Alana Farmer vive con su excéntrico tío en Londres, donde disfruta de unos privilegios y una educación dignos de una princesa. En vísperas de su presentación en sociedad, descubre un secreto acerca de sus orígenes. ¿De verdad es la princesa perdida de Lubinia? Alana se deja convencer por su tutor de regresar a su país natal y así poner fin a una revuelta, pero pronto se encuentra en un país montañoso y aislado cuyas costumbres parecen salidas de la Edad Media.La recién llegada está envuelta en sospechas e intriga, por lo que Christoph Becker, capitán de la guardia real, la arresta creyendo que puede tratarse de una astuta impostora. De pronto, mientras una abrasadora pasión estalla entre Alana y el hombre que la ha encerrado injustamente, el destino de una nación está en manos de estos y depende de los dictados de sus corazones.El argumento de la novela me pareció interesante, una joven con un pasado que desconoce, ignora que cuando no era más que un bebé tenía enemigos que la querían muerta. Por supuesto, descubrir la verdad años después y enterarse que su tío Poppy, tan generoso y bondadoso, no es otro que un ex asesino a sueldo que estuvo a punto de ejecutarla es motivo suficiente para que Alana vea como todo su mundo, seguro y tranquilo, se venga abajo. Sin embargo no será nada comparado con lo que se encontrará en Lubinia, su verdadera patria, al verse cara a cara con un oficial empeñado en creer que no es más que una impostora y no la hija del rey, como ella asegura.
Alana me gustó en el inicio de la novela, una joven diferente a las jóvenes de su edad, con una educación superior a la media y por encima de todo una preparación física que cualquier soldado desearía. No obstante, según iba avanzando en su aventura por reencontrarse con su padre, me pareció que perdía gracia. En algunos momentos me parecía un poco pueril para ser una joven tan preparada; como la visita al palacio real para encontrarse con el rey Federico. Después, cuando los peligros empiezan a acosarla, se convierte, sin más, en otra damisela en apuros.
Christoph, por su parte, no me gustó desde el principio, y según iba sabiendo más de él, seguía sin atraerme mucho. Me parecía bocazas, arrogante y autoritario. Esperaba que fuera de los que se derriten a lo largo de las páginas, pero tampoco es que viera mucha evolución en el personaje.
No he disfrutado mucho de la novela, me imagino que no estoy hecha para estas novelas con protagonistas muy jóvenes, muy inmaduras, aunque la autora intente darle otro matiz. El protagonista tampoco me ha ayudado a encontrar algo que me atrajera. Y la historia me pareció más una comedia de enredo bastante rocambolesca (y no creo que haya sido el fin de la autora con esta novela) que una novela de intrigas palaciegas con una historia de amor como principal trama.
En resumen, no he conectado con los personajes ni la historia me ha enganchado. Creo que para las incondicionales del género RA histórico es apetecible y disfrutarán con Las reglas de la pasión, pero para mi gusto, no me ha dejado con muchas ganas de leer algo más de Johanna Lindsey si ésta es la línea habitual de sus novelas.