Cuando en 1479 los Reyes Católicos perdonan la actitud del arzobispo (que había tomado partido por Juana la Beltraneja), le exigen a cambio la entrega de sus fortalezas de Alcalá la Vieja, é Brihuega, é Santorcaz, é La Guardia, é Almonacil, é Canales, é Uceda, en las guales el Rey é la Reyna pusieron sus alcaudes, que les ficieron pleyto omenage, é prometieron de no acoger en ellas al arzobispo, ni a otra persona alguna sin su mandato '
De alguna manera, la existencia de la cerca se deduce del hecho de promulgación del Fuero. Su construcción puede vincularse a la constitución de las villas. De tal modo que la cronología de los fueros contribuyen a la datación del fenómeno del amurallamiento, al menos a confirmar la existencia de la cerca en el momento de concesión de fuero. De hecho algunas de estas cercas se están levantando a finales del siglo XII, como sucede en Brihuega, aunque sus fueros se datan entre 1223-1240. De 1259 es una noticia donde seconstata la función de la cerca como elemento delimitadordel espacio urbano.
La política repobladora del arzobispo Jiménez de Rada concede los fueros citados de Brihuega, así como los de Yepes. La Guardia, Alcalá de Henares (texto refundido); confirmándose documentalmente la existencia de cerca urbana en dichas villas a mediados del siglo XIM. La pareja expansión económica hace presuponer, en igual medida, la existencia en las villas de un imprensindible recinto amurallado que permita la organización de ferias y el cobro de los impuestos establecidos foralmente.
Precisamente las ferias más antiguas otorgadas por los reyes castellanos son las dadas a instancia de ios arzobispos de Toledo '*''. Los reyes persiguen el apoyo político de la Iglesia, anhelo que propicia la institución de ias ferias de Brihuega o de Alcalá de Henares.
Un nuevo hito en la creación de murallas (Fuentes "^ y tal vez Santorcaz) y remodelación de las existentes (Brihuega) se produce en el paso del siglo XIII ai XIV. Viene determinado por la pugna por el poder entre Alfonso X y Sancho IV y por la incertidumbre y la inestabilidad políticas durante las minorías reales castellanas (reinados de Fernando IV y Alfonso XI); pero también por el desarrollo económico, derivado de los beneficios arrancados por el arzobispo al rey .
Un nuevo momento de actividad edificatoria se produce en el último cuarto del siglo xiv, favorecida por una recuperación de las recién pasadas epidemias de peste y guerras civiles. El programa de reconstrucción de arquitectura militar (en castillos como Canales, Alcalá la Vieja, Santorcaz, Almonacid y en el recinto menor de Yepes) promovido por el Arzobispo Pedro Tenorio ''^, alcanza también a cercas urbanas (Brihuega*^, Alcalá de Henares, Torrelaguna, Talamanca del Jarama, Uceda). Un último hito a destacar es la posición política del arzobispo Carrillo Acuña en el contexto de la sucesión al trono de Juan II, y en los primeros años de mandato de los Reyes Católicos.
La situación ilustra la vigencia de las necesidades defensivas en las villas del arzobispo. A este momento tal vez correspondan intervenciones en las cercas de Alcalá de Henares (ampliación), Yepes (el recinto mayor), Talavera (tercer recinto), Uceda.
Queda claro que las funciones defensivas de las cercas se perpetúan hasta el xv, en el panorama de las contiendas castellanas bajomedievales.Pero no es menos cierto qu e el concepto cristiano de ciudad confiere a la muralla urbana nuevos valores, como delimitadora del espacio urbano (la contraposición ciudad/campo), o como identificadora de la urbe, entendida ésta como ámbito sociopolítico, y de desarrollo comercial y económico.
Ello permite destacar las relaciones entre la cerca y la organización de ferias, mercados, o cobros de impuestos (portazgo) . Son estas funciones las que explican los procesos de reconstrucción y mantenimiento de murallas urbanas hasta entrado el siglo XVI
La pluralidad funcional de la cerca urbana permite comprender asimismo, algunos de los aspectos y peculiaridades de su evolución tipológica durante la Edad Media. La pervivencia de los modelos islámicos no se produce de una manera homogénea. Así, los materiales y técnicas constructivas empleados apenas se modifican, debido desde luego más bien a una tradición arraigada, que a una pervivencia. Así sucede con el tapial, muy difundido en las torres y muros en las cercas más antiguas (Alcalá de Henares), y de empleo casi exclusivo para muros en cercas más tardías (fines del xiv, xv, Lillo, segundo recinto de Yepes, sobre una base de mampostería, o tercer recinto de Talavera).
La evolución funcional determina distintas fases en la formación de las cercas. Las más antiguas se caracterizan por la abundancia de torres que las jalonan (Alcalá de Henares, ángulo común con el palacio principalmente, primer recinto de Yepes, Villeta de la Guardia); y la incorporación entre éstas de tipologías de mayor potencial poliorcético, como las albarranas de tradición islámica (Santorcaz, Alcalá de Henares, Talavera '), o las torres pentagonales (Santorcaz), presentes tanto en el Islam (Calatrava la Vieja) como en el mundo cristiano.
Un punto intermedio en esta evolución lo constituye la suplantación de torres mediante el sistema de zigzag flanqueante (Brihuega y Almonacid). La fase final del proceso se identifica con cercas sin torre, como se detecta en el paso del siglo xiv al xv en ampliaciones de recintos (Yepes, Santorcaz, tercer recinto de Talavera) y en las cercas de las nuevas villas (Lillo, Torrelaguna, Torrijos). En estas cercas, realizadas exclusivamente en tapial, los muros presentan una escasa elevación respecto de las murallas urbanas anteriores.
En las cercas más recientes los recursos se concentran en las puertas, utilizadas para dignificar la imagen urbana, y marcar el ingreso a un recinto acotado y diferenciado, que anuncia la ciudad (Torrelaguna, segundo recinto de Yepes). En las puertas es donde se subraya el concepto político y administrativo de la villa sobre la originaria función defensiva de la muralla urbana. Por ello, el modelo más frecuente es el de paso directo entre dos torres.
Sin embargo, su monumentalidad es casi excepcional (y localizada en cercas del xiii y xiv: Puerta de Cozagón en Brihuega, o Puerta de Uceda en Talamanca). Más bien responden a una escala modesta, en cualquier caso proporcionada respecto de la escasa elevación de estas cercas más modernas. Las puertas con una manifiesta función defensiva corresponden a momentos anteriores, aunque pueden alcanzar incluso el último cuarto del siglo xiv.
Sirvan de muestra las puertas acodadas (Santorcaz y posiblemente primer recinto de Yepes), o las torres puerta (Alcalá de Henares y Puerta de Malacuera de Torrelaguna).
Un último aspecto de interés es el de las relaciones establecidas en la villa, sobre la base de la organización del espacio, entre el núcleo defensivo (castillo) y la cerca urbana. Desde un punto de vista espacial, se asiste a un doble fenómeno. En algunas ocasiones, la villa se forma separada del castillo heredado (Alcalá de Henares, Almonacid), con una significativa bajada al llano de la población
En otras ocasiones, el núcleo del castillo queda anexo a la villa amurallada, pero separado de la misma. Esta distinción física determina las relaciones orgánicas. En el primer caso el castillo se mantiene con una exclusiva función militar.
En el segundo supuesto el núcleo militar domina el conjunto urbano, en una cota más elevada, aunque hay excepciones (Yepes, Brihuega, La Guardia ). El castillo constituye uno de los cierres laterales de la cerca, pero manteniendo sus estructuras muy delimitadas. Esta desconexión entre castillo y cerca se manifiesta en el viario urbano. El núcleo militar queda separado de la villa por una línea de muralla, y su acceso limitado a un portillo o puerta única (La Guardia, Uceda, Brihuega, Yepes). A su vez, el castillo mantendrá una conexión independiente con el exterior, sin cruzar por la villa (primer recinto de Yepes, Alcalá de Henares, lllescas).
Este modelo ya era conocido en la ciudad islámica. Estos pequeños recintos respecto de la cerca urbana se convierten incluso en ciudadelas, que se identifican con el poder del señor, del arzobispo (La Villeta de La Guardia, Santorcaz, Yepes, Brihuega, Fuentes, lllescas, Uceda). Se establece así una relación de carácter sociopolítico entre castillo y cerca urbana. A la función defensiva se auna una dimensión política y administrativa, ya que el castillo en un instrumento de control del señorío territorial del arzobispo. De tal modo que puede llegar a convertirse en sede del pallatium, como sucede en Brihuega ^' o en Alcalá de Henares, entendiéndose este concepto dde palacio como institución testimonio del poder del arzobispo.
Por otra parte, estas relaciones cerca-castillo explican que el protagonismo de la plaza como elemento urbano sea muy tardío. En los ejemplos citados no existe plaza, y de existir, no cuenta con la presencia de una arquitectura tan representativa como el templo (Brihuega, recinto mayor de Santorcaz). Generalmente el templo está incorporado en el recinto defensivo del arzobispo (Brihuega, Santorcaz, La Guardia ).
La plaza surge con una función comercial, y extramuros (Brihuega, Plaza Mayor de Alcalá de Henares, La Guardia) y sólo se incorpora a la villa en fases posteriores de expansión urbana. Es a partir de fines del siglo XIV cuando la plaza adquiere importancia, como centro aglutinante de la villa, de creación cristiana, como espacio público de primer orden. El esquema más frecuente incluye la iglesia y el lugar de reunión del concejo (lllescas) .
Sin embargo, las nuevas villas del arzobispo, que se forman a partir de los años finales del siglo xiv, se organizan en torno a la plaza. En ella confluyen la iglesia y el palacio o casa del arzobispo, que orgánicamente viene a sustituir al castillo, adaptándose a una dimensión más urbana (Puente del Arzobispo, Torrelaguna).
Ello explica que en las villas de nueva creación (Lillo, Torrelaguna) la cerca se conciba como un perímetro de delimitación, desprovisto de elementos defensivos tan significativos como las torres.Excepcionalmente, algunas villas que conocen una expansión urbana a partir de fines del xiv y xv, compartirán este esquema, que se superpone a la trama anterior. Tal es el caso de la plaza de Yepes, donde el palacio ocupará el centro del espacio abarcado por la nueva muralla. Este modelo, por otra parte, es representativo de las villas de las órdenes militares (Almagro), donde la plaza auna los edificios que simbolizan los poderes terrenal y espiritual.
En definitiva, parece que la expansión urbana que se inicia en la segunda mitad del XII en las villas del arzobispo implica la confluencia entre las primitivas funciones defensivas y los rasgos urbanos procedentes de un nuevo concepto, el de burgo. Esta tipología, además, está determinada por la herencia de un sustrato islámico.
La cerca urbana define esta ciudad medieval, estableciendo el acotamiento espacial que contrapone la villa al resto del territorio. Estos rasgos son, por otra parte, identificativos del urbanismo cristiano peninsular. Al encontrarse en igual medida en los núcleos del arzobispo, permiten la aproximacióna una de las facetas más desconocidas de la figura del primado de Toledo, la del señor medieval, propietario del mayor patrimonio inmueble de Castilla en la Edad Media
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