CON M DE MAMÁ y S de SEMANAS MÁGICAS
Soy madre, y no por el hecho de ser más mayor que mis hijos escondo mis sentimientos ante ellos. Creo que es realmente necesario que nuestros hijos vivan en primera persona el estado de ánimo de sus más allegados, para educar así su sensibilidad y evitar que tengan miedo o pudor a expresar cómo se sienten. (Cuando hablo de estados de ánimo, hablo de eso: estados de ánimo, tales como alegría, tristeza, dolor, decepción, sorpresa... Jamás defenderé que unos niños presencien peleas violentas o situaciones "adultas" que no aporten otra cosa a sus vidas más que dolor, vacío, angustia y pésimos patrones de conducta).Ayer noche, mientras daba pecho a Rubiazo a la hora de acostarse, tuve un momento de "tristeza silenciosa" pensando en mi padre, su ausencia y cuánto lo necesito. Mi pequeño de 17 meses no me vio llorar, ni tampoco me oyó hacerlo, y, sin embargo, de pronto dejó el pecho y me miró intensamente a través de la oscuridad mientras decía "MÁ"; segundos después volvió a cogerse al pecho, pero entonces soltó su mantita, alargó su brazo y abrazó (como pudo) mi cuello, estrujándome contra él todo lo que podía. Repitió el gesto varias veces... y a mí me dejo muda, y con el corazón rebosando amor.Cuento esto porque con las últimas corrientes, modas y demás historias sobre los bebés. sus padres, el sueño y si sienten o padecen, se me revuelve el estómago cuando pienso que aún hay quien, de verdad, se plantea todo esto. Los bebés son personitas con un corazón virgen, puro, y listo para acoger dentro de sí, en sus mil y un recovecos, todo lo que sus progenitores y entorno volquemos sobre él. Si volcamos amor, reproducirá amor, si volcamos ira, reproducirá ira. Esto no es un descubrimiento ni mío ni de ahora. Es pura lógica o sentido común. Y lleva años, siglos, siendo así. Por tanto, SIGO SIN COMPRENDER ESTA MANÍA TAN MODERNA DE DESHUMANIZAR A LOS BEBÉS. Joder Leñe, compremos robots en vez de "fabricarlos", pues.Yo es que lo tengo bastante claro: si estoy triste, desolada, dolida, sin fuerzas o decepcionada: NECESITO UN ABRAZO, NECESITO LLORAR, NECESITO DESAHOGARME, NECESITO CARIÑO. Así que entiendo que mis hijos, también. Y, por si cabe alguna duda de ello, pongámonos a pensar en la cantidad infinita de muestras de amor desinteresado que nos dan a lo largo del día nuestros pequeños monstruos, y más si nos ven tristes o pesarosos, al menos en mi casa ocurre así. Para muestra un botón.Cuando estaba embarazada de Pichu, una amiga de Papi, que acababa de tener un niño, nos recomendó un libro que, para nosotros, fue y es EL LIBRO: LAS SEMANAS MÁGICAS es un libro que nos habla de ocho grandes saltos evolutivos a lo largo de los primeros 14 meses de vida de nuestros hijos, y nos ayuda a entender el porqué de ciertos comportamientos y reacciones, a la vez que nos da sugerencias e indicaciones para aprender a ayudar a nuestros bebés durante esas "fases de inquietud" o "periodos de crisis". El libro nos descubre como va desarrollándose la mente de nuestros hijos durante esos 14 meses, y en concreto en esos 8 momentos, y explica de qué manera afectan esos importantes cambios a nuestros pequeños, de forma que lo que podría vivirse como "lleva una semana que está inaguantable, no hay quien lo entienda, no puedo más, no entiendo nada, no sé qué más hacer", se transforma en "estamos en semana mágica, va a producirse otro cambio, vamos a ayudarle a hacerlo; si llora es porque se encuentra "raro" y nos necesita". Y yo, como madre de dos, como madre que ha padecido cólicos del lactante (o lo que quiera que sean, porque teorías sobre esto también hay tropecientas mil) y lloros por enfermedad, también he/hemos sufrido esos llantos de angustia, en principio sin sentido, esas épocas con mamitis extra aguda, esos momentos de retroceso en sus avances, esos días de irritabilidad extrema, inconformismo rebelde y timidez exagerada y repentina. Pero en nuestro caso los hemos vivido SABIENDO Y COMPRENDIENDO. Y eso nos ha ayudado muchísimo a estirar la paciencia como si de un chicle se tratara, a ser capaces de "acompañar" a nuestros hijos en esos momentos de desazón y angustia que, juntos aunque agotados, hemos ido transformando en cambios hacia otra etapa maravillosa y en logros que hemos celebrado con ellos. Y no falla, mamis y papis. PUEDO PROMETER Y PROMETO que el libro no falla. O al menos en esta casa y en la de aquellas familias amigas a quienes lo hemos recomendado, ha dado en el clavo de tal manera que llegaba a asustar tanta coincidencia. Era mirar la "tabla de las semanas mágicas" y decir: estaba claro, está en otra fase. Aunque, claro, teniendo en cuenta que sus autores, Hetty van de Rijt y Frans Plooij, no se han basado en la intuición, sino en años y años, y bebés y bebés, de estudio y observación, pues hombre, mucho fruto de la casualidad no podía ser.¿Que por qué os cuento esto? Pues porque, a pesar de que mi Rubio esté en estos momentos en una de esas semanas mágicas (el libro registra hasta los 14 meses, pero explica que antes de cumplir los 20 meses los bebés dan dos saltos más en su desarrollo, y después varios más, antes de ser totalmente independientes), a pesar de que tenga una mamitis que no se aguante ni él, a pesar de que esté cayéndose de sueño y evite dormirse o que necesite hacerlo agarrado a mí como si no hubiera mañana... A pesar de todo eso, ayer noche mi Rubiazo intuyó que yo no estaba bien, y dejó a un lado sus necesidades para abrazarme y darme amor, así sin más. PORQUE YO LO NECESITABA. Y como la mente humana es así de compleja y curiosa de narices, vaya usted a saber por qué, mi cabecita loca de pronto visualizó la portada de ESTE MARAVILLOSO LIBRO. Y, simplemente, sentí la necesidad de compartirlo con vosotr@s.A las futuras mamás y futuros papás que decidáis buscarlo... ¡FELIZ LECTURA! A los demás, GRACIAS POR LEERME UNA VEZ MÁS.