Las razones del lobo, de José María Herranz

Publicado el 09 febrero 2012 por Agora

Las razones del lobo

-poema dramático- y Sofismas

José María Herranz

Poeta de Cabra, Madrid 2009

José María Herranz compagina su labor de poeta con la de incansable agitador cultural (fue ponente y organizador, en el Ateneo de Madrid, de unas jornadas sobre el poeta zaragozano Miguel Labordeta; es miembro del Círculo de Bellas Artes y antólogo de una reciente antología de poesía actual: Donde no habite el olvido). En ambas labores se distingue José María Herranz por su originalidad y por su apuesta al margen de los caminos transitados. Ha escrito un poema dramático (“Las razones del lobo”) en esta época en que hasta el drama teatral se escribe en -mala- prosa. Regresa, pues, el poeta a la mejor tradición lírica del siglo XX: a la del Eliot de Asesinato en lacatedral, o al mismo Cernuda, muchos de cuyos “poemas mayores” son en efecto poemas dramáticos.

El libreto que comentamos, además del extenso poema dramático, recoge también en su segunda parrte otra colección de poemas más breves, hilvanados, que se titula “Sofismas”. Sigue su publicación a la de dos libros anteriores de Herranz: Oráculo de la amistad (Ediciones Vitrubio) e Hijos de la miseria (taller de poesía Vox).

Es evidente que el título del poema dramático (“Las razones del lobo”) evoca el poema de Rubén Darío “Los motivos del lobo”, diálogo entre san Francisco de Asís y el Hermano Lobo; aunque se intuye ya que, en Herranz, el lobo no es el fraterno colega y ameno coloquiante con el pacífico santo de Asís; sino el lobo de la sentencia “Homo lupus hominis”, el hombre es un lobopara el hombre, que tomara el filósofo Thomas Hobbes al comediógrafo latino Tito Macio Plauto.

La cita latina es digna de recordarla completa, pues se olvida recordarla en su segunda parte, donde se da “razón” de su radical misantropía. Dice Plauto, en la comedia Asinaria: “ homo hominis, non homo, quom qualis sit non novit”. Lobo es el hombre para el hombre, lobo, no hombre, cuando desconoce al otro.

El poema de Herranz es, en efecto, un grito (en forma de letanía poética), una larga lamentación por ese desconocimiento del otro, causa de la destrucción moral y física del mundo, y que tiene como consecuencia, a su vez, la soledad de la palabra. El puro grito del poema.

“Dime cómo hacen el amor las ruinas”, dirá un verso de Herranz.

Un grito lleno de repeticiones, anáforas, dentelladas, ritmo de tren mecánico que pasa y vuelve a pasar.

Creemos que el leit- motiv del poema dramático es la denuncia de la falta de comunicación, y sobre este tema, vuelve el poeta en “Sofismas”, la segunda parte de este volumen de versos. Esta parte se encuentra más cuajada de desengaño personal y de barrroquismo poético. Hermosísima nos parece la coda o, como le llama el autor, “Addenda” a “Sofismas”. Lo dialogal vuelve a entrar en el nudo de esta poesía, a la que, quizá, le sobre un poco de verbosidad -de efusión y fuego verbal-, de la que el autor es consciente, pero no consigue o no quiere siempre contener. También Nietzsche, en su “Zaratustra”, obra genial, tenía esos momentos retóricos que para algunos lectores más fríos no están a la altura de su calidad literaria. Pero, hacer poesía es ante todo asumir riesgos, y José María Herranz, un poeta valiente, no se propondría nunca escribir unos versos correctos.

Fulgencio Martínez