Las series españolas de 2023: Parte 1

Publicado el 28 febrero 2023 por Enprimera
El Festival de Berlín viene siendo en los últimos años uno de los que mejor trata a la producción cinematográfica española, y el Oso de Plata a la Mejor Interpretación para la niña Sofía Otero por su papel en 20.000 especies de abejas (Estíbaliz, Urresola, 2023) y el Premio del Jurado en la sección Encounters para Samsara (Lois Patiño, 2023) corroboran esta buena relación. También en los premios César del cine francés Pacifiction (Albert Serra, 2022) consiguió los premios a Mejor Actor y Mejor Fotografía de nueve nominaciones, entre ellas las de película y director, demostrando que Albert Serra no es profeta en su tierra, o más bien lo es solo en Cataluña, donde los Premios Gaudí sí reconocieron los valores de la película. Esta buena conexión con la Berlinale ha propiciado que España se haya volcado este año en el festival para presentar y vender sus próximas producciones en formato series, aunque ninguna de nuestro país ha sido seleccionada en Berlinale Series, la sección que desde este año ha otorgado un premio a la Mejor Serie, que ha conseguido Le buone madri (Disney+, 2023), una producción italiana dirigida por el británico Julian Jarrold, director de This England (Movistar+, 2022), con una Mención Especial para la noruega Architekten (Viaplay, 2023), una propuesta futurista escrita por dos estudiantes de la Escuela de Cine que logró convencer a una de las productoras más potentes del país. En Berlín se ha organizado Next from Spain Showcase, un escaparate de los más relevantes estrenos españoles recientes, pero también de los próximos proyectos, como El hijo del chófer, que prepara Isaki Lacuesta para Zeta Studios, o Vestidas de azul (Atresmedia, 2023), la continuación de la exitosa serie Veneno (Atresmedia, 2020). También se pudieron ver las primeras imágenes de la segunda temporada de Rapa (Movistar+, 2022-); Pollos sin cabeza (HBO Max, 2023), una comedia sobre un ex futbolista interpretado por Hugo Silva, sobre una idea de Álex de la Iglesia; Esto no es Suecia (RTVE, 2023), creada por Marc Clotet, una comedia dramática sobre unos padres que deciden ir a vivir a la montaña para proteger a sus hijos de la sociedad actual; y Selftape (Filmin, 2023), la tercera serie de la plataforma española que se centra en la vida de las dos protagonistas de la serie Pulseras rojas (TV3, 2011-2014). 
Berlinale Series fue una de las pioneras en dedicar una especie de minifestival a las producciones serializadas, desde su creación en 2015. Otros festivales de cine se han resistido a incluir estas propuestas en su programación pero finalmente han acabado asumiendo que se trata de una de las más relevantes en el panorama audiovisual. El Festival de Málaga solo había presentado algunas sesiones especiales de nombres relevantes pero no creó hasta el año pasado una sección dedicada al mundo de las series, llamada Pantalla TV, que este año parece querer consolidarse como uno de los referentes anuales donde se presenten los estrenos más relevantes de la temporada. La sección Pantalla TV, que se incluya ahora sí dentro de la programación del próximo Festival de Málaga (10-19 de marzo), incluye nueve producciones, aunque sin otorgar ningún premio, y se podrán ver las segundas temporadas de Días mejores (Prime Video, 2022-) y La Unidad Kabul (Movistar+, 2020-) y la tercera temporada de HIT (RTVE, 2020-), además de las nuevas series Nacho (Atresmedia, 2023), que ya habrá estrenado sus primeros episodios el 5 de marzo; las mencionadas Pollos sin cabeza (HBO Max, 2023) y Selftape (Filmin, 2023). Además de Las invisibles (Paramount+, 2022), protagonizada por María Pujalte y Lolita Flores sobre un grupo de camareras de piso en un hotel de lujo; y Las noches de Tefía (Atresmedia, 2023), sobre un campo de concentración franquista en Fuerteventura; Los pacientes del doctor García (RTVE, 2023), que se desarrolla en la posguerra. 

Los siguientes comentarios se basan exclusivamente en el visionado de las temporadas completas de las series mencionadas y pueden contener información relevante sobre sus argumentos.

Sabbath

Miniserie | RTVE Play | ★

Dirigida por Imanol Uribe, Pedro Olea, António de Macedo, Lamberto Bava 

Daniel Wronecki, Gertrud Pinkus

Entre las series que el archivo de RTVE incluye en su plataforma RTVE Play destacamos una de las producciones más desconocidas de la televisión pública, cuando había cierto interés en ofrecer productos con resonancia. Sabbath (RTVE Play, 1989) es una miniserie compuesta por seis largometrajes que fueron producidos por Origen P.C. para TVE en colaboración con Reteitalia (Italia), RTP (Portugal), Beta Film (Alemania) y SFP y FR-3 (Francia), reuniendo a directores reconocidos de sus respectivos países. En el caso español, se contribuyó con dos películas: La luna negra (Imanol Uribe, 1989) y La leyenda del cura de Bargota (Pedro Olea, 1989). La serie se emitió en España en el mes de julio de 1992, suponiendo un regreso de la cadena pública española a las historias de misterio y terror. Aunque los resultados son desequilibrados, se trata de una propuesta curiosa que ofrece la oportunidad de revisitar historias que principalmente estaban basadas en relatos populares, y es una de las producciones más desconocidas del género, algunas de cuyas películas incluso tuvieron distribución en cines de forma independiente. Hasta el momento, Sabbath solo podía encontrarse en la edición en DVD que publicó So Good Entertainment en 2008, con copias restauradas.  

La película más conocida es La luna negra (Imanol Uribe, 1989), que obtuvo varios reconocimientos como el premio del Público y el premio al Mejor Guión en Fantasporto 1990 o los premios del Círculo de Escritores Cinematográficos al Mejor Director y a la Mejor Música para José Nieto, además de competir en el Festival de Sitges. La historia estaba protagonizada por Lydia Bosch, Amparo Muñoz, Fernando Guillén, José Coronado y una adolescente Emma Suárez, y supuso el debut de Cayetana Guillén-Cuervo como actriz, en un pequeño papel como enfermera. Esta trama de posesión tiene algo de La profecía (Richard Donner, 1976), con una niña llamada Luna (Patricia Figón) que parece haber sido poseída por el espíritu de Lilith (Amparo Muñoz), en estado de coma tras un accidente. Hay elementos de venganza en una historia que mantiene con pulso cierto suspense, y que introduce algunos aspectos que hoy en día pudieran considerarse controvertidos, como la secuencia en la que Luna profana una iglesia orinando en el interior de un cáliz, que además se utilizó como el provocador cartel de la película. Con una adecuada y muy desconocida banda sonora de José Nieto y una espléndida fotografía de Javier Aguirresarobe, La luna negra a veces resulta demasiado confusa pero consigue introducir cierto desasosiego incluso años después de su estreno. Por su parte, La leyenda del cura de Bargota (Pedro Olea, 1989), está directamente basada en un relato popular que sitúa en la localidad navarra de Bargota a un cura del siglo XVI considerado como mago, que fue ajusticiado y condenado por la Santa Inquisición. La película comienza con una escena de empalamiento del padre Juan (Fernando Guillén-Cuervo) durante un interrogatorio, con el fin de que confiese estar poseído por el demonio, y a partir de ahí se desarrolla una historia en la que un pacto con el diablo le convierte en una especie de brujo capaz de teletransportarse. Con una hermosa banda sonora de Carmelo Bernaola, es un interesante acercamiento a las leyendas sobre brujería en Navarra que ya había abordado el director en su película Akelarre (Pedro Olea, 1984). 

Una de las curiosidades de esta serie es La maldición de María Alva (António de Macedo, 1989), porque la cinematografía portuguesa no ha abordado demasiado el género de terror y brujería. El director de películas como A promessa (1973), que fue seleccionada en el Festival de Cannes, también se basa en un relato popular sobre la localidad de Alva, de la que los reyes de España desposeyeron al conde Don Gunefredo (Carlos Santos) en el siglo XIV para entregárselas a María Alva (Lídia Franco, Manuela Cassola), quien utiliza sus poderes de bruja para seducir a los caballeros. El telefilme tiene un tono extraño, mezclando a los zombis con el terror gótico, pero finalmente resulta más curioso que interesante. Reteitalia presentó La máscara del demonio (Lamberto Bava, 1990), que muchos consideran un remake del clásico dirigido por su padre La máscara del demonio (Mario Bava, 1960), pero en realidad es más un homenaje que utiliza una trama parecida, basándose en El Yiyi (1835), un cuento de terror escrito por Nikolai Gogol. El director italiano lo convierte en una historia de posesiones con elementos de los años ochenta, protagonizada por un grupo de esquiadores jóvenes que acaban atrapados en una especie de palacio embrujado donde son poseídos. Es una película endeble que pierde efectividad sobre todo porque se la suele comparar con el clásico de su padre, pero aporta algunos hallazgos interesantes en secuencias erótico-terroríficas. La máscara del demonio se distribuyó en salas de cine en Japón con el título de Demons 5, incorporándola a la serie de películas que comenzó con Demonios (Lamberto Bava, 1985), que en realidad solo tuvo una continuación a la que se le añadieron otros títulos del director como si fueran secuelas. 

El elemento más destacado de Sabbath es la representación de cuentos populares de diversas zonas de Europa, como en las dos películas que se incorporaron en años posteriores a la fecha de producción. Por un lado, Marie la louve (Daniel Wronecki, 1991) está basada en la novela Marie la loba (1949, Ed. José J. de Olañeta), para la que el autor francés Claude Seignolle se inspiró, como en casi todas sus obras, en el folclore y los relatos populares. Se trata de una historia que mezcla brujería y licantropismo, en el que Marie (Aurélie Gibert) es una joven campesina que es elegida por un misterioso pastor (Pierre Debauche) para convertirse en líder de una manada de lobos. La película no es exactamente terrorífica, sino que ofrece un entorno atmosférico en el que la presencia de la naturaleza, amenazada por el hombre, cobra un especial protagonismo, y adquiere un tono cada vez más enigmático. Finalmente, la productora alemana Beta Films presentó Anna Göldin, la última bruja (Gertrud Pinkus, 1991), basada en la crónica de la que está considerada como una de las últimas mujeres ejecutadas por brujería en Europa, en el año 1782. La historia de Anna Göldin es real, y fue contada por la escritora Eveline Hasler en su novela Anna Göldin. Letzte Hexet (1982), en la que se basa la película. Esta sirvienta que habitaba en el cantón de Glaris en Suiza, fue expulsada de la casa en la que servía tras tener una relación amorosa con el dueño, pero inmediatamente la hija pequeña de la familia enfermó y Anna (Cornelia Kempers) fue acusada de haber practicado magia negra, siendo detenida. La película compitió en el Festival de Locarno, donde logró el Premio Ecuménico y también el Premio del Público en el Festival Max Ophüls, y fue la segunda y última que dirigió la cineasta Gertrud Pinkus, quien retrata al personaje principal, no como una víctima, sino como una mujer independiente que sin embargo se enfrentó a la dudosa moralidad de su época. Es el más interesante de todos los telefilmes, que solo se encuentran en RTVE Play en versión doblada. Pero se trata de una de las series más curiosas de las que forman parte del archivo de la plataforma. 

Pobre diablo

Temporada 1 | HBO Max | ★

Creada por Joaquín Reyes, Ernesto Sevilla, Miguel Esteban

Dirigida por Miguel Esteban, Danilo Diniz, Manuel Sicilia


La apuesta de HBO Max por la animación española se refleja en el estreno altamente promocionado (y notablemente retrasado) de Pobre diablo (HBO Max, 2022), que se presentó hace cuatro meses en el Festival de Cine Fantástico de Sitges. La propuesta creada por Joaquín Reyes, Ernesto Sevilla y Miguel Esteban inmediatamente recuerda a esas otras incursiones de los humoristas "chanantes" en la animación como Enjuto Mojamuto (2010) o Maricón y tontico (2015), pero se desvincula de aquellas en su sentido del humor y en el aspecto visual de la producción. Podríamos decir que esta serie quiere ser más ambiciosa en su propuesta y situarse más bien al lado de producciones animadas norteamericanas como Rick y Morty (HBO Max, 2013-), con referencias claras a Los Simpson (Disney+, 1989-) en la intro de cada episodio, por ejemplo. En realidad, Pobre diablo es la habitual mezcla de comentarios sobre la cultura pop de la que han bebido constantemente Joaquín Reyes y Ernesto Sevilla, y en cierta manera resulta fácil identificarse y disfrutar de sus guiños cinéfilos o seriéfilos para cualquier aficionado a la cultura audiovisual reciente. Pero en este caso con una propuesta que tiene perspectivas más amplias, apoyada por la apuesta decidida que ha realizado HBO Max para introducirla en su catálogo al nivel de otras producciones de animación para adultos, doblándose a 30 idiomas, lo que se ha reflejado en el éxito que ha cosechado a nivel internacional, permaneciendo aún en el Top 10 de series más vistas en veintiún países, incluido Estados Unidos. De hecho, la decisión de situar la historia en Nueva York no solo tiene que ver con el punto de partida que hace referencia a La semilla del diablo (Roman Polanski, 1968), utilizando el edificio Dakota como uno de los escenarios principales, y que se refleja mucho en la trama de la película Little Nicky (Steven Brill, 2000), situando parte de la acción en el Central Park en el que el diablillo Nicky (Adam Sandler) se refugiaba cuando su padre Satán le envía a recuperar a sus dos hermanos. También hay una evidente intención de abordar temas y personajes mucho más universales, que siempre son puntos de conexión de los resortes humorísticos con la sociedad actual. 
Candente todavía la polémica que ha rodeado a la serie Velma (HBO Max, 2023), que no solo tiene como origen las campañas conservadoras anti-woke, Pobre diablo no parece aspirar a crear controversia, porque su nivel de provocación está mucho más medido, lo que perjudica notablemente los resultados de la serie. La historia de Stan (Joaquín Reyes), que debe cumplir la orden de su padre Satán (Ignatius Farray) de provocar el Armagedón, cuando él lo único que quiere es ser cantante de musicales, es un punto de partida que permitía posibilidades mucho más fértiles de lo que finalmente acaba siendo, un poco perdida en un desarrollo que no sabe muchas veces en qué terreno situarse, si el de los comentarios sociales sobre los incels, la explotación laboral o el sexismo, o bien establecer un escenario de cierta provocación a través de algunos personajes secundarios como Cacahuete (Javier Botet). Pero da la impresión de que los guionistas a veces pisan el acelerador para acabar frenando en seco, como si tuvieran miedo a ir demasiado lejos, lo que acaba resultando una experiencia frustrante. El personaje más característico de este desequilibrio es el gato Mefisto (Ernesto Sevilla), que tiene un toque de cinismo interesante al comienzo que se va difuminando conforme se desarrolla la trama principal. En realidad, si la pregunta fuera qué aporta Pobre diablo al mundo de la animación para adultos, la respuesta podría ser decepcionante. Por eso es mucho más estimulante cuando se sale de su propio camino, como en el episodio Groenlandia (T1E7), que toma su título de la canción que escribió Bernardo Bonezzi para su grupo Zombies, que se distancia de la trama y los personajes principales, y que aporta un toque de surrealismo menos humorístico que resulta más sugestivo. Lástima que ese toque de originalidad esté presente solo en momentos puntuales. 
La serie cuenta con las voces de invitados especiales, entre ellos Verónica Forqué en su último trabajo, lo que aporta también un cierto toque irónico por aquel controvertido doblaje de la película El resplandor (Stanley Kubrick, 1980) que dirigió Carlos Saura. Pero ella aporta matices que desgraciadamente los dobladores principales no tienen, aunque su participación está recortada debido a su trágico fallecimiento. La serie está producida por Buendía Estudios, creada en 2017 por Atresmedia, a la que en 2020 se incorporó Movistar+, pero sobre todo cuenta con un trabajo de animación realizado exclusivamente en España por el estudio Rokyn Animation, que el director creativo Manuel Sicilia fundó tras ejercer la misma función en Kandor Graphics, la productora que se unió a Antonio Banderas en la película El lince perdido (Raúl García, Manuel Sicilia, 2008) y que ha producido largometrajes como Justin y la espada del valor (Manuel Sicilia, 2013), cuyo fracaso en taquilla provocó graves problemas económicos para la productora. Con la valentía de seguir colocando a Granada como un centro destacado de producción en animación, Rokyn Animation trabaja ahora en un largometraje titulado Noches de duende y luna (Manuel Sicilia, José Sánchez Montes, 2024), basado en el primer concurso de cante jondo organizado por Manuel de Falla, que tiene como precedente el documental Cante jondo, Granada 1922 (José Sánchez Montes, 2022). 

Pobre diablo

Temporada 1 | HBO Max | ★

Creada por Daniel Écija | Dirigida por David Molina Encinas, Manu Gómez


A falta de otros personajes más interesantes, la ficción española se centra últimamente en las vidas de artistas que son reflejo de la transición y de una España que se iba situando al nivel de otros países europeos. Cristo y Rey (Atresmedia, 2023) ha sido el primero de los estrenos que continúan con Bosé (SkyShowtime, 2022) y Nacho (Atresmedia, 2023), pero son los dos primeros los que tienen (y pierden) la oportunidad de ofrecer un reflejo de la evolución de la sociedad española en su etapa democrática. El problema que comparten también es el de contar con el beneplácito de sus protagonistas, manipulando los hechos para remar a favor de ellos y construyendo una ficción de la realidad que puede ser lícita pero que finalmente retrata a personajes unidimensionales, demasiado empeñada en justificarlos o reivindicarlos. La serie hubiera podido explorar las vidas de dos personajes que, al margen de su proyección a través de la prensa rosa, tienen un trasfondo interesante. Él como un hombre marcado por la muerte de su esposa, enfrentado a su adicción a las drogas y ella como una mujer que reivindicaba su libertad tratando al mismo tiempo de encontrar una estabilidad sentimental a través de sus relaciones con hombres relevantes o poderosos. Pero Cristo y Rey pone demasiado empeño en reconstruir la imagen de Bárbara Rey blanqueando su perfil. En el episodio Una noche Bárbara (T1E7), por ejemplo, muestra cómo ella denuncia a Ángel Cristo como un maltratador en una rueda de prensa, pero en realidad ofreció una exclusiva a la revista Lecturas. Esta tergiversación pretende suavizar las posibles críticas sobre la utilización del maltrato como una fuente de ingresos, pero en realidad lo que hace es disminuir la dimensión del personaje.
En realidad, estas modificaciones no son necesariamente negativas, pero sí resultan significativas porque la emisión de la serie que concluyó este fin de semana ha estado acompañada por una serie de entrevistas protagonizadas por Bárbara Rey (quien tiene un conocimiento profundo de los medios de comunicación), bendiciendo la narrativa que se cuenta en la serie, y por tanto otorgándole categoría de veracidad. Eso sí, se obvian algunos temas que pueden ser más controvertidos como la relación constante del personaje con la UCD, aunque se hace especial hincapié en su aventura amorosa con el rey Juan Carlos, mostrando al CESID realizando grabaciones secretas para poder justificar después que ella misma las hiciera. Es curioso cómo este aspecto se dilapida en su posible representación de los entresijos de la política en plena democracia para dejarlo en una trama sentimental con pocas repercusiones. La serie desarrollada por Daniel Écija, uno de los nombres relevantes de la ficción española de las últimas décadas, pretende ofrecer un retrato de la época incorporando a numerosos personajes conocidos, con doble presentación (un texto indicando su nombre junto a los diálogos que también lo citan), pero se trata de un recurso anecdótico que en realidad no aporta demasiado, sobre todo porque la reivindicación de Bárbara Rey como una mujer adelantada a su tiempo parece demasiado forzada. Es curioso sin embargo encontrar la recreación del rodaje de la película erótica Me siento extraña (Enrique Martí Maqueda, 1977) junto a Rocío Dúrcal o el de la comedia protagonizada por Ángel Cristo El Cid cabreador (Angelino Fons, 1983), que sin embargo se sitúa en la serie en 1989, el mismo año que la pareja se separa por primera vez. Esto plantea una doble curiosidad, teniendo en cuenta que precisamente Jaime Lorente protagonizó la serie El Cid (Prime Video, 2020-2021).
Para los personajes principales se ha elegido a dos intérpretes que están en un buen momento de sus carreras pero que en realidad no consiguen aportar profundidad ni credibilidad a sus personajes, al margen de los escasos parecidos físicos con los personajes reales. Jaime Lorente está excesivamente histriónico, mientras que Belén Cuesta no transmite la capacidad de seducción que tenía Bárbara Rey y que contribuyó a que muchos personajes conocidos como Alain Delon o Paquirri acabaran siendo sus amantes. Pero es cuando la serie intenta abordar temas más serios cuando fracasa estrepitosamente. La subtrama mafiosa de los primeros episodios resulta singularmente ridícula, al margen de los ya comentados mediocres efectos digitales con los animales del circo, pero sobre todo el melodrama del episodio Una noche Bárbara (T1E7), dirigido por Manuel Molina Encinas, resulta especialmente esperpéntico. Hay un desequilibrio constante en lo que quiere ser Cristo y Rey, entre la reivindicación del personaje principal, el retrato de una época y la simple telenovela, que impide que se acabe tomando demasiado en serio. La serie está producida por Atresmedia en colaboración con la agrupación de actividades económicas La piel del Domador A.I.E (que iba a ser el título original), en la que participa la productora de Daniel Écija Good Mood Productions y que se creó en 2020 como Valla Serie A.I.E. para la producción de La valla (Atresmedia, 2020), cambiando posteriormente su denominación social. 

Todas las veces que nos enamoramos

Temporada 1 | Netflix | ★

Creada por Carlos Montero

Dirigida por Mateo Gil, Ginesta Guindal, Carlota Pereda, Bárbara Farré

La esperada nueva serie de Carlos Montero, que mantiene una estrecha colaboración con Netflix gracias a éxitos como Élite (Netflix, 2018-) y sus derivados, El desorden que dejas (Netflix, 2020) y Feria: La luz más oscura (Netflix, 2022), propone una revisión de la comedia romántica juvenil tratando de utilizarla como género y también como recurso narrativo. La idea de que Irene (Georgina Amorós) sea una estudiante de cine que quiere dirigir un cortometraje sobre una relación amorosa, traslada todos los tics del género a su propia experiencia, estableciendo un relato paralelo en el que ella comete todos los errores que suelen cometer los personajes de este tipo de películas, especialmente en su relación con Julio (Franco Masini), que se interpone en su aparentemente estable compromiso con su novio Fer (Albert Salazar), al mismo tiempo que la evolución profesional de Irene y Julio se desarrolla de forma diferente. Esta propuesta permite a Carlos Montero construir una estructura que no solo mezcla experiencias personales de los protagonistas, sino que también se cuenta desde dos espacios temporales diferentes: el pasado y el presente, un poco a la manera de la estructura plegada de This is us (Disney+, 2016-2022), introduciendo apuntes del año 2022 que explican las consecuencias de los acontecimientos que se desarrollan en 2004. El primer episodio, Meet cute (T1E1) termina con el atentado del 11-M, un sorprendente recurso que sin embargo no termina de remover las actuaciones de los personajes, una trama que se queda en un apunte anecdótico pero que finalmente resulta innecesario y arbitrario. 

Todas las veces que nos enamoramos (Netflix, 2023) quiere jugar con los estereotipos de las comedias románticas, y plantea una deconstrucción del género, pero en realidad para reconstruirlo sin demasiadas novedades. La relación de idas y venidas entre Irene y Julio recuerda a películas como (500) días juntos (Marc Webb, 2009) o incluso a la reciente serie Smiley (Netflix, 2022), pero busca justificaciones que resultan menos convincentes. Por mucho que Carlos Montero y sus guionistas propongan a dos protagonistas que toman decisiones equivocadas o que son inseguros, no se entiende muy bien por qué no pueden tener una relación sin altibajos. Son dos personajes endebles, carentes de una base sólida que justifique sus decisiones, sobre todo teniendo en cuenta que la serie pretende reflejar una época de aperturismo en la sociedad española con respecto a las relaciones sentimentales. 2004 es el año previo a la aprobación de la Ley del matrimonio entre personas del mismo sexo, lo que está representado a través de un personaje como Da (Carlos González), un joven que expresa su homosexualidad de forma abierta. Da y Jimena (Blanca Martínez) son los dos soportes principales que levantan el interés de la historia con sus intervenciones. Lejos del simple contrapunto cómico, Carlos González y Blanca Martínez consiguen componer unos caracteres tan vivos que incluso resultan creíbles ante la discutible decisión de que todos los actores se interpreten a sus personajes 18 años después. 

El episodio que mejor consigue reflejar el espíritu de la serie es Meritoria (T1E7), escrito por Guillermo J. Escribano y dirigido por Ginesta Guindal, directora de algunos episodios de Vida perfecta (Movistar+, 2019-2021), que consigue ser un ejercicio de comedia ágil y divertido, en el que algunas situaciones de enredo funcionan con un ritmo mucho más logrado que el resto de la serie, aunque el retrato que se hace del mundo profesional del cine resulta estereotipado y previsible. Es curioso cómo la industria audiovisual española se suele quejar de la imagen distorsionada que el público tiene de ella pero cuando se refleja así misma en una película o serie acaba dando precisamente esa visión arquetípica, llena de directores manipuladores, casi con tendencia al acoso sexual, y de representantes arrogantes. En su empeño por reconstruirse dentro del género romántico juvenil sin perder la conexión con los elementos más tópicos, la serie acaba naufragando tanto en lo que quiere ser novedoso como en lo que se conforma con ser tradicional. Se trata de la primera producción en solitario de El Desorden Crea, productora fundada por Carlos Montero junto a Carlos Betancort, productor ejecutivo de Élite, para desarrollar los proyectos del guionista, y reparte la dirección entre Mateo Gil, director de Nadie conoce a nadie (1999) y Proyecto Lázaro (2016), pero sobre todo se sostiene en la mirada femenina de tres directoras, entre ellas Carlota Pereda, ganadora del Goya por el cortometraje Cerdita (2018), que posteriormente convirtió en el largometraje Cerdita (2022) por el que también fue nominada al Goya. Todas las veces que nos enamoramos ha conseguido un relativo éxito con 16 millones de horas visionadas, pero tras diez días desde su estreno solo permanece en el Top 10 en España, Argentina, Uruguay y Portugal, lo que indica que ha tenido escasa repercusión internacional.  

La chica de nieve

Temporada 1 | Netflix | ★☆☆

Escrita por Jesús Mesas Silva, Javier Andrés Roig

Dirigida por David Ulloa, Laura Alvea


Otro de los estrenos tempranos de este año ha sido La chica de nieve (Netflix, 2023-), adaptación de la novela del escritor Javier Castillo (1987, Málaga), uno de esos autores nacidos de la fortuna y el tesón, quien alcanzó su primer éxito cuando autopublicó en Kindle su novela El día que se perdió la locura (2014, Ed. Debolsillo), vendiendo tantos ejemplares que muchas de las editoriales tradicionales que habían rechazado el borrador se pusieron en contacto con él para publicarla. Finalmente el libro fue editado por Suma de Letras, la editorial con la que ha publicado el resto de sus novelas. Si en 2020 el propio Javier Castillo anunciaba que Globomedia y DeAplaneta habían comprado los derechos de esta primera novela para adaptarla como serie, finalmente ha sido la adaptación de su cuarta publicación la que ha llegado a las pantallas. El estreno de La chica de nieve coincide además con la edición hace unas semanas del último libro del autor malagueño, El cuco de cristal (2023, Ed. Suma de Letras), que ha vendido ya 1.700.000 ejemplares, según la editorial. La historia en la que se basa la serie comienza durante la Noche de Reyes en la ciudad de Málaga, cuando una niña desaparece ante la desesperación de sus padres. La propia ambientación de la historia, que pasa del Nueva York de la novela original a la ciudad andaluza es uno de los elementos que se diferencian, lo que subraya la idea de que Netflix ha planteado esta serie como una producción de perspectivas locales. Otra de las diferencias con respecto a La chica de nieve (2020, Ed. Suma de Letras) es que el agente Miller, que investiga el secuestro de la niña durante varios años, es desdoblado en la serie en dos personajes, la inspectora Millán (Aixa Villagrán) y su ayudante Chaparro (Marco Cáceres), una decisión acertada en cuanto a que el trabajo en solitario en la novela necesita de una interlocución en su formato audiovisual. 
Uno de los elementos sorprendentes de la historia original es que muy pronto acaba adoptando el punto de vista de los secuestradores, de forma que el misterio no se sostiene tanto en quién se ha llevado a la niña sino en de qué forma se puede mantener este secuestro a lo largo de varios años. La adaptación de los guionistas Jesús Mesas Silva y Javier Andrés Roig, que han trabajado en series como Estoy vivo (TVE, 2017-2021) y Deudas (Atresmedia, 2021), mantiene durante más tiempo el misterio y no es hasta el penúltimo episodio cuando desvela la identidad de los secuestradores, que también difieren en algunos aspectos de la novela. Esta decisión perjudica en buena medida a la historia, porque en realidad la trama policíaca escrita por Javier Castillo es previsible y en muchos aspectos inverosímil, por lo que finalmente la serie se sostiene más en el aspecto menos interesante de la novela que en sus aportaciones más originales. También se centra mucho en la investigación paralela de la estudiante de periodismo Miren (Milena Smit), que trabaja como becaria en el Diario Sur de Málaga junto al veterano Eduardo (José Coronado), su mentor y protector. Pero Miren es una protagonista demasiado básica, que sufre el síndrome de los personajes femeninos escritos por autores masculinos. Resulta significativo que parte de esta literatura negra española de los últimos años, tenga como protagonistas a mujeres que siempre están vinculadas al trauma en torno a la maternidad (la desaparición de un hijo) o el sexo (una violación). Como si los autores utilizaran este protagonismo porque es políticamente correcto, pero finalmente no supieran construir una personalidad compleja sin relacionar la feminidad con el trauma. En contraposición, la literatura escrita por autoras revela personajes más interesantes como Petra Delicado, creada por Alicia Giménez Bartlett para la saga del mismo nombre, o Ana Martí, en La trilogía de los años oscuros, de Rosa Ribas y Sabine Hoffman. Miren es una vez más un personaje al que se le asigna un trauma pasado para construir su obsesión con el caso de la desaparición, lo que resulta una visión retorcida y simple. Incluso la inspectora Millán también sufre la carencia de una maternidad que no ha logrado conseguir, como si no fuera posible construir personajes femeninos sin esos recursos. Pero el problema de La chica de nieve es que no consigue trascender la superficialidad de su propuesta, con una puesta en escena televisiva, carente de una ambientación que le aporte personalidad, a pesar de que los seis episodios se los reparten solo dos directores: David Ulloa y Laura Alvea. En este sentido, la propuesta brilla más en su quinto episodio, dirigido por el primero, en el que adquieren protagonismo Cecilia Freire y Julián Villagrán, que en todo el resto de la historia. Y Miren, que también protagoniza la novela El juego del alma (2021, Ed. Suma de Letras) queda como un esbozo al que Milena Smit solo puede construir desde la simple apariencia. La chica de nieve está producida por Atípica Films, la productora fundada por José Antonio Félez y Cristina Sutherland en 2009 que está vinculada a Alberto Rodríguez en casi todas sus películas, como Modelo 77 (2022) o la serie La peste (Movistar+, 2018), y que tiene pendiente de estreno El hijo zurdo (Movistar+, 2023), primer proyecto en solitario del guionista Rafael Cobos. 

La chica invisible

Temporada 1 | Disney+ | ★☆☆

Creada por Norberto López Amado, marina Efron, Pedro Uriol

Dirigida por Norberto López Amado, Aritz Moreno


Coinciden en fechas de estreno dos series con títulos parecidos, en este caso basada en la novela La chica invisible (2018, Ed. Planeta) del escritor sevillano Francisco de Paula (1978, Carmona) que utiliza el seudónimo Blue Jeans para firmar sus libros mayoritariamente destinados a lectores adolescentes. El autor sin embargo no ha tenido suerte con las escasas adaptaciones de sus obras, ya que la única que se convirtió en película, El club de los incomprendidos (Carlos Sedes, 2014), obtuvo críticas muy negativas, aunque fue vista por más de 300.000 espectadores. La chica invisible forma parte de una trilogía de novelas protagonizadas por la adolescente Julia Plaza, que continúa con El puzzle de cristal (2019, Ed. Planeta) y La promesa de Julia (2020, Ed. Planeta), siendo ya en la última de ellas una estudiante de Criminología, pero no está confirmado si las otras dos historias también serán convertidas en series (dependerá de esos datos de audiencia que las plataformas nos ocultan). La adaptación corre a cargo de Norberto López Amado (1965, Orense), que ha dirigido películas como El cuaderno de Sara (2018) y series como Mentiras (Atresmedia, 2020) y La cocinera de Castamar (Atresmedia, 2021), Marina Efron y Pedro Uriol, responsable de Morena Films, que actualmente produce la serie Invisible (Disney+, 2024), basada en el bestseller juvenil de Eloy Moreno, y estrenará este año Campeonex (Javier Fesser, 2023), la secuela del éxito Campeones (Javier Fesser, 2018). 
La historia de La chica invisible (Disney+, 2023) se desarrolla en el pueblo ficticio andaluz de Cárdena, al que representan las localizaciones rodadas en las poblaciones sevillanas de Carmona, El Viso del Alcor, Aznalcóllar y Gerena. Como otras temáticas que se encuentran en las novelas de Blue Jeans, Aurora (Marta Vallés) es una adolescente que se siente desplazada por sus compañeros de clase, una "chica invisible" que pasa desapercibida pero que también sufre algunos comportamientos de bullying, hasta que un día aparece su cuerpo sin vida. El sargento de la Guardia Civil, Miguel Ángel (Daniel Grao) comienza a investigar el caso como un asesinato, pero su hija Julia (Zoe Stein) también tiene un interés especial en averiguar quién ha podido asesinar a Aurora, con la que tenía una estrecha amistad. El problema de esta producción es parecido al de La chica de nieve (Netflix, 2023), y es que el material original no es especialmente notable, construyendo una trama de investigación muy básica que se centra en saber quién ha podido ser el asesino, pero que está más interesada en construir el entorno de la protagonista, que cuenta con su amigo Emi (Javier Córdoba) para ayudarla en unas investigaciones que resultan poco creíbles, empezando por la circunstancia demasiado interesada de hacer que su padre sea el policía que lleva la investigación, aunque por lo menos en la serie está ausente la madre de Julia, que en la novela era, además, la forense del caso. Hay una escasa verosimilitud que proviene de una historia endeble en la que las reflexiones sobre el acoso escolar, el machismo y el sexismo parecen adosadas sin demasiada consistencia. 
Tampoco ayuda un reparto de actores jóvenes poco convincentes y mal dirigidos, aunque a Zoe Stein, nominada al Goya este año como Mejor Actriz Revelación por Mantícora (Carlos Vermut, 2022) se le note mayor experiencia, apoyados en un Daniel Grao solo correcto, demasiado acomodaticio y cercano a su interpretación del profesor Hugo Ibarra en HIT (TVE, 2020-), y al que nos gustaría ver en personajes más complejos. La historia se desvía a veces hacia temas como la pedofilia a través de adultos que flirtean con adolescentes en las redes sociales sin tomar ninguna medida de seguridad, tratando de construir una madeja de subtramas que no hacen más que enturbiar la claridad de la historia principal, quizás porque no hay mucho que contar. La chica invisible retrata de nuevo a esa juventud amargada, angustiada, sexualizada y traumatizada que tan habitualmente es reflejada en las historias escritas por autores adultos. Hace una semanas, el protagonista de la serie You (Netflix, 2018-), Penn Badgley, lamentaba la forma en que los autores maduros reflejaban la adolescencia: "¿Por qué los adultos estamos tan obsesionados con la vida de los adolescentes? ¿Podemos dejar de mostrar a los adolescentes follándose entre ellos?." Se puede estar más o menos de acuerdo con sus tesis, pero es una interesante reflexión sobre el reflejo que se hace de la juventud en series como ésta. 

Supernormal

Temporada 2 | Movistar+ | ★☆☆

Creada por Olatz Arroyo, Marta Sánchez | Dirigida por Vicente Villanueva

A pesar de contar en la dirección con Emilio Martínez-Lázaro (1945, Madrid), uno de los padres de esa comedia de humor blanco más o menos efectiva que despuntó con Amo tu cama rica (1991) y El otro lado de la cama (2002) y finalmente eclosionó con el gran éxito de Ocho apellidos vascos (2014), la primera temporada de Supernormal (Movistar+, 2021-) fue bastante decepcionante, aunque se convirtió en "la comedia más vista entre las series de pago", según afirma Movistar+ sin ofrecer datos comparativos. Las creadoras y guionistas Olatz Arroyo y Marta Sánchez, que habían trabajado juntas en Allí abajo (Atresmedia, 2015-2019), proponían una historia sobre una mujer de éxito en un mundo de hombres, una lucha titánica de la protagonista Patricia Picón (Megan Ibarguren) por mantener su posición privilegiada en un banco de inversión, adoptando una personalidad más depredadora que la de sus compañeros. Pero finalmente se desarrollaban poco las situaciones y se caía en la simple caricatura, logrando solo en algunos personajes como Marisol (Gracia Olayo), la secretaria de Patricia, la interacción apropiada con la protagonista para construir una comedia acertada. Pero este retrato del éxito femenino parecía poco jugoso para continuar una historia descalabrada, y al final de la temporada Patricia pierde su posición en el banco, teniendo que reconstruir su vida profesional a lo largo de esta segunda temporada. En realidad, Supernormal parece mirar muy de reojo a la trilogía protagonizada por el político Juan Carrasco (Javier Cámara): Vota Juan (TNT, 2019) describía asimismo su momento más dulce en la política, mientras que Vamos Juan (TNT, 2020) se centraba en su resurgir como ave fénix tras perder su estatus. Y de alguna forma Marisol sustituye a Macarena Lombardo (María Pujalte) como la cómplice fiel, a su pesar, de la protagonista. Pero hay un abismo de talento cómico entre ambas series, sobre todo porque Supernormal prefiere mantenerse en una zona de confort en la que nunca aborda realmente las problemáticas que propone. 
De hecho, la serie abandona en buena medida el ímpetu feminista de la primera temporada para desarrollar un personaje insustancial, al menos interpretado con ganas por la actriz Miren Ibarguren, que despliega sus principales recursos cómicos con efectividad. Quizás uno de los problemas de la serie es que tiene demasiado interés en mostrar a la protagonista como un personaje con el que se puede empatizar, sin atreverse a dibujar con mayor ironía las circunstancias que la rodean. Y eso que algunos planteamientos podrían haber proporcionado una lectura mucho más afilada sobre el papel de la mujer en la sociedad actual, especialmente en este camino intermedio entre lograr los objetivos planteados desde hace años y encontrarse sin embargo con los obstáculos de una masculinidad que mantiene su misoginia, ahora de forma latente. Pero las guionistas prefieren centrarse en la comedia de enredos, desarrollando subtramas insulsas como la de Isa (Bárbara Goenaga), la hermana de Patricia que acaban resultando en una especie de vodevil de secretos y mentiras en el episodio El ave fénix (T2E8). Es una ocasión perdida para abordar temas importantes bajo el prisma del humor, y en algunos momentos resulta una comedia rancia que parece de otra época, como todo lo que rodea a la asistenta Imelda (Usun Yoon), una subtrama acomodaticia que no parece querer huir del humor clasista tan característico de los hermanos Caballero, por ejemplo. La dirección en esta temporada pasa a manos de Vicente Villanueva, director de comedias tan chabacanas como Toc Toc (2017) y Sevillanas de Brooklyn (2021). La productora vuelve a ser Secuoya Studios, un grupo audiovisual fundado por Raúl Berdonés en 2008 que aspira a convertirse en una de las productoras más destacadas del panorama español, y que recientemente nombró a James Costos, antiguo Embajador de Estado Unidos en España, como su enlace con Los Angeles. Entre los proyectos más ambiciosos de los estudios se encuentran una nueva adaptación de El Zorro, que protagoniza Miguel Bernardeau; el estreno de Montecristo (Movistar+, 2022) con William Levy; el thriller La isla y series documenales como PornoXplotation (2022) y Vuelo JK5022: La tragedia de Spanair (2023). 

Operación Marea negra

Temporada 2 | Prime Video | ★★★

Creada por Patxi Amezcua, Natxo López

Dirigida por Daniel Calparsoro, Luis Ismael, Igor Legarreta


Otra segunda temporada que ha llegado recientemente a las pantallas es este thriller sobre el mundo del narcotráfico en Galicia que ha sufrido uno de los cambios de protagonista más absurdos que hemos visto en muchos años. Mientras que Álex González interpretaba con poca convicción al personaje principal en la primera temporada, ahora es Jorge López, actor chileno conocido por Élite (Netflix, 2018-), quien se pone en la piel de un Nando rejuvenecido diez años y, en líneas generales, poco o nada parecido al personaje de la temporada inicial. Por lo que ha podido trascender de los encuentros con Daniel Calparsoro, la ausencia de Álex González parece tener relación con la imposibilidad de llegar a un acuerdo económico, pero en realidad la historia abandona sus leves referencias a los hechos reales en los que está basada y construye una trama completamente distinta. Se podría decir que Operación Marea negra (Prime Video, 2022-2023) no tenía necesidad de conservar al protagonista si la intención era abordar un camino tan diferente, pero podía haber mantenido todo el entorno y los personajes secundarios sin ningún problema. En todo caso, una vez se toma la decisión de mantenerlo, hay que decir que esta segunda temporada es mucho más interesante que la primera, se centra en los primeros episodios dirigidos por Daniel Calparsoro en una especie de thriller carcelario para desarrollarse posteriormente como un drama policial de venganza en manos del realizador Igor Legarreta, director del drama criminal Cuando dejes de quererme (2018) y de la película de fantasía Ilargi guztiak. Todas las lunas (2021). 
Uno de los elementos que mejoran es el carisma que aporta Jorge López al personaje, aunque su entramado de manipulación y engaños en la segunda parte de la temporada no resulta demasiado verosímil. Sobre todo teniendo en cuenta que el actor estaba destinado a interpretar otro personaje y solo dos semanas antes del rodaje se le planteó la posibilidad de ser el protagonista. Pero la serie creada por Patxi Amezcua y Natxo López se reconduce hacia la consolidación como un thriller de aspecto descarnado en el que los diferentes cárteles de la droga se engañan entre sí y luchan por el control del narcotráfico entre Brasil y Galicia, pasando por Portugal. Todo lo que pierde en verosimilitud lo gana en acción, aunque ésta resulte a veces un poco inconsistente. Y también se beneficia de un buen reparto de actores y actrices secundarios entre los que se encuentran el recién ganador del Goya Luis Zahera y el nominado al Goya Diego Anido, ambos protagonistas de la triunfadora As bestas (Rodrigo Sorogoyen, 2022), junto a Nerea Barros, Manuel Manquiña, Patricia Vico, la portuguesa Soraia Chaves y el recién incorporado Oscar Jaenada, que todavía no ha abandonado el acento mexicano desde que protagonizó Cantinflas (Sebastián del Amo, 2014). Operación Marea negra parece tener vocación de alejarse de su propio inicio para reconducirse como una narcoserie que prefiere la contundencia del cine de acción a la conexión con la realidad, lo cual es una decisión inteligente para mantener a flote esta propuesta tan efectiva como entretenida. Se trata de una producción de Ficción Producciones, nacida en 2003 y con sede en La Coruña, en colaboración con RTP, la televisión pública de Portugal, y con las televisiones autonómicas que forman parte de la FORTA. 

Sky rojo

Temporada 3 | Netflix | ★☆☆☆

Creada por Esther Martínez Lobato, Álex Pina

Dirigida por David Barrocal, Óscar Pedraza, Carles Torrens, Jorge Calvo


La primera serie española estrenada en 2023 ha supuesto también el final de uno de los títulos que ha tenido cierta trascendencia internacional para sus creadores, Esther Martínez Lobato y Álex Pina, pero muy por debajo del éxito de La casa de papel (Netflix, 2017-2021). En realidad, ninguna de las nuevas propuestas estrenadas por Vancouver Media han tenido demasiada repercusión fuera de España. Sky rojo (Netflix, 2021-2023) solo ha conseguido superar la barrera de los 50 días en el Top 10 en países como Argentina y Uruguay, pero aunque la productora es incapaz de producir éxitos internacionales, pendientes del spin-off Berlin (Netflix, 2023), un sucedáneo de La casa de papel que tiene previsto su estreno en diciembre, la productora funciona para Netflix como una gestora de producciones para el consumo local, una estrategia que ha venido reforzando en los últimos años, de forma que se alternen los grandes éxitos internacionales y los pequeños logros en mercados locales. En este sentido, Sky rojo ha cumplido sus objetivos utilizando la fórmula habitual de escritura que suelen desarrollar Esther Martínez Lobato y Álex Pina como guionistas: tramas sencillas alargadas al máximo e introducción de flashbacks que congelan el desarrollo de las escenas de acción. Sky rojo 3 utiliza estos mismos resortes, pero en esta ocasión abandona el espíritu de road movie de las dos temporadas anteriores para centrarse en un pequeño pueblo de pescadores donde Coral (Verónica Sánchez), Wendy (Lali Espósito) y Gina (Yani Prado) se refugian para huir del proxeneta Romeo (Asier Etxeandía) y su esbirro Moisés (Miguel Ángel Silvestre). 
Si la segunda temporada daba una sensación de estancamiento, de punto intermedio entre el comienzo y el desenlace, la tercera en realidad no avanza mucho más, proponiendo nuevamente el concepto de hacer las paces con el pasado que ya se había explorado en la anterior. De forma que el desenlace no es un avance, sino de nuevo un estancamiento en la base de una premisa que no parecía tener más profundidad que la superficial fórmula del Correcaminos que se planteaba desde la primera temporada. El género de la serie, de hecho, está categorizado como "Pulp latino" por parte de la propia productora. Esta narrativa simplona que está rodeada de una estética visual tarantinesca algo trasnochada, se sostiene en algunos lugares comunes desarrollados por los guionistas, como la muerte de una de las protagonistas o la redención de uno de los antagonistas, elementos que ya estaban presentes en otros proyectos como La casa de papel. De forma que, si el desarrollo de la historia no es especialmente sorprendente, acaba resultando incluso aún más previsible. Para los aficionados a este estilo anquilosado, la temporada final de Sky rojo ofrece lo que se espera de ella, pero para el resto de los espectadores su visionado supone una pérdida de tiempo. Incluso aunque se dibuje un malvado caricaturesco que, hay que reconocer, está encarnado con convicción de "Coyote" por el actor Asier Etxeandía, el único que realmente parece disfrutar de su personaje. Esta última temporada está dirigida por algunos habituales colaboradores de Álex Pina como David Berrocal, Carles Torrens y Jorge Calvo, a los que se añade Óscar Pedraza, director de series como Patria (Movistar+, 2020) y La noche más larga (Netflix, 2022). La productora Vancouver Media fue creada por Álex Pina en 2017, tras abandonar Globomedia un año antes, y con ella produjo La casa de papel que, tras el fracaso en su emisión lineal en Antena 3 TV, acabó convirtiéndose en el mayor éxito internacional en la historia de la televisión en España cuando aterrizó en Netflix en 2018. Ese mismo año la plataforma estadounidense firmó un acuerdo con Álex Pina para el desarrollo de contenido exclusivo, y en 2019 Atresmedia adquirió el 20% de Vancouver Media. Para Netflix la productora ha estrenado siete temporadas de tres series diferentes, La casa de papel, Whitelines y Sky rojo, y aunque incluso la versión coreana de la primera ha sido un fracaso, la colaboración continúa no solo con el spin-off Berlín sino también con un nuevo proyecto que se desarrollará en el interior de uno de los refugios antinucleares de lujo construidos durante la Guerra Fría.   
______________________________________Películas y series mencionadas: 

21.000 especies de abejas se estrena en cines el 24 de abril. Campeonex se estrena en cines el 18 de agosto. 
Nacho se estrena el 5 de marzo en Atresmedia. Selftape se estrena el 4 de abril en Filmin. 
Pacifiction y La semilla del diablo se pueden ver en Filmin. This England, Cerdita y Modelo 77 se pueden ver en Movistar+. Akelarre y Cantinflas se pueden ver en FlixOlé. El resplandor y El cuaderno de Sara se pueden ver en HBO Max.Justin y la espada del valor se puede ver en Disney+ y Netflix. Nadie conoce a nadie se puede ver en FlixOlé y Movistar+. El club de los incomprendidos se puede ver en Disney+ y Prime Video. Campeones se puede ver en Prime Video. Amo tu cama rica y Toc toc se pueden ver en Netflix. Ocho apellidos vascos se puede ver en HBO Max, Netflix y Prime Video.