De todas maneras, el efecto de las separaciones es distinto para cada pareja: podría desestabilizarlas, movilizarlas sólo un poco, o provocar tremenda crisis. Ninguna de estas reacciones es casual. El grado de rebote de las separaciones de amigos se relaciona, estrictamente, con el estado de la pareja. “Si entra en crisis por este motivo es que estaba demasiado estática o dormida –entiende la psicoanalista Czernikowski–, entonces tendrá que apostar a responder las preguntas que se le presenten: en relación a la familia y a los hijos, que deberían ser producto de la pareja, pero no su destino; en relación al tipo de vínculo que han formado, a veces se apuesta al cariño pero no al amor que incluye el erotismo. Cuando se atraviesa una crisis siempre se va a estar mejor que antes, porque algo se resolvió, no importa cuál sea el resultado, no importa si siguen casados. A tener cuidado: a veces se degrada el amor frente a la seguridad de la vida cotidiana”.Las separaciones de otras parejas sirven de alerta, pero no siempre. A veces sólo contagian, produciendo el efecto dominó. El psicoanalista Norberto Inda así lo explica: “Cuando no se atiende a lo singular de cada caso, se pierde la subjetividad, se anula la individualidad, y ésto es peligroso: alguien grita y todos gritamos, como si fuera un oleaje que nos aleja de la reflexión. Nos guía por el camino equivocado, un camino que no es el nuestro”.Posiblemente las crisis de las parejas ajenas nos enfrenten a la fragilidad del propio vínculo amoroso, y no está mal, porque el amor es así de frágil, así de vulnerable, y hay que cuidarlo para que se mantenga vivo. Hasta cuando sea, hasta cuando valga la pena.Fuente:Mariana Perel - Clarín / Vida Cotidiana
De todas maneras, el efecto de las separaciones es distinto para cada pareja: podría desestabilizarlas, movilizarlas sólo un poco, o provocar tremenda crisis. Ninguna de estas reacciones es casual. El grado de rebote de las separaciones de amigos se relaciona, estrictamente, con el estado de la pareja. “Si entra en crisis por este motivo es que estaba demasiado estática o dormida –entiende la psicoanalista Czernikowski–, entonces tendrá que apostar a responder las preguntas que se le presenten: en relación a la familia y a los hijos, que deberían ser producto de la pareja, pero no su destino; en relación al tipo de vínculo que han formado, a veces se apuesta al cariño pero no al amor que incluye el erotismo. Cuando se atraviesa una crisis siempre se va a estar mejor que antes, porque algo se resolvió, no importa cuál sea el resultado, no importa si siguen casados. A tener cuidado: a veces se degrada el amor frente a la seguridad de la vida cotidiana”.Las separaciones de otras parejas sirven de alerta, pero no siempre. A veces sólo contagian, produciendo el efecto dominó. El psicoanalista Norberto Inda así lo explica: “Cuando no se atiende a lo singular de cada caso, se pierde la subjetividad, se anula la individualidad, y ésto es peligroso: alguien grita y todos gritamos, como si fuera un oleaje que nos aleja de la reflexión. Nos guía por el camino equivocado, un camino que no es el nuestro”.Posiblemente las crisis de las parejas ajenas nos enfrenten a la fragilidad del propio vínculo amoroso, y no está mal, porque el amor es así de frágil, así de vulnerable, y hay que cuidarlo para que se mantenga vivo. Hasta cuando sea, hasta cuando valga la pena.Fuente:Mariana Perel - Clarín / Vida Cotidiana