Ahora las quiero contra ellas, contra su falta de ganas de darme besos, abrazos, de estar conmigo, de contarme cosas. Las quiero contra sus monosílabos y sus "ay mamá que pereza", sus "mamá, no nos de el coñazo" y sus "pero mamá que más te da". Las quiero contra sus silencios y sus vacíos. Las quiero contra su pereza y su indiferencia. Las quiero contra sus olvidos que siempre son a su favor y nunca al mío. Las quiero contra sus exigencias y sus protestas. Las quiero a contracorriente, nadando cauce arriba.
Las quiero a pesar de ellas. Las quiero a pesar de que no quieran que las quiera. Las quiero a pesar de que no quieren que se lo demuestre y a pesar de que ya no quieran ir cogidas de mi mano por la calle. Las quiero a pesar de que les cueste un mundo pasear conmigo y a pesar de que no tengan ganas de leer. Las quiero a pesar de que discutamos por las películas y series que vamos a ver y a pesar de que sean incapaces de meter su taza del desayuno en el lavaplatos hasta que les grito. Las quiero a pesar del desorden que también es siempre a su favor y nunca al mío. Las quiero aunque me comparen con otros padres y casi siempre salga perdiendo.
Las quiero más y mejor que cuando era fácil, cuando era imposible no quererlas porque para ellas yo era lo más, la solución a sus problemas, el Sr. Lobo, el médico, la enfermera, la cocinera, la contadora de historias, Willy Wonka y el hada madrina, la lectora de libros gordos mientras cenaban. Era más fácil cuando mis brazos, mis besos y mis palabras eran todo lo que necesitaban. Era más fácil cuando yo era todo su mundo, era más fácil cuando ellas parecían perfectas y adorables pero ahora las quiero mejor. Las quiero más y mejor a pesar de que haya cosas que no me gustan. A pesar de que a veces me caigan mal, a pesar de que a veces no las soporte. A pesar de que, a veces, me duelan.
Ahora las quiero mejor a pesar de ellas. Y esto es algo que no me esperaba.
Vengo del futuro a contároslo por si acaso creéis que no podéis sentir más amor que en el parto, viendo a vuestros hijos dar sus primeros pasos o diciendo "papá, paso de ti». Ese amor está muy bien pero está chupado, son las verdes colinas de Sonrisas y Lágrimas del amor. Vengo del futuro a contaros que lo bueno, la cumbre del amor por tus hijos está al final de las pendientes del Everest y que no te esperas lo que encuentras allí.