Entre todos los anuros ibéricos hay dos especie que se encuentran permanentemente ligada a pequeños cauces fluviales, la Rana pirenaica (Rana pyrenaica) cuya distribución está restringida a los Pirineos y la Rana patilarga (Rana iberica) que aparece en Euskadi, Asturies, Galicia, León, Zamora, norte de la Portugal y Sistema Central, llegando en el sur hasta las sierras de San Pedro, en Cáceres.
Las ranas patilargas son muy pequeñas si las comparamos con otras ranas, y suelen medir entre 40 y 60 cm y pesar entre 4 y 9 gramos cuando son adultas. Estos anfibios viven en pequeños arroyos de aguas rápidas y frías con abundante vegetación ribereña por lo que suelen ser lugares humbríos y frescos. Tienen unos requerimientos ecológicos muy estrictos, necesitando una elevada humedad ambiental, aguas muy oxigenadas para el desarrollo de las larvas y temperaturas no muy altas, estando siempre ligados a la presencia de agua.
Ayer estuve con mis amigos de la Fundación Lurgaia haciendo un muestreo de esta especie en el arroyo Amunategui, donde prospecciones anteriores habían detectado las mayores densidades de Ranas patilargas de Bizkaia. En este arroyo, la fundación Lurgaia ha realizado un encomiable trabajo de restauración en los ultimos años, eliminando eucaliptos y plantando las riberas y con especies autóctonas como alisos y avellanos. En un tramo de unos 700 metros conseguimos ver unos 40-45 ejemplares de patilarga de los que capturamos 30 de ellos para medirlos, pesarlos y tomar una muestra de tejido para realizar análisis genéticos. Posteriormente todos ellos fueron soltados de nuevo en los lugares de captura.
La reproducción de las ranas patilargas tiene lugar entre noviembre y marzo, aunque hay considerables diferencias fenológicas entre poblaciones, por ejemplo mientras en Asturies la mayoría de las puestas se producen en el otoño, en Euskadi tiene lugar a partir del mes de febrero, y de hecho ayer mismo encontramos varias hembras maduras y algunos amplexus.
Aunque los machos se pueden unir a las hembras en las orillas, sobre todo en el borde de los arroyos, finalmente la pareja se dirige al agua donde realizan la puesta en un remanso, muchas veces debajo de alguna piedra o adherida a la vegetación acuática.
La Rana patilarga es endémica de la Península Ibérica y es uno de los tesoros de nuestra herpetofauna. Desgraciadamente el hábitat de esta especie se encuentra muy degradado debido a las plantaciónes de especies alóctonas, sobre todo eucaliptos, a la creación de pistas forestales y a la contaminación de los cauces. Trabajos como el que está realizando la Fundación Lurgaia son un perfecto ejemplo que nos demuestra que no se puede proteger una especie sin proteger el hábitat en el que vive. Desgraciadamente, la mayor parte de los proyectos de conservación auspiciados y financiados por las administraciones públicas no tienen en cuenta ese importante matiz por lo que están condenados al fracaso desde el principio.