las primas no tilingas de “Sex & the City”
GIRLS
data: http://www.imdb.com/title/tt1723816
Cuatro chicas en Nueva York, bordeando los 25. Podríamos pensar que son las pichonas que se transformarán en las protagonistas de “Sex & the City”. Bueno, no. Estas pibas no son tilingas. Y atrás está el guión de Lena Durham (protagonista de la serie) que es una auténtica Woody Allen con polleras. (Bueno, si no es con polleras, es con unos pantalones bastante feos).
“Girls”, la serie estrella de la cadena HBO, es una comedia de capítulos de media hora que retrata, con bastante desparpajo y acidez, lo que es crecer en la ciudad más desafiante y dura del mundo. La historia de las desventuras románticas de las cuatro amigas (Hannah, Marnie, Jessa y Shoshanna), inmaduras, egoístas, frívolas, manipuladoras y, en buen grado, infantiles, tiene mucha tela para cortar. Básicamente, nos hace reír. Es el primer objetivo de toda buena comedia. Pero detrás de la caricatura, detrás del patetismo de los personajes, hay una mirada profunda a lo que es ser joven hoy y el reto que significa madurar.
Aunque retrate a cuatro chicas estadounidenses, hay algunos tics en la historia de Hannah Horvath (la protagonista de “Girls”) que podría identificar a la generación joven de estos pagos sin mucha dificultad. Los rasgos del paso de la adolescencia a la adultez parecen repetir algunos patrones comunes, tanto en el centro como en la periferia.
Un primer punto para destacar es que son chicas sexualmente maduras, esto es, practican relaciones sexuales con asiduidad y sin prejuicios. Sin embargo, esa madurez sexual se correlaciona con una notable inmadurez emocional. Pueden aceptar nuevas experiencias sexuales; pero huyen aterradas cuando enfrentan una declaración de amor. En realidad, son niñas jugando con sus juguetes en el bazar de adultas; pero no quieren dejar de seguir jugando.
Otro punto: todas tiene una formación académica que no les sirve absolutamente para nada a la hora de insertarse en el mercado laboral. Las licenciaturas en letras o artes son inútiles cuando quedan desempleadas y deben obtener una fuente de ingreso. La inestabilidad laboral está presente. La inutilidad de su formación también. Se revalorizan habilidades como la carpintería o atender un café. Pero esas habilidades aptas para conseguir un empleo, no son valoradas en el mercado de las relaciones. Los hombres con esa clase de empleo no son tomados en serio por sus novias. Sienten el escepticismo y la acusación de que son pocos ambiciosos. Se ve en ello una falencia que termina anulando su relación.
Las cuatro amigas de “Girls” conforman un microcosmos femenino, un mundo propio que sirve de cáscara protectora contra el mundo masculino. No es raro el escarceo lésbico. Pero no porque sean lesbianas no asumidas (me queda la duda con Marnie, que querés que te diga). Sino que el mundo masculino aterra tanto que es en el campo de la intimidad femenina donde se sienten a gusto. Los personajes femeninos logran establecer una camaradería entre sus pares de género que no hallamos en los personajes masculinos. Un dato: no es que el mundo masculino sea particularmente agresivo (recordar la camaradería femenina para sobrevivir al acoso machista en “Volver”, la película de Almodóvar). Sino que ese otro mundo es visto como agresivo. Lo que es totalmente diferente. Los hombres que se cruzan en el camino de Hannah y su banda, son bastante más simples que las chicas. El extremo es Charlie (el hombre vagina), el novio de Marnie. Aún el caso de Thomas-John (marido de Jezza), en su agresivo discurso capitalista de posesión del amor exhibe su debilidad por ser querido.
Una característica diferencial de “Girls” es la actitud militante de Lena Durham de mostrarse con kilos de más y no dejar de ser sexy. Sus vestidos son horribles, sus formas redondeadas, se burla de ella y de su cuerpo. Pero no tiene empacho en desnudarse o voltearse a algún galán (como se ve en un capítulo de la segunda temporada). Bueno, no está mal. Eso es ponerle el pecho (o los pechos, mejor dicho) a la apología anoréxica.
Hemos leído notas periodísticas que señalan a Lena Durham como la mujer más odiada de los Estados Unidos. No sabemos porqué. Su personaje, con todos los tics desagradables que puedan tener, no iguala a las cuatro tilingas de “Sex & the City” por un factor decisivo: en algún momento presentan un lado noble. El armazón defensivo de ligereza verbal y de prejuicio, muestra alguna bajada de guardia. Y no es extraño escuchar a la protagonista llorar y declararle a un hombre que quiere todo lo que las otras quieren, aunque le avergüence confesarlo: quiere ser feliz.
Ahí hay un punto interesante: el esfuerzo para que la felicidad se logre en forma independiente, sin depender de las relaciones con otros. Hay una titánica tarea, muy del manual de autoayuda, de lo que debe ser y no una relación y cómo no comprometerse cuando se puede salir herido. Lo que estas chicas no saben (porque están madurando, dejan la adolescencia para meterse en el mundo de los adultos) es que no hay manera de no salir herido de una relación romántica. Y que esa es, precisamente, la gracia de la cosa. Que hay que poner el corazón en juego para obtener algo parecido a la felicidad.
Pero confiamos que las chicas de “Girls” tienen buena madera para entenderlo y que encontrarán su camino cuando crezcan. Todavía ponemos unas fichas por ellas. Lejos están de ser el proyecto fallido en el que se convirtieron las cuatro pavas de “Sex & the City”.
Démosle más temporadas. Hay que confiar un poco en ellas.
Mañana, picadita de las mejores frases.