En todo esto ya llevamos años dando vueltas a las smart cities, se supone que son el presente y el futuro, no sabemos la forma en que cada ciudad, como organismo vivo que es, se amoldará a ella, a todo lo que hay detrás de este concepto, pero creo que es positivo, ante una especie de discurso preponderante, empezar a plantear otros paradigmas con menos relumbrón que también pueden aportar visiones alternativas para la construcción de ciudades futuras, aquí van dos. Las playable cities y las ciudades epicúreas.
Las playable cities, según sus precursores, pretenden erigirse como el contrapunto a las smart cities, se trata de ciudades donde las personas, la hospitalidad y la apertura son su elemento vertebrador. Frente a la búsqueda de la eficacia y utilitarismo que se esconde detrás de muchas de las intervenciones que son etiquetadas como smart city, las playable cities buscan crear espacios urbanos donde se pueda ofrecer visiones del mundo alejadas de lo convencional a la par que estimulantes. Para alcanzar este propósito utilizan el juego como el elemento generador de espacios de interacción y de distensión de las personas. Las playable cities ofrecen la revancha al anonimato y a la frialdad de muchas de las ciudades modernas. El movimiento parte de tres premisas. La primera, las ciudades en la actualidad generan problemas en la vida de las personas que sólo pueden ser abordados desde la acción colectiva: soledad, incomprensión, inadaptación... En segundo lugar, el bienestar de las comunidades no puede dejarse de forma exclusiva en manos de las autoridades locales, los ciudadanos necesitan empezar a tomar parte en el control de su propio entorno. La tercera premisa sería una visión optimista de la existencia en la que se asume que existen formas de mejores de afrontar los problemas que de uno en uno, esto se puede conseguir realizando actividades colectivas estimulantes que traigan a las ciudades alegría, vitalidad y cohesión.
Muchas ciudades del mundo se han adherido al movimiento en mayor o menor intensidad, una de las más activas ha sido Bristol que llegó a montar un tobogán de agua de 95 metros de longitud en plena calle. Otras ciudades han desarrollado otro tipo de juegos como ubicar luces que permiten hacer sombras chinas en medio de la ciudad, farolas que hablan, pianos para ser tocados libremente, estelas de colores de barcos que transportan a personas de un punto a otro…
La ciudad epicúrea es una idea de cosecha propia, inspirada en un libro de Alain de Botton (el libro es Consolationsof Philosophy). Os la explico brevemente. Epicuro ha pasado a la historia como uno de los filósofos del placer «el gozo es el principio y el fin de una vida dichosa» afirmaba. Para alcanzar dicho gozo apostó por caminos bastante propios, alejados de a lo que hoy se nos invita para ser dichosos. El primer aspecto que Epicuro consideraba fundamental era la amistad, vivir rodeado de amigos. Para resolver esto Epicuro compró una casa cerca de Atenas donde se instaló con su grupo de amigos, en la casa de Epicuro no había lugar para el aislamiento, la soledad ni la incomprensión. El segundo aspecto que Epicuro consideraba necesario para alcanzar la alegría era la libertad, para conseguir eso se apartaron de las ocupaciones del mundo de los negocios compraron un jardín y se dedicaron a la agricultura instaurando una comuna, aceptaron un estilo más simple de vida a cambio de independencia, como explica Alain de Botton, tendrían menos dinero pero no se verían obligados a cumplir las órdenes de superiores. El tercer y último elemento que para Epicuro granjeaba alegría es la reflexión, en la comunidad que montó Epicuro se estimulaba la reflexión tanto la propia como la compartida. No es que Epicuro fuera un iluso, no consideraba que la riqueza convirtiera a los hombres en desdichados pero tenía claro que sin amistad, sin libertad y sin reflexión el hombre está abocado a la infelicidad.
Mikel Albizu, sociólogo urbano especializado en estudios territoriales, desarrollo local y empleo
Créditos de las imágenes Imagen 1: Niños jugando en Mogadiscio (fuente:sociedad, El País) Imagen 2: Tobogán en Bristol de 95 metros (fuente: Transportblog) Imagen 3: Estela de recorridos acuáticos en Recife, Brasil (fuente: Domusweb) Imagen 4: El muro de Diogénes (fuente: Europeinmotion) Imagen 5: Carrera del festival Keep Austin Weird (fuente: do512family.com)