Iñaki es una de esas personas brillantes en lo profesional y en lo personal. Un chef que lleva la pasión por la cocina en sus raíces, criado entre los fogones de Príncipe de Viana y Zalacaín, insignias de su familia. Una pasión por la cocina española y del mundo que, además, comunica con acierto, sencillez y efectividad, no solo a través de sus platos sino también frente a una cámara o en una conversación repentina copa de vino en mano.
Iñaki me cuenta que el concepto de restaurante tradicional de atenciones excesivas y cuenta desorbitada ya no se lleva, que carece de tirón, y que uno tiene que saber caminar con los tiempos, adaptarse y renovarse.Y con esa filosofía nace IO, para sustituir al Príncipe de Viana con una nueva línea de restauración donde se ofrece lo mejor de la cocina tradicional actualizada. La decoración la firma otro grande, Ignacio García de Vinuesa, que ha sabido jugar a la perfección con las últimas tendencias y los elementos más clásicos, combinándolos acertadamente con una iluminación y un sonido que se adapta a los diferentes ambientes (bar, restaurante, privado y terraza) y a los diferentes momentos de la jornada.
Así, almuerzos y cenas informales conviven con reuniones de negocios, tentempiés improvisados, eventos y afterworks en los que pueden degustarse detalles de una carta que cambia según temporada para ofrecer la máxima calidad y que va desde las especialidades navarras (chistorra, menestra de verduras frescas, bacalao y guisos de siempre) hasta platos internacionales con toque ibérico, como el tiradito de pez mantequilla o el curry rojo de morcillo. El precio, más que asequible para un producto óptimo y un entorno de lujo: 30 euros por persona a la carta, y mucho menos elevado si vamos a disfrutar de una copa de afterwork entre semana con un abundante aperitivo al irrisorio precio de la consumición.
IO ha venido para conquistar Madrid y su zona financiera. De momento, doy fe, lo consigue.