Las mujeres que escribieron la guerra

Por Grisom_es @JuanjoOrtizCruz
La escritora Martha Gellhorn escribió a las autoridades del ejército norteamericano:
Es necesario que informe sobre esta guerra. No creo que haya ninguna necesidad de suplicar como un favor el derecho a servir como los ojos de millones de estadounidenses que tienen una desesperada necesidad de ver, pero que no lo pueden hacer por ellos mismos.
En junio de 1944, Martha Gellhorn y otras mujeres corresponsales de guerra se reunieron para poder hacer sus crónicas sobre el desembarco que se estaba preparando. El desembarco sería de vital importancia en ofensiva contra Alemania y abriría un nuevo frente en Europa.
Nadie sabía con exactitud cuando se realizaría la operación ni dónde sería pero había una gran agitación entre los periodistas que esperaban en Londres, en hoteles como el elegante Dorchester. Entre los periodistas se encontraba un grupo de corresponsales con agallas, con la diferencia de que ellas luchaban también en otra batalla para superar la prohibición de que las mujeres fueran al frente. Entre las reporteras había una gran competitividad y estaban llenas de entusiasmo,

Mary Welsh, Dixie Tighe, Kathleen Harriman, Helen Kirkpatrick, Lee Miller y Tania Long.

Martha Gellhorn se escondió como polizón en un barco hospital para llegar a Normandía. Se encerró en un baño y se convirtió en la primera mujer en informar sobre la invasión. Cuando cayó la noche, los sanitarios todavía estaban removiendo la playa, en busca de heridos. Caminó hacia la orilla con el agua en la cintura, y comenzó a escribir su primer informe de Normandía a la revista Colliers, centrado en los civiles y en las bajas de guerra.
Después de Martha llegaron otras mujeres a los frentes de batalla, entre ellas estaba Lee Miller, que siguió a las tropas estadounidenses en el Día D + 20. Presenció la liberación de París, el encuentro de los ejércitos americano y ruso en Torgau, la liberación de Buchenwald y Dachau y fotografió la casa de Hitler y Eva Braun en Munich.
Poco después de su llegada a Francia llegó a Saint Malo, donde se habían producido duros combates y aún se oían disparos esporádicos. Se refugió en un búnker alemán en cuclillas, bajo las murallas. su tacón se enterró en una mano suelta y maldijo a los alemanes por la horrible y sórdida destrucción que habían producido a esa ciudad. Cogió la mano y la lanzó hacia atrás y corrió, dando traspiés entre los escombros y resbalándose con la sangre. Pero aún le quedarían momentos más duros al llegar a los campos de exterminio.

Otras de estas valientes mujeres fueron Helen Kirkpatrick, que era jefa de la oficina del "Chicago Daily News" en Londres desde antes del Día D. Tambien estaban: Ruth Cowan que trabajaba para Associated Press, Katherine Coyne para el Herald, Lee Carson, Dixie Tighe, Kathleen Harriman, Tania Long o Mary Welsh, entre otras.
Estas mujeres vivieron en un tiempo convulso en una constante guerra contra los prejuicios, la misoginia, y la incredulidad de que las mujeres pudieran hacer algo útil más allá de ser enfermeras o secretarias. Las mujeres corresponsales de guerra eran una molestia irritante para los mandos del ejército. Pero aún bajo toda clase de prejuicios, estas mujeres periodistas mostraron una tenacidad de hierro que a muchas les costó pagar un alto precio personal.
Ellas lo hicieron, no sólo porque eran mujeres excepcionales, sino porque fueron buenas periodistas.
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