Hoy quiero mostraros un recorrido que aúna historia, tradición y dulces. Sólo los más golosos podrán llevarlo a cabo en el mismo día. Para los que no quieran sufrir un hartizón deberán dosificar las visitas en varias jornadas. Se trata de una ruta por las pastelerías más antiguas de la capital. Aquéllas que conservan aún su antiguo mobiliario, su olor característico, sus viejas recetas o su método tradicional. Son las pastelerías más castizas de Madrid y en ellas podréis hallar los dulces típicos que ya no se encuentran en el resto. Puede que sea porque se han modernizado y ofrecen otro tipo de repostería con muchas influencias francesas o americanas por ejemplo o porque lo que parece estar de moda es la pésima bollería industrial, con la que todo el mundo parece conformarse.
Yo no me conformo con cualquier dulce. Necesito que la calidad y las materias primas sean lo primero. Y ya si se le añade luego un toque histórico con recetas antiguas que han pasado de manera secreta de padres a hijos pues mejor que mejor. Por eso he decidido compartir con vosotros mis nuevos hallazgos en la ciudad. Para que así descubráis esos deliciosos sabores que recuerdan mucho a los de antaño. Hace unos meses no sabía de la existencia de algunas de estas pastelerías y me atrevía a llamarme madrileña y a decir que conocía mi ciudad. Y cada vez me doy más cuenta que aún Madrid guarda muchos secretos para mí. Espero descubrirlos poco a poco y no dudaré en mostrároslos. Espero que os guste este post!
1. EL POZO – 1830 (calle del Pozo, 6)
Se trata de la pastelería madrileña más antigua. Fue fundada en 1830 por la familia Agudo y en el siglo XX pasó a manos del repostero Julián Leal Charle, cuyos sucesores llevan la pastelería hoy en día. Se encuentra muy cerca de la Puerta del Sol, en la calle del Pozo, llamada así por la leyenda de la existencia de un pozo milagroso que curaba a todo aquel que bebía sus aguas. Su producto estrella es el hojaldre, con el que hacen sus famosas y riquísimas empanadas o rellenan de crema o cabello de ángel. Tanto su receta secreta como sus métodos de elaboración artesanal son los tradicionales que llevan empleando desde los tiempos de su fundación. También son muy típicos los roscones de reyes o el pan de Cádiz.
2. LHARDY – 1839 (Carrera de San Jerónimo, 8)
Fue inaugurada en 1839 por el pastelero francés Emilio Huguenin Lhardy, que estudió en Besançon y trabajó en París. Durante su etapa en Burdeos conoció a muchos exiliados españoles como Prosper Mérimée, que le animó a abrir un restaurante en Madrid. Así trajo la repostería francesa a España y pudieron verse los primeros croissants y brioches en Madrid. Poco a poco la pastelería empezó a servir comidas y a convertirse en restaurante, conservando no obstante su parte pastelera con algunos mostradores. Su comida fue muy apreciada por todos los famosos comensales que pasaron por allí como el Marqués de Salamanca, Alejandro Dumas o Benito Pérez Galdós. En el siglo XIX el decorador Rafael Guerrero transformó el local según el gusto de la época y fue entonces cuando se instaló el famoso samovar para el autoservicio de consomé. Se constituyó como el centro de la vida social madrileña durante muchísimos años.
Entre sus delicias se pueden encontrar hojaldres, éclairs, savarins o croissants por ejemplo. Recomiendo personalmente los merlitones. Están riquísimos!
3. CASA MIRA – 1842 (Carrera de San Jerónimo, 30)
Casa Mira es la casa de turrones más famosa de la ciudad. En Navidad las colas para adquirir un preciado turrón o unos polvorones son increíbles. Y es que su calidad y su sabor no es para menos. Nada tienen que ver estos productos a los que acostumbramos a adquirir en las grandes superficies durante la época señalada. La pastelería fue fundada por Don Luis Mira, un maestro artesano del turrón que abandonó Jijona para instalarse en Madrid. Se convirtió en el proveedor oficial de la casa real durante el reinado de Isabel II y continuaron siéndolo hasta el reinado de Alfonso XIII. Hoy en día todavía siguen fabricando sus turrones artesanalmente a mano y por ello son famosos en todo el mundo. Además de los turrones de múltiples sabores, hacen mazapanes, peladillas, polvorones o fruta escarchada.
4. EL RIOJANO – 1855 (calle Mayor, 10)
El Riojano es una excelente pastelería, situada en la privilegiada Calle Mayor y fundada por Dámaso de la Maza en 1855, pastelero personal de la reina, procedente de La Rioja. Para ello contó con el apoyo y la ayuda de la reina María Cristina, sobre todo para la decoración con mármoles y maderas procedentes de Cuba, instaladas por los ebanistas de palacio. Sólo el suelo y el salón de té ha modificado su apariencia original. Es un sitio increíblemente bonito. En él se pueden hallar los dulces más castizos como los pestiños, los bizcochos de soletilla y por supuesto los bartolillos. Éstos son para mí lo más delicioso de la pastelería. También tienen las famosas pastas del Consejo que tanto gustaban a Alfonso XII.
Aunque es la pastelería que más ha modificado los sabores de antaño y ha investigado nuevas creaciones, más modernas, que no tienen nada que ver con su tradición, sigue siendo la más famosa y visitada de todas. Ello se debe sobre todo a su posición privilegiada en plena Puerta del Sol y a sus exuberantes escaparates plagados de vistosos dulces. No estoy diciendo por ello que ni su calidad ni su sabor sean malos sino que han perdido mucho de lo que antes eran. Solamente de recordar las napolitanas de crema que comía cuando era niña se me hace la boca agua y soy bastante joven. Así que no quiero imaginarme el sabor que tendrían en el siglo XIX. Sólo espero que algún día se den cuenta y recuperen aquello que han perdido aunque no creo que esto suceda porque La Mallorquina tiene ventas diarias millonarias. Aparte de sus maravillosas napolitanas también son riquísimas sus trufas de chocolate, sus tronquitos de nata, crema o trufa y sus pastas de té.
6. CASA DE LAS TORRIJAS - 1907 (calle de la Paz, 4)
La Casa de las Torrijas es más bien una antigua taberna y no una pastelería. Sin embargo, en ella sirven las mejores torrijas de la ciudad desde 1907, cuando era habitual encontrar estos dulces en este tipo de establecimientos porque las torrijas se solían hacer con vino y se acompañaban de vino dulce. De hecho, resulta ideal degustarlas de esta forma a media mañana o para merendar. Toda su decoración interior se mantiene intacta con su bello zócalo de azulejos original por ejemplo, lo que aumenta sus encantos.
7. LA DUQUESITA – 1914 (calle Fernando VI, 2)
Esta pastelería se halla algo más alejada del centro que las demás, pero está bastante cerca. Aunque la visitado millones de veces no cuento con ninguna fotografía que mostraros. Así que en cuanto regrese haré un par de fotos. La reina María Cristina sale de nuevo a colación al hablar de La Duquesita, porque solía encargarles dulces. Son famosos los ‘cruzamientos’, cajas de bombones o pasteles que se preparaban para aquellos que iban a ingresar en una orden milicia, que solían regalar a sus familiares antes de partir. También hay bartolillos, roscones, turrones, buñuelos o guirlache.
8. LA VIOLETA – 1915 (Plaza de Canalejas, 6)
Finalizo el recorrido con La Violeta, que más que una pastelería es una confitería donde aparte de bombones venden un amplio surtido de dulces cuyo ingrediente principal es la violeta. Podemos encontrar violetas escarchadas, caramelos de violeta o mermelada de violetas por ejemplo. Y todo ello cuidadosamente envuelto en tarros de porcelana o cajas muy bonitas, con preciosos lazos, resultando ser unos regalos excelentes. Fue inaugurada en 1915 por Mariano Gil Fernández. Hoy en día la tercera generación de la misma familia regenta el negocio.