autobiografía en sentido estricto cuando nos cuenta los avatares de un joven empeñado en superar su situación socioeconómica mediante la liberación de la cultura y la educación. Y, finalmente, son las memorias de un político que nos permiten disponer de una fuente primaria sobre el papel de los primeros ayuntamientos democráticos y la creación de la autonomía extremeña. En definitiva,Memorias. Semblanza de una época es una crónica de la posguerra, una semblanza de lo rural, una historia de vida y las memorias políticas de un singular autodidacto.[Prólogo de Memorias. Semblanza de una época, de Vicente Herrera Silva]
A pesar del notable currículum político de Vicente Herrera, es significativo que el papel que ocupa en este libro la experiencia vivida en ese campo sea menor que la de su otra vida. Apenas tres capítulos se dedican a esos treinta y dos años que transcurren desde 1979 hasta 2011, ni siquiera un quinto de las páginas de este volumen, mientras que al relato de su vida hasta 1979 ―sus cuarenta y tres años primeros― dedica cuatro quintas partes. Vicente Herrera es un hombre culto y eso se nota en cada una de las páginas de este libro. Y un hombre inquieto, apasionado. La mezcla de esos dos rasgos se muestra en algunas de las ocurrencias de su vida, como cuando leyó un diccionario de la A a la Z, el Aristos, de la editorial Sopena, o cuando su afición al cine le convirtió en socio empresarial del cine local. Ni todos los aficionados al cine acaban de empresarios del sector, ni todos los amantes de la lectura se leen un diccionario entero. Ambas son evidencias de que la cultura de Vicente Herrera es la de un hombre de acción. Cultura en movimiento, apasionada, comprometida… que configuran una personalidad casi proteica que le hacen participar en una tuna (la Tuna Miraflores de Alconchel), “fabricar” un modelo propio de televisor (el VIHESI), ejercer la alcaldía de su pueblo durante veinte años, ser uno de los pioneros en Extremadura de la exhumación de restos de represaliados de la guerra civil (el 24 de septiembre de 1981 aprobó el Ayuntamiento de Alconchel una propuesta suya en ese sentido) o coordinar en 2010 una publicación sobre su paisano Francisco Vera, huellas de su vida y su obra. Todo en uno. Por eso, quizás, Vicente Herrera también ha escrito en este libro muchos libros en uno, y todos ellos escritos con solvencia, con emoción y rigor, y con rasgos de humor que añaden atractivo a su lectura. Memorias. Semblanza de una época es, en parte, un libro de historia, porque en algunos de sus capítulos relata los hechos de un tiempo, la posguerra, desde la perspectiva de una familia de represaliados políticos. También es un relato antropológico porque habla de un espacio, el medio rural, y de la vida de sus gentes. Es, por otro lado, una autobiografía en sentido estricto cuando nos cuenta los avatares de un joven empeñado en superar su situación socioeconómica mediante la liberación de la cultura y la educación. Y, finalmente, son las memorias de un político que nos permiten disponer de una fuente primaria sobre el papel de los primeros ayuntamientos democráticos y la creación de la autonomía extremeña. En definitiva,Memorias. Semblanza de una época es una crónica de la posguerra, una semblanza de lo rural, una historia de vida y las memorias políticas de un singular autodidacto.[Prólogo de Memorias. Semblanza de una época, de Vicente Herrera Silva]