En principio, dos cosas de las que ya hablé:
- La división de la sociedad ucraniana. No es que el sistema de partidos tenga distintas bandas en competencia ajustada, es que existe una polarización impresionante. Quienes ganan en un sitio por el 90%, pierden en otros sitios con el 10%. Desde Europa occidental es dificil imaginar algo así. Incluso España, cuyos debates políticos tienen un fuerte componente de "minorías" y hasta hay dos regiones en las que el idioma oficial del estado es minoritario (Galicia y Baleares), es una balsa de homogeneidad en comparación con Ucrania. En general, los países europeos occidentales son los países más homogéneos y menos polarizados que hay (por mucho que minorías extremistas intenten persuadirnos de lo contrario). Supongo que influyen los siglos de historia compartida a cuestas.
- China empuja a Rusia. Rusia es el país más grande del mundo y sin embargo está constreñida entre dos plataformas ascendentes: China y la UE. Desde los años 70 Rusia ha perdido la paridad tecnológica y económica con su entorno. De hecho, los graves problemas de instituciones disfuncionales, obsolescencia industrial e invierno demográfico, tienen como consecuencia que en la práctica la economía rusa sea como la de una colonia africana del siglo XIX. Viven a base de exportar materias primas y esta riqueza la acumulan pocos oligarcas. China está comprando terreno en Rusia y ya hace presión demográfica en el lejano oriente y los países del este de Europa, tras décadas de horrible dictadura se han lanzado a los brazos de la órbita occidental.
Putin yendo a comprar el pan.
García y Albiac mencionan que al fin y al cabo Crimea siempre fue rusa y su población es política y afectivamente más próxima a Moscú que a Kiev. Eso es verdad, sobre todo gracias al exterminio y exilio de los tártaros de Crimea (recordad cómo Stalin jugaba al Risk). Sin embargo decir esto es asumir que la historia supera a la ley. Si algo bueno tienen los estados liberales, es que su población no está compuesta por paisanos sino por ciudadanos y que una ley igual para todos prevalece sobre circunstancias arbitrarias como el idioma o el lugar de origen.Sin duda se habla mucho sobre la posición estratégica de la base naval de Sebastopol (y el astillero de la Flota del Mar Negro de Mykolaiv), pero los rusos cuentan con más infraestructura militar en su propia costa, sobre todo en el mar de Azov, Taganrog y Rostov del Don. Cuidar de sus intereses militares ahí sí puede resultarles importante pero como excusa suena dificil de creer: nada hacía pensar que un gobierno ucraniano pro-occidental fuera a tirar a la basura el acuerdo de cesión de las bases militares crimeas. Es más, incluso la incorporación de Ucrania a la OTAN no tiene que suponer el fin abrupto de la presencia militar rusa. No olvidemos que OTAN y Rusia comparten un consejo en el que se reúnen para tratar cuestiones de interés mutuo e incluso que Rusia colabora con la OTAN en la misión afgana.
Putin ganando el festival de la OTI.
Lo que dicen los rusos es que la población rusocrimea corría peligro tras el golpe de estado que expulsó a Yanukovich del poder. Sin embargo ninguna declaración ni acción del nuevo gobierno de Kiev hace pensar que esto se acerque a la realidad. Es cierto que Yanukovich disparó sobre población civil, es cierto que hubo secuestros, torturas y asaltos a periódicos y sedes de partidos políticos, por lo tanto es plausible pensar que podían darse episodios de venganza. Sin embargo los rusos se curaron en salud y actuaron antes de que se produjesen estos episodios. Yo diría que esta es una excusa torticera y demasiado cogida por los pelos.Y llegamos al punto de la justificación de una intervención militar. Algunos dicen que Estados Unidos y la Unión Europea no pueden condenar el movimiento militar ruso ya que estos también invaden países. La abyecta equidistancia al comparar a Rusia con Occidente es el tipo de justificación más común entre los enemigos de Occidente.
Franco Putin pescando un lucio de 10 kilos.
Putin regresando de la base submarina secreta de SPECTRA.
Pero voy a ser inocente por un minuto y voy a pensar que la preocupación rusa por los rusocrimeos es sincera. En ese caso Moscú bien podría pedir una misión de observadores de la OSCE, con presencia rusa. O incluso en el marco del memorandum de Budapest enviar observadores junto a americanos y británicos. Pero no, lo que hace el oso ruso es desplegar a su ejército, tomar objetivos civiles (aeropuertos, nudos de comunicación) y sitiar objetivos militares (bases del ejército ucraniano, bases de la guardia costera ucraniana). Con este movimiento lo que hace Rusia es perder bazas diplomáticas y aislarse. Y eso que tenían un punto (diminuto, pero existente) al que aferrarse: se produce un golpe de estado en Kiev y el ex-presidente les pide ayuda. Pasemos por alto que ese golpe se produce tras el hostigamiento a la población civil y que cuenta con el apoyo del parlamento (y dentro del parlamento con varias docenas de diputados del propio partido de Yanukovich).Los más enterados hablan del gas ruso (recordemos: Rusia exportando materias primas, Rusia como colonia). Un cambio en la dirección política de Kiev puede acercarles a Europa y rebajar su nivel de dependencia de Rusia. En lo que respecta al gas ruso que compra Europa, se ha iniciado la construcción de un gasoducto que une Rusia directamente con Italia (y cruza Bulgaria). A este se le une el gasoducto del norte que une a Rusia con Alemania. En general estos últimos gasoductos circunvalan los que corren por Ucrania y Bielorrusia. Que Moscú retenga a estos países bajo su órbita significa que pueda cortarles el gas y para poder hacer esto necesita comunicación directa con centroeuropa. Estos nuevos gasoductos (norte y sur) compiten con las vías alternativas que tiene Europa: desde el Caspio y el Pérsico pasando por Turquía y desde Argelia pasando por España.
Es decir, hay una doble competencia aquí: la económica en la exportación de gas natural y la política sobre quién retiene su influencia en Europa Oriental. Pero ojo, tampoco olvidemos que estos proyectos rusos cuentan con la participación de grandes empresas energéticas europeas (como con el asunto de la OTAN, Rusia quiere ir por libre y ya no puede). Y sobre lo de la influencia, pues bueno, poco hay que decir: viendo el movimiento de fronteras, Rusia está perdiendo terreno (un terreno que de todas formas no era suyo). La ampliación de la OTAN hacia el este puede ser interpretada como un movimiento hostil contra Moscú, pero eso es porque Moscú no entiende a la alianza atlántica. Lo que nos lleva a un problema de fondo.
Este problema de fondo no lo tengo desarrollado y responde más a un pálpito que a un análisis. Moscú no debe temer a Occidente, sino a sus propios coleguis. En primer lugar a China (están comprando terreno y fábricas en Rusia y ahí importan a sus trabajadores), en segundo lugar a Irán y los grupos islámicos fundamentalistas que campean sus glorias deportivas por su patio trasero. Aliados poco fiables (o como en el caso islámico, que les profesan un odio a muerte), que no es que el día menos pensado les monten un pollo, es que no han dejado de ponerles bombas desde el Kabul de los años 70. Fijaos en el sindiós del Cáucaso, donde tiroteos y bombas son cotidianas. Pero también fijémonos en esas dictaduras centroasiáticas que se sostienen con chicles y alambres (y por cierto, ya que en este último enlace hablo de Tayikistán, traigo a colación que el exiguo ejército tayikistaní lleva un año desplegado para tratar de recuperar el control de la mitad del país).
Algo rápido sobre el coste para Rusia de su aventurismo que mencionaba el presidente Hussein. Con el rublo en mínimos históricos el Banco Central Ruso acaba de vender 10.000 millones de dólares de sus reservas y subió los tipos de interés del 5,5% al 7%. Si a esto le sumamos las sanciones contra propiedades y cuentas rusas en el extranjero, el rechazo de visados y demás cositas, los rusos puede que aprendan que están en un mundo nuevo en el que las acciones tienen un coste.