Ha pasado más de una semana desde la publicitada "pelea del siglo" pero el evento sigue trayendo cola a día de hoy: que el combate fue un fraude, que Pacquiao estaba lesionado del hombro, que Mayweather no hizo otra cosa más correr, etc. Lo cierto es que el duelo por el campeonato de los peso wélter ha puesto al boxeo nuevamente en las vitrinas, poniéndose en boca de todo el mundo y logrando una altísima cifra de espectadores que no se daba desde los años ochenta, cuando el box alcanzó una enorme expectación mediática gracias a nombres como Sugar Ray Leonard, Marvin Hagler o Mike Tyson.
Tenía casi siete años cuando vi mi primera pelea. La noche del viernes 20 de junio de 1980, mi padre se sentaba en su sofá favorito para ver en directo el combate entre Sugar Ray Leonard y Roberto "mano de piedra" Durán. Estuvimos pegados al televisor viendo el canal cinco durante los quince rounds que duró la vibrante lucha. Lo que más recuerdo es el final, cuando el bravucón Durán no paraba de gritar ni de moverse entre todo el gentío que aguardaba el resultado de los jueces. El anuncio de la decisión aumentó la épica de una contienda que ya había sido catalogada de legendaria. La cara de Sugar Ray durante esos últimos minutos era todo un poema.
Aquí los dos últimos asaltos de la primera pelea entre Sugar Ray Leonard y Roberto Durán.- o -
Otro gran púgil de aquella década dorada del boxeo fue Marvin "maravilla" Hagler. De gran fortaleza física, Hagler parecía indestructible y barría con todo aquel que osaba arrebatarle el título de campeón mundial, entre ellos otro grande como Tommy Hearns y el mismo Roberto Durán. Sugar Ray Leonard fue su último contendiente y quien luego de doce asaltos le despojó de la corona de los pesos medianos en una decisión dividida de los jueces que fue bastante polémica.
Por esos años yo hacía mis pinitos jugando en las carreras de caballos y había aprendido algo del cálculo de probabilidades y de cómo se establecían las cuotas de las apuestas. Con ese pequeño bagaje, propuse a mis compañeros de clase que pronosticaran el ganador de la pelea Hagler-Leonard. Un amigo que se sentaba al lado de la pizarra lateral del salón iba actualizando los valores con las jugadas que iba recogiendo: "¡Chato, Hagler paga 1,5 y Leonard 2,5!". Mi amigo borraba la cotización anterior y escribía la nueva con una tiza oscura, para camuflarla con el color de fondo. Aún así, para evitar que los maestros se dieran cuenta, fuimos borrando de a poco la información del juego: primero dejamos sólo las iniciales, luego eliminamos el "a 1" y terminamos separando los números, de manera que al final se leía: "H 2,5"por un lado y "L 1,5" en otra parte.
El plan funcionó hasta que un avispado profesor preguntó acerca de los escritos y las manchas de borrado de la pizarra. Ningún alumno contestó. Media clase había apostado el dinero que sus padres la habían dado para comprarse algo en la cafetería y nadie quiso delatar a nadie. El profesor volvió a hacer la pregunta y otra vez no obtuvo respuesta. "Voy a salir un minuto y si a mi regreso no veo la pizarra limpia voy a avisar a la Dirección" ´nos amenazó el profe, aprovechando su salida para fumarse un cigarro. Salté desde el otro lado del salón, trepé por los pupitres y eliminé cualquier rastro relacionado con el juego. Al volver, el profesor vio que no había nada escrito en el pizarrón, asintió con la cabeza y retomó la clase. En el recuento final, por su conocimiento, enseñanzas y el comportamiento en este tipo de situaciones, fue uno de los mejores docentes que tuvimos en la secundaria.
Los mejores momentos de la pelea Hagler-Leonard aquí.- o -
Una de las últimas veladas boxísticas que recuerdo haber vivido con muchas ganas fue la del portorriqueño Héctor "macho" Camacho versus el mexicano Julio César Chávez en 1992. El por entonces invicto Chávez retuvo el campeonato de los pesos súper ligeros también por otra pelea que se decidió al término de los doce rounds. Pero ese 12 de setiembre está grabado en mi memoria por otro hecho mucho más significativo.
Eran épocas del toque de queda en Lima. Los últimos ataques terroristas en la capital peruana forzaron al entonces gobierno de Fujimori a dictaminar que todos los civiles se quedaran en sus casas a partir de la 1 de la madrugada. Con mis amigos del barrio recién rondábamos los veinte años y nuestro plan para pasar esas noches de sábado era, en muchos casos, comprar un par de botellas de Pampero, las correspondientes Coca Colas y beber Cuba Libres hasta las tres o cuatro de la mañana, mientras escuchábamos Rock Clásico -el programa de radio de Stereo Lima 100- y jugábamos con algún juego de mesa.
Hubiese sido una noche más sino fuera porque durante el segundo round, Kike Pérez -el comentarista de box más conocido del país- anuncia que hay rumores de que un alto líder terrorista habría sido capturado. En ese momento nos olvidamos por completo de la pelea y especulábamos con mis amigos de quién podría tratar. Al rato, un cintillo en la pantalla confirmó la noticia: Abimael Guzmán, el mítico cabecilla de Sendero Luminoso, había sido capturado en una casa de un barrio residencial limeño. Aplaudimos, nos abrazamos y como casi todo el Perú, celebramos y brindamos por lo que creíamos que era el inicio del fin de aquellos años de pesadilla en el Perú.
Mira aquí el último asalto de la pelea entre Chávez y "Macho" Camacho.