Una vez más se desata la polémica por la obsesión en Arabia Saudí de no dejar “conducir” (nunca mejor dicho) a las mujeres. ¿Por qué no les dejan?. Quizá sea el miedo a que sus mujeres sean capaces, que lo son y mucho de conducir sus vidas y en sus vidas. Sea en coche, andando, viajando o pensando.
Mujer saudí conduciendo. Foto: EFE
Esta vez la excusa es tremenda y es que estos últimos días se ha publicado que un jeque considera que conducir daña los ovarios y pelvis de las mujeres. Este jeque llamado Salah Al Luhaydan, consejero judicial del Ministerio de Justicia, ha argumentado que cuando las mujeres conducen, sus caderas se elevan, lo que puede afectar sus ovarios. Es por eso que la mayoría de las mujeres que conducen regularmente tienen niños con problemas clínicos de diversos grados. Además saca a la luz un informe “científico”, elaborado por el Consejo Religioso, en el que consta que «relajar la prohibición» supondría que más saudíes, tanto hombres como mujeres, «se volverían homosexuales y adictos a la pornografía».
Conducir para las mujeres ya fue vetado en 1990, cuando el ya fallecido muftí de Arabia Saudí jeque Abdulaziz bin Baz emitió un edicto religioso en este sentido que llevó al Ministerio del Interior a imponer esa restricción. Tras esta medida, si una mujer lo incumple, las autoridades arrestan a las conductoras e incautan el vehiculo hasta que el tutor firma un documento en comisaría comprometiéndose a que esta infracción no se repita.
Este un ejemplo más de la discriminación que las mujeres sufren en Arabia Saudí, donde necesitan el permiso de un tutor varón para casarse, cursar estudios superiores, realizar un trabajo remunerado o viajar.