Las palabras y la vida, la muerte y el tiempo. Estos parecen ser los ejes sobre los que gira este fantástico poemario. Se divide en cuatro secciones. La 2ª y la 4ª se centran en el tiempo, o en las personas en el tiempo. La 1ª sección, Cuanto sé del rocío, no tiene un solo tema, sino varios: el lenguaje, la Historia, la vejez, la política, el placer o el más allá. La 3ª sección, Croquis de la utopía, empieza con dos poemas que relatan muertes, reales o metafóricas, muertes en todo caso sin sentido: la utopía sería hallar una muerte con sentido, o no morir. Lo segundo es imposible, mientras que lo primero, como dice el último poema de esta sección, no está en nuestras manos -el antepenúltimo poema nos dice cómo vivir con sentido, siendo lo que sentimos que debemos ser, pero morir con sentido escapa a nuestro alcance-.
Digamos aunque sólo sea unas pocas palabras sobre algunos de los poemas más destacados del poemario.
Primera sección: Cuanto sé del rocío
Contigo: La de Raquel Lanseros es una vida consagrada a las palabras, como filóloga y como poeta (poned en mi sepulcro las palabras). Hay una gran fe en el lenguaje, como descodificador del sentido del mundo (la verdad no está en nadie, pero acaso / las palabras pudieran engendrarla).
Propósito de enmienda: Terencio escribió Homo sum, humani nihil a me alienum puto (hombre soy, nada humano me es ajeno). Lanseros escribe De toda humana falta, yo me acuso.
La eternidad se llama Buenos Aires: Las tres edades es un tópico de la Historia del Arte: Baldung Grien, Gustav Klimt... En este poema Lanseros rescata dicho tópico y habla con la chica que fue y se refiere a la anciana que será. El poema recuerda un poco a Palabras para Julia, el poema de Goytisolo, pero siendo Julia ella misma, este poema es como un Palabras para mí misma.
Ensayo general de otro horizonte: Es un poema político, se critica el conservadurismo y se apuesta por la utopía. Tiene un tremendo final, Lanseros sabe terminar los poemas como nadie.
Campos de plumas: Lanseros se vuelve gongorina aquí (por miel sabrosa avivas y es mi eje / grana como primicia en su sazón) para cantar las delicias de la carne.
Plegaria del clarividente: Es un poema metafísico. El final (No me sirven las cosas. / Todas me son ajenas. / Sé que voy a marcharme sin bolsillos) me recuerda a ese desnudo, como los hijos de la mar del maestro Antonio Machado.
Segunda sección: Cónclave de mariposas
El cónclave de mariposas creo que somos todos, frágiles y breves en el mundo... mas también bellos, cada uno a su manera. Esta sección va de uno mismo y de los demás en el tiempo, sobre la fugacidad de la vida (La mosca). Hay un poema filosófico, La subrogación perceptiva, que viene a decir que existir es ser percibido. Es empirismo, es lo que decía Berkeley, es preguntarse qué es el otro y qué somos nosotros, nada más y nada menos. En El chico pelirrojo regresado del hielo Lanseros nos dice que los amantes se renuevan al conocer como el otro les ve, se renuevan y fortalecen mutuamente. En Dondequiera que estés se nos dice que de la luz pasada siempre queda algo que nos calienta el ahora (memoria hecha raíces que sostiene la vida). Es el tibio olor a rosas de la canción Sombras, de Chavela Vargas.
Tercera sección: Croquis de la utopía
Los mejores poemas de esta sección son tal vez El burlón mirar de las estrellas, que nos dice que algo nuestro queda para siempre en los lugares en que fuimos, siendo que volver allí es volver a ver a ese que fuimos; El vigía que atestigua, un poema que es a la vez un texto de esa disciplina inaugurada por Voltaire, la Filosofía de la Historia; El precio del ventajismo, que nos advierte que no ser el que sentimos que debemos ser se cobra un precio en nosotros mismos, nos mata poco a poco.
Cuarta sección: El pasado es prólogo
Faros abandonados es un muy conmovedor poema sobre la impotencia ante los efectos del tiempo en los seres queridos. Esta sección, y todo el poemario, se cierra con un excepcional canto a la vida, Himno a la claridad. Es un cierre inmejorable, un auténtico broche de oro.