Debo confesar que cuando cayó en mis manos Dies Irae, la segunda parte de la novela Memento mori, estaba algo asustado porque no cumpliera las expectativas generadas por su predecesora. Cesar Pérez Gellida puso el listón muy alto con su primera novela, algo que puede pasar factura incluso a los más grandes de este oficio pero, tras un par de capítulos, pude comprobar que no tenía nada que temer. Pérez Gellida aprovecha esta segunda novela para desplegar todo su arsenal de destrezas narrativas. El reencuentro con los personajes que ya aparecieron en Memento mori se produce de forma muy natural, tanto que se podría comparar a un reencuentro con viejos amigos, y las sorpresas se van sucediendo a lo largo de la novela reservando, como todo buen narrador, lo mejor para el final. El resultado es una historia que no decae en ningún momento, que atrapa desde las primeras páginas y consigue mantener el ritmo capítulo tras capítulo, con la dificultad que eso conlleva.
Debo confesar que cuando cayó en mis manos Dies Irae, la segunda parte de la novela Memento mori, estaba algo asustado porque no cumpliera las expectativas generadas por su predecesora. Cesar Pérez Gellida puso el listón muy alto con su primera novela, algo que puede pasar factura incluso a los más grandes de este oficio pero, tras un par de capítulos, pude comprobar que no tenía nada que temer. Pérez Gellida aprovecha esta segunda novela para desplegar todo su arsenal de destrezas narrativas. El reencuentro con los personajes que ya aparecieron en Memento mori se produce de forma muy natural, tanto que se podría comparar a un reencuentro con viejos amigos, y las sorpresas se van sucediendo a lo largo de la novela reservando, como todo buen narrador, lo mejor para el final. El resultado es una historia que no decae en ningún momento, que atrapa desde las primeras páginas y consigue mantener el ritmo capítulo tras capítulo, con la dificultad que eso conlleva.