Jóvenes y adultos, barbudos y afeitados, mujeres y niños se daban la mano o proferían consignas revolucionarias contra Mubarak. No solo los miembros de algún credo religioso, sino también los laicos y agnósticos acompañaron a sus compatriotas respetando sus momentos de oración.
Mientras por el escenario político empezaban a desfilar los personajes protagonistas del proceso de transición que empieza a organizarse, en la plaza de la Liberación el pueblo egipcio volvía a pintarse el rostro con los colores de la bandera de su país.
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