'Las praderas del cielo', de John Steinbeck

Publicado el 13 octubre 2014 por Carm9n @Carmenyamigos

El placer de esta lectura- mi tercera de John Steinbeck después de leer The pearl y The red pony- se la he de agradecer a Icíar por invitarme a formar parte del grupo Café literario, lo que permitió tomar parte en la propuesta de lectura conjunta en el grupo. ¡Gracias!
Tanto el título del libro como la introducción del primer capítulo sobre el asentamiento de los primeros colonos en el valle hacen intuir un acercamiento a un Edén terrenal en California; el valle Corral de Tierra es el lugar, real, en el que se desarrolla la historia, el paisaje de la tierra natal de Steinbeck. Pero a medida que se va adentrando en la lectura más que descubrir las praderas del Cielo la impresión es la de ir penetrando en los pequeños- o no tanto- infiernos personales de cada uno de los habitantes o familias de ese Edén.

En cada historia se destapa un lado oscuro, un temor, la locura, una traición, el miedo a fantasmas personales, una frustración, un sueño incumplido, una obsesión,... Lo que acabamos conociendo, si le damos tiempo, no es la bucólica vida en un valle idílico sino la desintegración de esa comunidad.   Lo que puede llevar, tal vez, a una interpretación errónea- diferente al menos- es el lenguaje tierno, en modo alguno enjuiciador ni acusador con el que Steinbeck trata a cada uno de los personajes y situaciones. No hay culpable humano al que acusar. La llegada de los Munroe a la abandonada granja Battle despierta la "serpiente" de todo paraíso, el mal.
"Tal vez resulte que aparezcan pequeñas maldiciones arrastrándose por las praderas cuando menos lo pensemos".

John Steinbeck (1902-1968)

Ahí está el culpable, la maldición. A partir de su llegada, los Munroe estarán presentes y tomarán parte, aunque no de modo activo o  intencionado, en las pequeñas desgracias y contratiempos de cada uno de los personajes. El mal disfrazado de estrecha moralidad, de incomprensión ante un modo de vida diferente, de falta de empatía hacia el diferente, de falsedad y mentira, de autosatisfacción en el dolor,... se esconden en los infortunios de algunos; las frustraciones propias de la vida, el azar, el desencanto urden otras.
Tal vez visto desde arriba, como lo ven los viajeros desde arriba, desde la carretera, en el capítulo final, el valle y sus granjas diseminadas puedan aparentar un paraíso, pero Steinbeck enfoca de cerca y saca a la luz lo que Edith Wharton llamaba "los depósitos de granito" haciendo patente la imposibilidad del hombre para crear paraísos terrenales. Cuando uno de esos viajeros, no casualmente un sacerdote, está admirando el valle y exclama ante una idílica vida en él, "Nada de pobreza, ni dolores ni cuitas" el lector ya más sabio ahora, sabe que tristemente ese Edén, ese Paraíso no existe. 
Las praderas del cielo no es un libro de relatos inconexos sino una novela con episodios interralacionados y con el nexo común de la vida en el valle y los Munroe. El libro es de lectura ágil y muy agradable, con un estilo sencillo e impecable que nos acerca a la tierra, a sus gentes, que profundiza en los recovecos del alma humana, que esconde más, mucho más, de lo que aparenta y que necesita de un tiempo de reposo tras la lectura para ir encajando piezas, para deshacernos de la errónea primera impresión y entender el verdadero mensaje. Recomendado queda.
"Las praderas del Cielo, donde el aire pendía azul como un lago y las granjas estaban sumergidas en la quietud."