Comencé a leerlo sin saber muy bien donde me metía. Avisada iba de que era steampunk (aunque los más puritanos discrepen al respecto) y de que había viajes en el tiempo de por medio. Como buscaba algo totalmente diferente a mis lecturas habituales y siempre me quedo pegada al televisor cuando Marty McFly se monta en el DeLorean, allá fui y me tiré de cabeza a la piscina.
La cosa empieza en el Londres de los años 80. Doyle, un profesor de universidad especializado en el poeta Ashbless, es invitado a dar una conferencia sobre él en casa de un excéntrico millonario. Una cosa lleva a la otra, y terminan en la Inglaterra de 1800 para poder escucharlo hablar en persona y llenar lagunas de su incierto pasado. Todo parecía salir a pedir de boca hasta que surge un pequeño problemilla (siempre lo hay, ¿no?) y Doyle se queda atascado en el siglo XIX sin poder regresar ni saber cómo. Allí se hace colega de Coleridge y Byron se convierte en su camarada, se tropieza con un hombre-lobo llamado Cara-de-Perro Joe y se ve inmerso en intrigas y enfrentamientos entre bandas rivales de mendigos controlados por un grotesco payaso, poderosos hechiceros egipcios y fuerzas maléficas con un interés oscuro y nada bonito en los portales del tiempo que creen que Doyle sabe dominar. Vamos, lo típico que le pasa a todo el mundo que se queda atrapado en Londres en 1800.
Calificar esta novela
La clave del libro está por un lado en la perfectamente acabada trama y la tan realista manera de relatar la ciencia ficción de Powers, como si todo hubiera sucedido de verdad pero se hubieran olvidado de incluirlo en los libros de historia. Y por otro, en la expectación y en la curiosidad que se genera en el lector. El típico necesito-saber-más-la-vida-que-espere aquí está aquí elevado al cuadrado. Lo que convierte las 500 páginas de Las puertas de Anubis en un no parar y ese final... ¡Ay, el final! Anonadada sigo. No lo veía venir. Magnífico. El libro entero es para tumbarse en el sofá una tarde y no levantarse hasta terminarlo la mañana siguiente.
Jamás me hubiera imaginado disfrutando un libro como este. Antes hubiera jurado que me volvería loca por un libro ñoño (yo que de romántica tengo tanto como Freddy Krueger de guapo) que un libro steampunk. Un género que puede o puede que no haya desdeñado en un pasado...
¿Lo habéis leído? ¿Cual fue el libro más raro que leísteis y del que, contra todo pronóstico, disfrutasteis como enanos?