Álvaro Fernández Armero (El arte de morir, Salir pitando, Algo que celebrar) vuelve a la carga con Las ovejas no pierden el tren,una comedia coral que reflexiona sobre las relaciones personales.
La película muestra varios tipos de relaciones sentimentales a través de peronajes muy dispares. Alberto (Raúl Arévalo), un escritor sin inspiración, y Luisa (Inma Cuesta), una profesora de corte y confección con pocas alumnas, se ven obligados a trasladarse a un pequeño pueblo rural. Pese a todos los problemas que tienen encima, ella está obsesionada con quedarse embarazada de su segundo hijo. Un vecino viudo (Pepo Oliva) muy pesado y muy de pueblo pide ayuda a Alberto con su granja.
Juan (Alberto San Juan), hermano cuarentón de Alberto, es un periodista en decadencia que se ha divorciado hace poco acordando la custodia compartida de sus dos hijas. Aunque la pena no le duró demasiado, pues pronto encontró a Natalia (Irene Escolar), una veinteañera con mucha marcha. Los padres de Alberto y Juan no pasan por su mejor momento, viven solos en la ciudad, el padre (Miguel Rellán) padece alzheimer y la madre (Petra Martínez) es la única que se encarga de él.
Fernández Armero maneja a la perfección el discurso cinamatográfico, el contraste entre la vida rural y la urbanita, las situaciones familiares, los diálogos más divertidos.
Hay muchos dramas ocultos entre todas las risas, habla de una realidad social que tratamos de ocultar, las crisis generacionales, los problemas matrimoniales, los divorcios, las enfermedades graves o la felicidad de los demás. Y todo esto desde una perspectiva alegre y optimista.