Han pasado 15 años desde lo acontecido en El segundo imperio. Durante este tiempo, el imperio Merduk se ha fusionado con los llamados Reinos herejes, y ambas religiones han aceptado ser la misma.
Cada uno de los personajes principales ha continuado con sus vidas intentando dar sentido a este nuevo mundo. Tan sólo Hawkwood ha ido a peor, pues Murad se ha encargado de hacerle la vida imposible.Pero una nueva y temible amenaza se cierne sobre el futuro de los reinos. El Archimago Aruan, ahora máximo gobernante de los reinos Ramusianos se propone someter el mundo entero a su mandato, y los héroes de la anterior guerra deberán unirse de nuevo para evitar un mal que amenaza con poner final al mundo conocido.
Y este es el punto, el de los héroes, el único que puedo decir verdaderamente que me ha gustado. Los personajes siguen aportando su carisma para engrandecer la historia y, en su mayor parte, muestran una clara evolución a lo largo de la saga, consiguiendo unos visos de realidad notable entre la fantasía, pues el apego, la simpatía, la tristeza, el odio, o el asco que nos infunden, consiguen una cercanía con el lector, que desea conocer los últimos avatares de sus vidas.Personajes que deberán enfrentarse consigo mismos y su ambición por el poder, sentando un debate muy interesante acerca de la corrupción que el poder puede producir pero, sobre todo, con respecto a la lucha interna de utilizar un poder corrupto para alcanzar un fin que se cree mejor.
No voy a hablar del arte narrativo de Kearney, del cual ya he dicho todo lo que tenía que decir en las reseñas de las anteriores entregas. Pero sí del modo en que ha finalizado la saga, la cual, como ya dije, en mi opinión debería haber terminado en la cuarta entrega, firmando una saga redonda, mientras que en el quinto volumen considero que ha bajado, y mucho, el listón (como siempre, se trata de mi opinión exclusiva).
Mi impresión general es la de que se trata de un libro apresurado en exceso. El intervalo de tiempo transcurrido entre la 4ª y 5ª novela no termina de encajar del todo y no hay tiempo para encajar en nuestra mente de lector los cambios que ha sufrido el mundo de una forma tan acelerada de acuerdo a nuestros recuerdos lectores.La línea de Aruan quedó abierta en El segundo imperio y, aunque se abren varias líneas secundarias que quedarán cerradas, es esta primera la que marca el eje central de esta 5ª y última entrega. Aruan ha llegado para quedarse y gobernar, creando un nuevo mundo en el que los seres mágicos tendrán el máximo poder consiguiendo una nueva realidad utópica en la que los anteriormente denostados serán sacados del ostracismo para, en su venganza, acabar con los opresores y crear un nuevo mundo mejor. Para ello, Aruan debe empezar desde cero, podando toda memoria y rastro de los antiguos poderes del mundo.
Kearney nos vuelve a sumergir en épicos escenarios, con batallas navales que ponen los pelos de punta; cargas de caballería y táctica militar del mejor calado, al tiempo que nos hunde en la desesperanza de verlo todo perdido. El nuevo orden mundial exige un nuevo camino de enjundias políticas más que aceptables pero que quedan en un segundo plano, dada la enormidad que supone el poder de Aruan. Estos politiqueos sobreviven bajo la línea de flotación de dicho poder y nos permiten ver que hay más cosas a las que estar atentos y que no está todo dicho, pues si no, ¿no estaría Kearney escribiendo de más? ¿escribiendo para nada? Pero evidentemente no es así y todo tendrá consecuencia.
En definitiva, he de reconocer que Las naves del Oeste es una buena novela, con la que he disfrutado de algunos momentos pero que me ha decepcionado enormemente y no me importaría no haber leído y haber dejado grabado en mi memoria el recuerdo de El segundo imperio. Sin más.