El Gobierno lanza un plan de fomento del empleo que, según UGT, está mal diseñado desde el diagnóstico. Fátima Báñez, ministra en funciones de Empleo asegura sin sonrojo que el país “vive una recuperación económica muy socia” a pesar de la precariedad de su modelo laboral y la creciente desigualdad. Así lo declara Báñez, al comparecer ante la prensa después de que el Consejo de Ministros aprobara el viernes pasado el Plan Anual de Política de Empleo (PAPE). Báñez subrayó que el plan asciende a 5.200 millones y las comunidades autónomas gestionarán 1.800 de los mismos. La ministra señaló que este Plan establece los objetivos que deben alcanzarse este año en el conjunto de España y en cada una de las comunidades autónomas en materia de políticas activas de empleo, y fue acordado con las Comunidades Autónomas en el seno de la Conferencia Sectorial de Empleo y Asuntos Laborales celebrada el 18 de abril de 2016. La ministra mantiene que todo el crecimiento económico se traduce en puestos de trabajo “gracias al esfuerzo solidario de la sociedad, que ha hecho posible que se recupere la mitad del empleo destruido durante la crisis”. Y dice alegremente que el país vive “una recuperación económica muy social”.
Ibáñez se calla que el PAPE llega con el malestar de los sindicatos mayoritarios, que denuncian no haber sido consultados y que la estrategia está mal diseñada de inicio. UGT advierte de que “parte de un diagnóstico del mercado laboral que ensalza los buenos resultados de la creación de empleo no tiene en cuenta los graves problemas estructurales como la elevada tasa de paro, la precariedad, la temporalidad, la devaluación salarial o la parcialidad involuntaria que suponen un peligro para la extensión de las desigualdades y de la pobreza”. El sindicato lamenta que el Ejecutivo haya ignorado tanto las recomendaciones de la Comisión Europea y las aportaciones enviadas por las organizaciones sindicales como la propia realidad, alejándose cada vez más de la Estrategia 2020, en materia de empleo y de reducción de la población bajo el umbral de la pobreza.
Son como los “brotes verdes” que, en octubre del 2012, la misma ministra de empleo veía con ilusión pueril, cuando uno de cada cuatro trabajadores estaba en paro y proclamaba con euforia que “Estamos saliendo de la crisis”. Báñez ya apuntaba entonces en esta dirección aunque los conocedores del mercado laboral advertían de que este era un síntoma de desesperación entre los parados, que ante la imposibilidad de encontrar una colocación optaban por la economía sumergida y buscaban ganarse la vida como podían. En septiembre el instituto público contaba con 24.000 afiliados autónomos menos que en junio; en el mismo trimestre la EPA, sumaba 65.100 trabajadores por cuenta propia más. Lo que parecía apuntar más hacia un aumento de la economía sumergida que a otra cosa.
En el mismo acto, Báñez aseguraba que la reforma laboral “está ayudando a muchas empresas a superar la crisis”, gracias a una mayor flexibilidad interna. Pero, los datos de la EPA reflejaban una fuerte caída del empleo fijo desde la puesta en marcha de la norma. Tres años antes, en el 2009, el Gobierno socialista se empeñaba en ver brotes verdes en la salida de la recesión anterior y recibía muchas críticas por eso, incluso del PP. Báñez ya decía que lo suyo no era “optimismo antropológico”, como se autodefinía Zapatero. Pero, para el secretario de Acción Sindical de UGT, Toni Ferrer, la reflexión de Báñez es desafortunada. Según él, ni la propia ministra se creía ya entonces que España estuviera saliendo de la crisis ya que se apoyaba en una “colección de argumentos imposibles”. Y los sindicatos creen que el Plan Anual de Políticas de Empleo parte de un diagnóstico erróneo y que ignora las recomendaciones de Bruselas y las aportaciones de los agentes sociales.