Durante el Franquismo la edad mínima de voto estaba en los 21 años, en la Transición se bajó hasta los 18.
Bien, el caso es que lo que yo veía como única opción para evitar la repetición de las elecciones —la gran coalición— fue la única fórmula que no se exploró en este tiempo de interregno. Un tiempo de interregno en el que desfilaron por el escenario de las opciones de gobierno todos los monstruitos de circo imaginables. Un tiempo de interregno que se prolongó dos meses de más porque un señor que vende camisas en El Corte Inglés decidió probar suerte y hacernos perder el tiempo a todos con un plan que se sabía muerto desde el principio (al haber una votación de investidura se extiende el plazo para la convocatoria electoral).José Stalin votando cosas.
Podría decirse que volvemos a la casilla de salida pero no estaríamos diciendo la verdad. No estamos exactamente en la casilla de salida ya que estos meses no han sido en vano. Sabemos los ciudadanos y los políticos quién está dispuesto a hacer qué para llegar a la Moncloa. Este es un dato que no conocíamos hace cuatro meses. También ha estallado un grave caso de blanqueo de dinero y financiación irregular en el PP valenciano así como la vuelta a las andadas de un viejo conocido del fundamentalismo identitario vasco.Elecciones del 15 de junio de 1977.
También hemos tenido más meses para que los ayuntamientos chavistas aprueben presupuestos y empiecen a trabajar, meses en balde ya que la norma de estos ayuntamientos es hacer propaganda, colocar a parientes, rascarse la huevada y demostrar su incapacidad para llegar a acuerdos. A este cóctel de nueva información podemos añadir que las elecciones en País Vasco y Galicia se van acercando (en estas regiones contaremos uno o dos años en campaña electoral, con lo que ello conlleva: la politización permanente de todo). Además de todo esto está el hecho biológico: en estos meses han muerto ancianos lo que en la política española actual significa cosas.Adolfo Hitler votando cosas.
Sobre todo la mayor información obtenida en el plano político en este interregno es la actitud mantenida por los principales partidos políticos de nuestro hermoso país (¿"hermoso país" pìca? porque yo he venido a picar). El PP estaba por la gran coalición con el PSOE y si acaso con Ciudadanos, Ciudadanos a veces también pero luego pactó un acuerdo con el PSOE, los reaccionarios jugaron al teto con el PSOE y el PSOE lo único que se les oyó decir fue que el PP es malo. De todos los partidos quien más me gustó fue Coalición Canaria, que no se opuso a la investidura del vendedor de camisas en plan "formen ustedes gobierno que necesitamos a alguien con quien hablar". Los residuos reaccionarios, identitarios, retardocomunistas y chisgarabíes que quedan no destacaron más allá de insistir en la importancia de estar rellenos de boina y de pensar que la riqueza es limitada, dos ideas superadas hace más de doscientos años por la gente que sabe leer y escribir.Marine Le Pen votando cosas frente a una señora sin dignidad.
De aquí a junio todavía van a pasar más cosas: parece que el chavismo engullirá lo que quedaba de IU y veremos si todo el mundo en IU está por la labor (no puedo dejar de pensar que igual que el separatismo se cargó al nacionalismo, los populistas se van a cargar a la extrema izquierda. Saturno devorando a sus hijos, etc.). En el PSOE algún día alguien tendrá que plantear que el candidato y programa con el que obtuvieron el peor resultado de su historia igual tienen que cambiar, en el PP se deben plantear que proponerse como alternativa al caos ya no cuela, que un golpe de mar puede colocarlos en la oposición y hacer reventar el pus interno, momento en el que comprarems palomitas. En el chavismo lo están haciendo bien, pareciéndose cada vez más a sus homólogos europeos y por último en Ciudadanos supongo que seguirán comprando litio para corregir el desorden mental que provoca ser un partido cada vez más escorado a la izquierda con una base de votantes de derecha urbana.No quiero finalizar sin dar un preceptivo tirón de orejas a ese discurso tan extendido sobre el coste de las elecciones (lo que gasta el estado un día normal en tres horas) y sobre el "cansancio" al que incluso Su Majestad el Rey aludió. Es que de tanto votar nos cansamos, parece indicar el Jefe del Estado (y otros muchos como él). A todos esos que critican la repetición de las elecciones les preguntaría por la alternativa que proponen. Ah, no, claro, o falar non ten cancelas.