Las niñas pueden cambiar el futuro

Publicado el 15 octubre 2017 por Teremolla

   El 19 de diciembre de 2011, la Asamblea General de las Naciones Unidas en la Resolución 66/170 decidió designar el 11 de octubre como Día Internacional de la Niña, que se conmemorará cada año a partir del 2012. Como vemos es de reciente consideración la necesidad de recordarnos el papel que realizan las niñas en el mundo.

El analfabetismo de las niñas es, en demasiados países del mundo, el caldo de cultivo que marcará sus vidas definitivamente. Serán vidas dedicadas solo al cuidado y a trabajar de sol a sol sin ningún reconocimiento a ese trabajo.

Las mutilaciones genitales siguen estando al orden del día en la vida de demasiadas niñas del mundo. La trata con fines de explotación sexual y laboral es otra de las lacras que han de padecer las niñas del mundo.

Las violencias machistas se ceban en ellas en todas sus formas reconocibles y en todas las partes del mundo. Son, quizás, el eslabón más vulnerable de nuestras sociedades. Y pese a ello, siguen estando desprotegidas.

La ONU las intenta proteger al incluirlas en el objetivo número 5 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible o Agenda 2030. Los datos que contienen los diferentes informes son sencillamente aterradores. Los objetivos esperanzadores.

Pero poco o nada cambiará el panorama de vida de ellas si no se invierte en su educación y en su empoderamiento desde edades muy tempranas. Y según un informe presentado por la revista Science:

“Los estereotipos de género sobre la capacidad intelectual surgen temprano e influyen en los intereses de los niños.

Los estereotipos comunes asocian la capacidad intelectual de alto nivel (brillantez, genio, etc.) con hombres más que mujeres. Estos estereotipos desalientan la búsqueda de mujeres de muchas carreras de prestigio; es decir, las mujeres están subrepresentadas en campos cuyos miembros valoran la brillantez (como la física y la filosofía). Estos estereotipos están respaldados e influenciados por los intereses de niños de tan solo 6 años. Específicamente, las niñas de 6 años tienen menos probabilidades que los niños de creer que los miembros de su género son “realmente, realmente inteligentes”. También a los 6 años, las niñas comienzan a evitar las actividades que se dice son para niños que son “realmente, realmente inteligentes”. Estos hallazgos sugieren que las nociones de brillantez basadas en el género se adquieren temprano y tienen un efecto inmediato en los intereses de los niños.”

Así vemos, que según lo que afirma esta prestigiosa revista, los estereotipos y, por tanto los patrones, se aprenden en edades muy tempranas. Por ello habrá que prestar especial atención a la socialización de las niñas y niños.

Los espacios de socialización más tempranos son, desde luego las familias y las escuelas. Después están los potentísimos medios de comunicación y la tan temida publicidad que marca cómo has de ser e incluso sentirse las niñas. Y también están las religiones que marcan o pueden marcar su futuro.

Por ello tendremos que reeducar a quienes actúan como agentes socializadores para poder ir evitando la repetición continuada de los estereotipos y de ese modo poder ir acabando con las desigualdades entre hombres y mujeres.

Pero es difícil reeducar a quien sabiéndose poseedor de forma natural de los privilegios patriarcales, renuncia a ellos puesto que los tiene de forma natural y no concibe otra forma de vida más que desde esa posición predominante.

La neutralidad o naturalidad con que el patriarcado ejerce sus poderes lleva parejo que sean de difícil detección y de muy fácil reproducción. Así, solo con los lenguajes que recibimos desde la cuna e incluso antes, se nos está socializando como niñas o niños. Ropa, juguetes, trato familiar, etc. influyen directamente en la forma en que se espera que nos comportemos si somos niñas o somos niños. Y ocurre en todas las sociedades, sean estas más o menos avanzadas, más o menos poderosas.

Se ha de actuar desde todos los frentes para proteger más si cabe a todas las niñas y respetar su derecho a ser niñas durante toda su infancia. Debemos denunciar los anuncios publicitarios que hipersexualizan el cuerpo de las niñas. No debemos permitir que el mensaje de gustar a cualquier precio haga mella en ellas. Y es nuestra responsabilidad no hacerlo. Puede parecer un juego, pero en realidad es una situación muy perversa. Y lo es porque detrás de esa hipersexualización está el terrible deseo patriarcal de tomarlas para su dominación. Sin que importen las secuelas que puedan dejar. Lo que importa es tenerlas bajo control.

Y cuando digo tomarlas, no me estoy refiriendo solo al concepto físico del término. Me refiero también al psicológico y al estructural. O lo que es lo mismo: “Si haces lo que me gusta y lo que quiero, estarás más cerca de mí que soy quien tiene el poder de hacer o deshacer”. ¿A que esto nos suena de algo?

No importan los intereses o deseos de ella, porque sencillamente se ha convertido en “algo” o “alguna cosa” al servicio patriarcal. Y por tanto carece de voluntad propia, de deseos e incluso de “alma”.

De ahí que una correcta formación de todos los agentes socializadores es importante para desmontar estos dogmas que, pese a no hablarse, se repiten cotidianamente. Y, a ser posible, una buena educación crítica que cuestione el orden de las cosas y que fomente la creatividad para cambiarlas.

Las niñas merecen ser niñas a lo largo de toda su infancia. Es más, tienen derecho a ser niñas y a no ser maltratadas, explotadas, mutiladas, casadas, prostituidas, tratadas, etc.

Porque como afirman desde la ONU: “La igualdad entre los géneros no es solo un derecho humano fundamental, sino la base necesaria para conseguir un mundo pacífico, próspero y sostenible.”

   Y ese mundo solo podrá construirse si tenemos en cuenta el bienestar de las niñas. La fuerza de esas niñas es la que pueden cambiar el mundo. De quienes somos un poco más mayores depende un mejor y más esperanzador futuro para todas ellas.

Ben cordialment,

Teresa