Algunas promesas bíblicas son de carácter general, pero otras son específicas. Esto significa que ciertas promesas tuvieron que ver con una persona, un tiempo o un propósito específicos, y por eso no pueden aplicarse a nosotros. Por ejemplo, Génesis 18.10 anunció un hijo a Sara. Nosotros no podemos asumir que Dios hará lo mismo por nosotros. Él puede, sin duda, utilizar ese pasaje para inculcar en nosotros su deseo de bendecirnos de esa manera. Pero debemos evitar tomar las promesas al azar, esperando que ellas se cumplan en nosotros, sea como sea.
La Biblia contiene muchas promesas incondicionales, garantías cuyo cumplimiento no requiere nada de nuestra parte. Por ejemplo, Dios ha dicho que Él llevará nuestras cargas cada día (Sal 55.22), que nunca nos desamparará ni dejará (He 13.5), y que vendrá otra vez (Jn 14.3). También encontramos muchas promesas condicionales que son garantías con la estipulación: “si… entonces” (Pr 3.5, 6; 1 Jn 1.9).
Dios se deleita en satisfacer las necesidades y los deseos de sus hijos. Pero también le promete a los no creyentes queal pedir perdón de sus pecados y recibir al Señor Jesús como Salvador personal, serán salvos (Jn 3.16). ¿Ha respondido usted a esa promesa? Si no lo ha hecho, no espere más tiempo. Después de aceptar a Cristo, hay muchas más promesas divinas esperando por usted.
(En Contacto)