Lo que tiene de particular este tipo de órbitas es que, vistos desde nuestro planeta, los cuerpos parecen realizar un movimiento periódico digamos… poco usual. Mejor verlo con esta excelente animación:
La misma animación de antes, pero con la Tierra como punto fijo de observación (Fuente)
Las órbitas elípticas no son las únicas posibles cuando se trata de objetos que orbitan gravitacionalmente los unos alrededor de los otros. De hecho, el problema de calcular de forma exacta las órbitas de únicamente tres cuerpos es extraordinariamen tecomplejo, y eludió a las capacidades del mismo Newton. El caso más evidente de este problema se da con la órbita de la Luna, influenciada tanto por la Tierra como por el Sol, aunque en este caso se puede ignorar el efecto del Sol y se llega a una aceptable aproximación de órbita elíptica alrededor de nuestro planeta.
Hasta aquí nada raro: cuerpos que orbitan unos alrededor de otros en trayectorias circulares o elípticas. Sería Lagrange quien, a finales del siglo XVIII, encontró las primeras soluciones “más raras” al profundizar en el estudio de qué ocurríaexactamente en el caso de los tres cuerpos. Encontró lo que hoy llamamos cinco puntos de Lagrange, lugares donde un objeto pequeño puede llegar a un equilibrio con respecto a otros dos cuerpos grandes (p.ej. Tierra-Sol, o Tierra-Luna), manteniendo la posición constante con respecto a estos dos de manera indefinida.
Puntos de Lagrange (Créditos: Wikimedia Commons)
Estos puntos hacen de “atractores”, acumulando polvo, asteroides, etc… pero también se han empleado para colocar numerosas naves espaciales (ver lista), por la evidente ventaja del poco control necesario para corregir su posición.
Pero algo aún más extraño se descubrió el 20 de diciembre de 2003: una pequeña piedra, de apenas 10 metros, que viajaba junto a nuestro planeta como si fuera otra pequeña luna. Es el quasi-satélite 2003 YN107, y solamente orbitó cerca de nuestro planeta entre 1996 y 2006, año en que entró en una órbita de “herradura” en sincronización con nuestro planeta: durante unos siglos parecerá alejarse lentamente, dando una vuelta alrededor del sol (desde nuestro punto de vista) para aparecer por el otro lado y volver a orbitarnos unos cuantos años. Desde entonces, los investigadores han estado estudiando cómo este sistema gravitacional “Tierra-Luna” captura cuerpos en su órbita al mismo tiempo que modelaron su frecuencia y duración. El asteroide RH120, por ejemplo, fue capturado en septiembre de 2006 y orbitó el planeta hasta junio de 2007. Pero, ¿cuán a menudo son capturadas estas “lunas temporales”? Bastante a menudo, descubrió el equipo de astrónomos. “En cualquier momento dado, debería haber al menos un satélite terrestre natural de un metro de diámetro orbitando la Tierra”, escribieron Granvik, Jeremie Vaubaillon y Robert Jedicke en “The Population of Natural Earth Satellites” (“La población de Satélites Terrestres Naturales”), un estudio publicado en la revista en línea de física ArXiv.org. En otras palabras, en este preciso momento, es probable que nuestro planeta tenga una luna secreta en órbita. Tales objetos permanecen generalmente por aproximadamente 10 meses, realizando tres revoluciones alrededor del planeta. Dado que estos pequeños objetos capturados tienen sólo uno o dos metros de diámetro, puede parecer una exageración llamarlos oficialmente “lunas”, pero las implicaciones científicas del descubrimiento son extensas. Además de asistir al vuelo espacial privado y la exploración del espacio profundo, la otra cosa importante en la lista de objetivos de la NASA es enviar astronautas a un asteroide o incluso atrapar uno y traerlo a la Tierra