Este artículo fue publicado por Familias.com y escrito por vuestra servidora
Comenzar a recuperar la historia de tu familia puede parecer complicado, pero con este artículo voy a demostrarte que no necesariamente debe ser difícil. Aprovecha la Navidad para concertar esa cita pendiente con tus familiares.
Cuando escuchas la palabra raíces piensas de inmediato en un árbol centenario, afianzado al suelo décadas atrás. Sabes, porque lo has aprendido desde que eras pequeño, que la profundidad de las raíces es fundamental para sobrevivir, por aquello de la nutrición, la estabilidad y el desarrollo.
Sucede algo similar con las raíces familiares: aunque estemos bastante lejos de parecernos a un árbol, tenemos algunas similitudes. En ambos casos las raíces permanecen ocultas y debemos retirar un poco de tierra para comprobar hasta dónde llegan, cuán desarrolladas están y en qué estado se encuentran.
Mis propias raíces las encontré por casualidad en el desván, dentro de una caja de cartón que guardaba en su interior una cinta casette. Cuando encontré el aparato adecuado para escucharla, las lágrimas comenzaron a humedecer mis ojos al reconocer la voz de mi abuelo José, al que hacía unos quince años que no escuchaba y que me llamaba “mi Ñatita”… Recordarlo de nuevo, tenerlo conmigo contándome cómo se llamaba su padre y su propio abuelo, las anécdotas de su época escolar y las travesuras de su loca juventud, hizo que quisiera reconstruir su vida.
Me gusta la definición de la Real Academia Española de la Lengua que dice en una de sus acepciones que la raíz es la causa u origen de algo. Es así como llegamos al origen de tu familia o la mía, a sus raíces. ¿Cómo comenzamos a descubrir nuestras raíces familiares?
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Pregunta a los familiares que tengas cerca. ¿Recuerdas esas anécdotas, contadas hasta la saciedad y que generan las mismas risas vez tras vez? Piensa que has perdido hasta ahora una excelente oportunidad de conocer más detalles. Para saber quién de tus familiares podrá acoger con más satisfacción tu interés repentino escribe una lista recordando quienes son las personas clave en la familia, quienes guardan recuerdos y anécdotas. En todas las familias, por lo menos, hay uno.
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Elabora una lista de preguntas y ensáyalas. Si no tienes la posibilidad de estar en contacto frecuente con tus familiares, es buena idea hacer una lista de preguntas que te permitan descubrir más acerca de tus abuelos o de sus hermanos. Trata de ser respetuoso con los sentimientos que generan algunos recuerdos. Haz clic aquí para ver un modelo de preguntas que puedes adaptar a la historia particular de tu familia.
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Prepara una grabadora y una cámara fotográfica. Si utilizas un smartphone tienes casi todo resuelto, por las herramientas con que están equipados: cámara, grabadora, escáner… todo en uno. Busca con antelación a la entrevista las apps (aplicaciones) que te permitirán no perderte un suspiro o una frase llena de emoción, contando esos momentos gloriosos de, por ejemplo, cuando los abuelos se enamoraron. Toma fotografías de imágenes y documentos que se conserven; serán un verdadero tesoro que tus nietos agradecerán.
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No te centres solo en fechas y lugares. Una pregunta como, ¿cuándo y dónde nació tu padre?, puede hacer que la entrevista se convierta en una conversación llena de incomodidades si al entrevistado le resulta difícil recordar el dato. A nadie le gusta responder, “no lo sé”, o “no recuerdo”, sobre todo cuando se tiene una edad avanzada. Mejor que eso, puedes preguntar: ¿cuántos años tendrías cuando murió tu papá?, ¿era verano o invierno?, ¿sabes dónde está su tumba para visitarla?
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No cometas el error de que tus preguntas no tengan fin. Ahora que te has decidido a comenzar no quieres detenerte, pero despreocúpate: tendrás más oportunidades de profundizar. Y si lo haces bien puedo asegurarte que tu tío mismo, o tu abuelo te llamará cada vez que un recuerdo llene de nuevo su presente. Estará encantado de compartir contigo trozos de su pasado.
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Registra lo que has ido recopilando hasta ahora. Cumplirás así con un doble cometido: recordar lo que has obtenido y la posibilidad de compartirlo con otros familiares. Establece lazos, rellena un cuadro genealógico, una hoja de grupo familiar, un árbol de algún proveedor gratuito en línea…
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“De bien nacido es ser agradecido”. Una de las mejores maneras que se me ocurren de ser agradecidos es compartir tu trabajo con quien te ayudó a realizarlo. Imprímele un bonito árbol familiar para que pueda colocarlo en su salón o su recámara, y recordar a quienes hicieron posible que esté aquí hoy. Haz un video montando fotografías, música de la época y frases que haya pronunciado, y muéstralo luego en una ocasión especial en la que la familia esté reunida.
La naturaleza tiene su ciclo y los seres humanos no somos la excepción. Este tío o abuelo que tienes un poco olvidado puede no estar mañana, y junto con él se apagarán los recuerdos de aquellos a los que tan bien conoció. Parte de tus raíces morirán con él.
Pon manos a la obra, solo te hará falta un lápiz y papel para apuntar a los posibles entrevistados. Si en la familia hay asperezas, es el momento de dejarlas en un segundo plano, porque después de todo, ¿en qué familia no hay diferencias? Céntrate en lo positivo y toma la iniciativa. Puedo, y me atrevo a asegurarte, que tus nietos te lo agradecerán tal y como tú o yo lo haríamos.