Desde que el presidente Xi Jinping anunciara en 2013 la Nueva Ruta de la Seda, China ha invertido entre 50.000 y 100.000 millones de dólares al año en carreteras, vías de tren, centrales de energía, puertos e infraestructura digital en más de sesenta países. Pekín ha visto en la brecha de inversión en infraestructura de cuarenta billones de dólares una oportunidad para influir sobre las cadenas de producción y las relaciones comerciales con fines geopolíticos. A raíz de la pandemia, el gigante asiático ha explotado su dominio sobre cadenas de suministro para ganar influencia y favores donando material sanitario y vacunas a países en desarrollo. También ha empezado a sacar partido de sus relaciones comerciales, por ejemplo, imponiendo aranceles a una serie de productos australianos después que Canberra pidiera una investigación independiente sobre los orígenes de la covid-19.
Mientras China está cada vez más dispuesta a usar su poder económico para influir en otros países, las potencias occidentales han tratado de crear, con poco éxito, iniciativas de inversión en infraestructura equivalentes a la Nueva Ruta de la Seda. Estas alternativas, desde la Blue Dot Network estadounidens...
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Nombre de usuario Contraseña Recordar cuenta Recordar contraseñaLas otras Rutas de la Seda de Occidente para competir con el megaproyecto de China fue publicado en El Orden Mundial - EOM.