Las reacciones han sido tan brutales en algunos casos que el ministro del Interior ha dicho que serán investigadas para ver si en ellas hay delitos condenables.
Sin embargo, ademas de condenar el lamentable asesinato, impulsado al parecer por una venganza personal, los políticos deberían reflexionar y rectificar sus conductas, que en muchos casos, por su arrogancia, corrupción, arbitrariedad y falta de humanidad y democracia, constituyen verdaderas provocaciones al ciudadano.
Que en un país donde se estafa al ciudadano desde la banca, ante la indiferencia de los gobernantes, y en el que se roba y se saquea desde lo público, se produzcan reacciones enfermas cuando un político es asesinado, no puede causar demasiada sorpresa.
La violencia nunca es admisible y el asesinato, máxima expresión de la violencia, debe ser condenado y castigado con firmeza, pero los políticos deberían reflexionar y admitir que también es violencia permitir desde el poder que se roben los fondos públicos con impunidad, que se arrebaten las viviendas a familias a las que se arroja a la mendicidad, que cientos de miles de padres se desesperen por no poder alimentar a los suyos y que la sociedad que ellos gobiernan sea cada día mas injusta, indecente, desigual y brutal.
Ojalá el triste asesinato de la política leonesa sirva a los arrogantes, insensibles y deplorables políticos españoles para rectificar y convertirse en verdaderos dirigentes democráticos y ejemplares, en lugar de ser odiosos, arrogantes, artífices de una España tan injusta como indecente.