LAS OBRAS DEL SÁNCHEZ-PIZJUÁN (Y 7ª PARTE)

Publicado el 05 noviembre 2018 por Carlos Romero @CarlosRomeroSFC

Viene de aquí.

El 24 de abril de 1975 se celebra asamblea general del club entre cuyos puntos del orden del día se encuentra la solicitud de un crédito a la Delegación Nacional de Deportes para ayudar a terminar el estadio. Se trata de la primera vez, 18 años después del inicio de las obras, que se pide colaboración a las autoridades deportivas, eso sí, en forma de préstamo, nada de subvenciones no reintegrables.

Finalmente, el 19 de octubre de ese mismo año, se confirma la noticia de la obtención de un préstamo:

Los más curiosos lectores del suelto anterior se habrán percatado de que el Sevilla F.C. no fue el único destinatario de préstamos para su estadio, días antes, por la Palmera, había pasado esto:

Un primer desembolso de 24.600.000 pesetas, más el resto, hasta 50.000.000 pesetas, en el mes de enero siguiente, con lo que la Delegación Nacional de Deportes atendía, en apenas tres meses, el 100% de los fondos solicitados por el Real Betis Balompié.

Al Sevilla F.C. sin embargo no le fueron concedidos los ciento veinte millones largos que solicitaba, sino algo menos de 2/3 de su petición, quedándose muy lejos de cubrir las necesidades del edificio:

Para relativizar la cifra, nada como saber lo que podía representar tal ayuda sobre el valor total aproximado del inmueble sevillista en aquellos tiempos:

500 millones de pesetas por el edificio, más añádanle otro tanto por el suelo, 1.000.000.000 pesetas. El “dadivoso” préstamo de la DND representaba aproximadamente un 7,78% del valor del conjunto. Y para colmo, el dinero no llegaba de una sola vez, ni en tres meses, como a su vecino, sino en tres tramos y en tres años: 5 millones en 1975; 20 millones en 1976; y 52.870.000 pesetas en 1977.

Así explicaba las cosas en una entrevista de ABC del 24 de octubre de 1975 el propio Eugenio Montes:

Sólo contábamos con aquellas aportaciones voluntarias iniciales y el gesto inolvidable de Gabriel Rojas …”

Y continuaba desmenuzando el préstamo,

“Los setenta y siete millones y pico de pesetas que ha concedido la DND son un respiro …” pues efectivamente se necesitaba el doble, como así se solicitó, y fue desgraciadamente rechazado. Un parche al fin y a la postre, muy lejos de ser la solución definitiva. Sabiendo además que como tal préstamo, el club tenía la obligación de devolverlo pesando sobre su pasivo.

La afición de a pie había puesto de su bolsillo 38.000.000 pesetas, una auténtica barbaridad, desglosados de la siguiente manera:

Con aquello de la voluntariedad y la ‘fila cero’ se lograron diez millones; con la reforma de estatutos y reclamo –forzoso-voluntario-, catorce. La caja del club se exprimió de forma que hizo frente a ocho. Treinta y tantos ‘kilos’ ya pagados …”

Tras el cierre del estadio, no se producirán más novedades relevantes respecto a obras en el mismo hasta el advenimiento del Mundial 82. El Sánchez Pizjuán tenía previsto recibir una inversión de 400 millones de pesetas.

Como puede observarse, 260 millones serían un préstamo, evidentemente reintegrable a cargo del club. El resto, 140 millones de pesetas, era una parte de la subvención general que el Estado dedicó al Mundial 82 como evento. No se trataba de una ayuda al Sevilla F.C., sino de una acción gubernamental de fomento del Campeonato Mundial de fútbol. Finalmente, el Sevilla F.C. sólo recibió un préstamo de 218 millones de pesetas, 185 millones con retraso, correspondientes a los años 1980 y 81, y 33 millones en 1982.

Como es sabido, toda la financiación relativa al Mundial 82 supuso una auténtica ruina para muchos clubs, que sumada a la deuda acumulada por sus propias ineficiencias, alcanzaría dimensiones escandalosas, al punto de obligar al Estado a intervenir con la famosa Ley del Deporte que originó la conversión de la mayoría de clubs en sociedades anónimas deportivas. Si echamos un vistazo a las cifras de los préstamos concedidos club por club, podemos hacernos una idea del porqué de las cosas.

Como dato objetivo, es curioso observar que la ayuda al Sevilla F.C., por ejemplo, fue inferior en 311 millones de pesetas a la concedida al Real Madrid. O que al Real Betis Balompié le enchufaron 190 millones de pesetas más que al propio Sevilla, siendo el Villamarín un estadio con menor aforo entonces y disputándose en él únicamente dos partidos de la fase previa, mientras que en el Sánchez-Pizjuán, además del Brasil-URSS inicial, se jugó la inolvidable semifinal Francia-Alemania.

En 1992, mediante la suscripción de la totalidad del capital social de la conversión en SAD, el Sevilla F.C. acabó asumiendo y saldando toda esta deuda. De esta forma, el club y su masa social, desde el mismo inicio de las obras, hasta su total culminación, han sido quienes han sufragado en su totalidad, sin ayuda de ningún tipo, las actuaciones realizadas en el terreno o solar, y en el edificio del Ramón Sánchez-Pizjuán. Otros clubs con estadios públicos arrendados o regalados, subvenciones mil y trampas en la conversión a SAD, no pueden decir lo mismo, y han venido compitiendo, y lo siguen haciendo, tirando de golfadas como la ley concursal, el dopaje institucional, la apropiación de patrimonio público o el uso de influencias políticas en las cloacas de la sociedad.Estos artificios, y no la mitificada fidelidad de su masa social, esquiva siempre a la hora de poner pasta, son los que los han mantenido con vida.

Al Sevilla, sólo al Sevilla, y a nadie más en toda Andalucía, le cabe el orgullo de campeonar en España y en Europa siendo independiente económica e institucionalmente, sin enchufismos, sin parasitar de lo público, como hacen otros. Contra corriente, pese a quien pese. Asusta, de sólo pensarlo. Así que sevillistas, grábense a fuego estas palabras:

“En la magna empresa el Sevilla hubo de sacrificarse de forma drástica. No encontró ningún apoyo público o corporativo … Echó sobre sus espaldas una abrumadora carga financiera, contando tan sólo con el esfuerzo de sus adictos, con la colaboración de sus seguidores …”