Violeta es la cocinera, no digo una, sino LA COCINERA, Violeta viene en verano a cocinar a la casa de mis suegros a Salinas, en Asturias, donde nos juntamos un montón, y Violeta se arma de paciencia y nos aguanta, yo creo que antes de venir se toma un par de tilas porque aguantar a nueve, mas gato y perro no debe ser fácil de llevar, pero ella puede con todo, con eso y mucho más.
Este año por si esto fuera poco, yo me he pegado a ella como una lapa todo el día preguntándole todo tipo de trucos y recetas, “y como haces esto?” “y cuando le pones lo otro?”, creo que hasta Paula estaba celosa.
Uno de los rituales de Violet, como le llamamos en tono cariñoso, es preparar rosquillas. Prepara bandejas de rosquillas día sí, día no, que mi suegro se come día sí, día también. Después de este verano he llegado a la conclusión que comparte algún antepasado con Homer Simpson, devora las rosquillas.
Como os podéis imaginar no he perdido ocasión para aprender como Violeta hace las rosquillas, que están buenísimas y además no engordan, aunque no es una receta muy complicada la dejo aquí para compartirla con todos.
Ingredientes
500grs de harina
200grs de azúcar
100ml de aceite
50ml de anís
1 sobre de levadura
La piel de un limón
Una pizca de sal
Mezclamos en un cuenco el azúcar con la ralladura del limón, a continuación añadimos el resto de los ingredientes excepto la harina y la levadura que las reservamos, una vez tengamos una mezcla homogenea añadimos la harina poco a poco y la levadura, es preferible que tamicemos la harina mientras la añadimos para que no se formen grumos.
Ahora que ya tenemos la masa ponemos aceite a calentar, para hacer las rosquillas la manera más fácil es hacer bolas con la masa y entonces las agujereamos con un dedo y así conseguimos una forma perfecta. El aceite debe estar muy caliente, una vez fritas se sacan y se ponen sobre papel de cocina para que absorva el aceite sobrante. Cuando ya estén frias las ponemos sobre una fuente y espolvoreamos de azúcar.