Las Ramblas o la calle más alegre del mundo

Publicado el 28 agosto 2017 por Santamambisa1

Por: Jennifer Veliz Gutierrez

Creo que la sensación de miedo no se me pasa desde la tarde del 17 de agosto. Ese día estaba yo a tres kilómetros de Las Ramblas cuando nos avisaron que nos fuéramos cuanto antes de Barcelona. Pensábamos que no era motivo de alarma, que seguro se trataba de un accidente, pero la ciudad paralizada y temerosa nos avisó de que en efecto, había sido un atentado. En ese momento sentí miedo, creo que hasta entonces no había experimentado una sensación de inseguridad tan rara. Esos tres kilómetros que nos separaban de las Ramblas nos situaban en un barrio muy famoso, donde cada verano ocurre unos festejos que llevan su nombre, la Fiesta Mayor de Gracia. Una vez que concienticé dónde estaba, que seguramente era el otro punto de la ciudad donde más concentración de personas había por esos días, también viví un estado de vulnerabilidad del que no sabía. Insegura, nerviosa y con miedo cogí un taxi que nos llevó hasta donde habíamos aparcado el carro.

Mientras trataba de no dejarme influenciar demasiado por las noticias que se oían en la radio, que se reproducían cada segundo en Internet, pensaba en qué había pasado en realidad y en las ganas que tenía de llegar lo más rápido posible al carro y luego a la casa. El instinto periodístico de estar en medio de los hechos ni siquiera me insistió mucho, sabía que algo grave había ocurrido y lo más inteligente era salvaguardarnos. Para salir de Barcelona tardamos más de media hora, ya había llamado a mi familia antes de que el control policial más grande que había visto hasta entonces contribuyera a que mi almuerzo se me hiciera en el estómago un nudo fuerte y difícil de digerir. Para qué pensar en todas las coincidencias que, quiero entender que fue el destino, hicieron que yo y los míos estemos bien hoy.

Ayer en la tarde volví a Las Ramblas. Quise que fuéramos a la manifestación, supuestamente contra del terrorismo, que se daría en Plaza Cataluña. Viví cómo independentistas y españolistas en pugna idiomática gritaban “No Tenim Por” o “No Tenemos Miedo”, cómo una multitud abucheaba a su Rey y al presidente; y cómo, en contraste, esa misma multitud regalaba aplausos y flores a los cuerpos de seguridad y los servicios de emergencia que atendieron a las afectados y trataron, con su trabajo, de atenuar la tragedia.

No pude dejar de pensar en el motivo principal de aquella concentración: un muchacho de 22 años recorrió 530 metros en una camioneta por medio de uno de los paseos más famosos del mundo, entre otros motivos, por estar siempre repleto de personas. Por encima de todo lo anterior, me quedo para siempre con el trayecto de flores, velas, postales y fotos, que todos los que estaban allí ayer, honraron sin mediación de banderas, a favor de la vida y contra del terrorismo.

En Barcelona hubo un desfile en el mismo lugar donde hace unos días se impuso el terrorismo. Foto: Jennifer Veliz/ Cubadebate.

Cuando conocí Las Ramblas en el 2009 pensé que, aún para los barceloneses que debían estar acostumbrados a andar y desandar ese camino, un día triste se arreglaba allí. Por ese motivo, por creer en la magia hermosa de aquel lugar, entendía que el día del atentado no sólo morían personas inocentes sino que, en medio de otros muchos acontecimientos, el halo de Las Ramblas era atacado de forma despiadada.

Hay un pensamiento que se me repite constantemente y tiene que ver con la motivación de esos que masacran y la idea última que los impulsa a matar, más allá de conocer la complejidad política y religiosa de todos estos acontecimientos. De cualquier manera, por encima de la consternación y la tristeza, reivindico el grito de No Tenemos Miedo porque de no hacerlo, le estaría dando una víctima más a los que quieren sembrar el terror.

Ayer, el bullicio de alrededor de 500 mil personas solo fue aplacado por unos instantes cuando se escuchó a García Lorca en las voces de la actriz catalana Rosa María Sardá y la portavoz de una comunidad musulmana Miriam Hatibi. Me cuesta creer en las casualidades pero debo reconocer que este agosto he estado muy cerca de ellas. Probablemente no exista mejor descripción de Las Ramblas que las escritas por Lorca, el poeta que murió fusilado un 18 de agosto de 1936, 81 años antes y un día después de la muerte, también inocente, de 14 personas (ya son 16) en ese lugar que para él nadie que visite Barcelona podrá jamás olvidar:

“La esencia de la gran Barcelona, de la perenne, la insobornable, está en esta calle, la calle más alegre del mundo, la calle donde viven juntas a la vez las cuatro estaciones del año, la única calle de la tierra que yo desearía que no se acabara nunca, rica en sonidos, abundante en brisas, hermosa de encuentros y antigua de sangre: La Rambla de Barcelona”.

Homenaje a las víctimas del atentado del 17 de agosto en Barcelona. Foto: Jennifer Veliz/ Cubadebate.

Muchos niños asistieron a la manifestación en la ciudad condal contra el terrorismo. Foto: Jennifer Veliz/ Cubadebate.

En la manifestación ondearon más estelades y senyeres que banderas de España. Foto: Jennifer Veliz/ Cubadebate.

Fue una manifestación también contra la islamofobia. Foto: Jennifer Veliz/ Cubadebate.

Flores rojas y amarillas en representación de los colores de Barcelona. Foto: Jennifer Veliz/ Cubadebate.

El pueblo rindió homenaje a los bomberos. Foto: Jennifer Veliz/ Cubadebate.

Este sábado se hizo un llamado a la paz en Barcelona. Foto: Jennifer Veliz/ Cubadebate.

Foto: Jennifer Veliz/ Cubadebate.

Foto: Jennifer Veliz/ Cubadebate.


Archivado en: España, terrorismo Tagged: Atentados en Barcelona, España, homenaje, Ramblas, terrorismo