La plataforma SkyShowtime ha anunciado que su previsión de lanzamiento en España es este mes de febrero, al mismo tiempo que cierra su introducción en los 20 mercados europeos en los que estaba previsto, frente a otros países donde no se ha producido la colaboración entre Comcast NBCUniversal y Paramount Global, sino que solo se ha lanzado Paramount+, como Inglaterra, Italia o Alemania. Junto a España, SkyShowtime estará disponible en Andorra, Eslovaquia, Hungría, Kosovo, Macedonia del Norte, Polonia, República Checa y Rumanía, cinco meses después de que llegara por primera vez a los países nórdicos. En nuestro blog ya dedicamos un espacio en septiembre a las primeras impresiones que nos había causado la plataforma SkyShowtime, pero España se verá beneficiada por un contenido más completo que se ha ido consolidando a lo largo de los meses, con el estreno de interesantes series como Funeral for a dog (SkyShowtime, 2022), Déjame entrar (SkyShowtime, 2022), A friend of the family (SkyShowtime, 2022) o The calling (SkyShowtime, 2022), al margen del universo Taylor Sheridan, del que ya está disponible la decepcionante primera parte de la quinta temporada de Yellowstone (SkyShowtime, 2018-), la excelente 1883 (SkyShowtime, 2021) y la irregular Tulsa king (SkyShowtime, 2022) y tienen previsto su estreno 1923 (SkyShpwtime, 2022) el 16 de enero (en Estados Unidos después de los últimos dos impactantes episodios hay una pausa hasta el 5 de febrero) y la segunda temporada de Mayor of Kingstown (SkyShowtime, 2021-) el 30 de enero. Para los trekkies se encuentran todas las películas y las series Star Trek: The next generation (1987-1994), la nueva Star Trek: Strange new worlds (2022) y la serie de animación de Nickelodeon Star Trek: Prodigy (2021).
Además, la llegada a España coincide con el acuerdo de adquisición entre SkyShowtime y Warner Discovery de 21 series europeas que fueron eliminadas de HBO Max cuando tomaron la decisión el año pasado de dejar de producir en Europa. De esta forma se recuperan títulos como las noruegas Beforeigners (Los visitantes) (2019-) y Bienvenidos a Utmark (2021), la danesa Kamikaze (2021), las suecas Reza, obedece, mata (2021) y Lust (2022) o la húngara The informant (2022), además de cuatro series españolas: Foodie love (2019),Todo lo otro (2021), Sin novedad (2021) y Por H o por B (2020-), que HBO Max canceló cuando ya estaba rodada la segunda temporada, y que finalmente se estrenará en SkyShowtime. Algunas de estas series estarán disponibles desde el 23 de marzo, y la plataforma también estrenará durante 2023 la serie policíaca ID (Finlandia/Suecia), que HBO Max anunció como su primera producción original finlandesa, la comedia The winner (República Checa/Eslovaquia, 2023) del director checo Jan Hřebejk, y Warszawianka (Polonia, 2023), protagonizada por el director Jerzy Skolimowski, que se quedaron inéditas tras su cancelación. La compra permite la posibilidad de encargar nuevas temporadas, y sitúa a SkyShowtime por encima de sus competidoras en cuanto al cumplimiento del 30% de producción local que exige la normativa europea. Hasta el año pasado, solo Netflix cumplía este porcentaje en la mayoría de los territorios, mientras que HBO Max alcanzaba el 25% (que se ha reducido notablemente tras las cancelaciones), Prime Video un 16-28% y Disney+ solo un 10%, aunque ya anunció su participación en numerosas producciones europeas.
El precio de la suscripción aún no se ha hecho público oficialmente, pero la horquilla se encuentra entre los 6,99 € que cuesta en Finlandia y los 4,99 € que cuesta en Portugal, y lo que ha sido común es una promoción inicial que ofrece la posibilidad de disfrutar de una suscripción a mitad de precio para siempre. Hay, sin embargo, algunas cuestiones técnicas que SkyShowtime aún no ha resuelto, lo cual es sorprendente porque Paramount+ sí que las tenías solventadas. En primer lugar, la imposibilidad de visionar contenido en 4K, algo que le reprochan los antiguos suscriptores de Paramount+ en los países donde ya se había implantado, porque SkyShowtime subía el precio de la suscripción para ofrecer más contenido, pero con peor calidad de imagen. También ha sido una crítica constante en estos últimos meses la imposibilidad de que la plataforma disponga de APPs preparadas para los smart TV, como Samsung TV Plus, algo que está disponible en cualquier de los otros servicios de streaming.
Globos de Oro 2023
Este mes hemos retrasado la publicación de las recomendaciones para incluir una referencia a la 80 edición de los Globos de Oro, que la pasada madrugada recuperaron el esplendor después de dos años en el purgatorio tras las informaciones sobre el discutible funcionamiento interno de la Asociación de periodistas extranjeros en Hollywood. La falta de diversidad, la opacidad en su estructura o los favores recibidos de algunas productoras fueron aprovechados por los medios de comunicación estadounidenses para una campaña de desprestigio que la propia asociación se ha ganado a pulso gracias a su prepotencia, su falta de transparencia y su imagen de club de vejestorios blancos. Pero los medios norteamericanos nunca se han sentido cómodos con el hecho de que los premios más importantes antes de los Oscar los concedan críticos extranjeros, y estos años se ha intentado que otros galardones ocuparan su lugar, como los Critics Choice Awards, habitualmente ensombrecidos (solo hay que leer el análisis de Scott Feinberg en The Hollywood Reporter para darse cuenta de que este enfrentamiento existe todavía). El regreso de la ceremonia retransmitida por NBC y de las estrellas de Hollywood parece haber colocado de nuevo a los Globos de Oro donde estaban antes del escándalo, pero con un pretendido sentimiento de expiación. Pero el aumento notable de miembros que se ha producido en los años del destierro ha constatado también la tendencia, especialmente en las categorías televisivas, a premiar el éxito frente al prestigio. En el terreno cinematográfico, de cara a los Oscar se sitúan como favoritas Los Fabelman (Steven Spielberg, 2022), con sus premios a Mejor Película y Mejor Director, y Almas en pena de Inisherin (Martin McDonagh, 2022), mientras que en el apartado televisivo se ha premiado la popularidad, con The White lotus (HBO Max, 2021-), La casa del dragón (HBO Max, 2022-) y Colegio Abbott (Disney+, 2021-) como principales vencedoras. En las categorías de interpretación, han repetido respecto a los Emmy la actriz Zendaya por Euphoria (HBO Max, 2019-), Amanda Seyfreid por The dropout: Auge y caída de Elizabeth Holmes (Disney+, 2022), Julia Garner por Ozark (Netflix, 202017-2022) y Jennifer Coolidge por The white lotus (HBO Max, 2021-), y se ha premiado a Evan Peters por Dahmer - Monstruo: La historia de Jeffrey Dahmer (Netflix, 2022), Jeremy Allen White por The bear (Disney+, 2022-) y Paul Walter Hauser por Encerrado con el diablo (Apple tv+, 2022). Pero la mayor sorpresa fue el premio a un Kevin Costner ausente por Yellowstone (SkyShowtime, 2018-) frente al favorito en las predicciones Bob Odenkirk por la última temporada de Better call Saul (Movistar+, 2015-2022) quien, si la próxima edición de los Emmy no lo remedia, no habrá conseguido ningún premio importante por este personaje.
Jarred Carmichael fue un presentador adecuado que comenzó su intervención diciendo: "Os voy a decir por qué estoy aquí. Estoy aquí porque soy negro". Pero, al margen de las previsibles bromas sobre los Globos de Oro su presentación fue bastante discreta, excepto en una mordaz broma sobre Tom Cruise y la Iglesia de la Cienciología: "Entre bastidores, encontré estos tres Globos de Oro que devolvió Tom Cruise…”, dijo Carmichael. "Mira, solo soy el anfitrión, brevemente o lo que sea, pero tengo un argumento: creo que tal vez tomemos estas tres cosas y las intercambiemos por el regreso de Shelly Miscavige". Tom Cruise fue el único actor que devolvió los tres Globos de Oro que había obtenido como respuesta a las controversias respecto a los premios, pero la broma tiene más profundidad. Shelly Miscavige, ex-esposa del líder de la Cienciología, ha tenido una estrecha relación con Tom Cruise, supervisando la auditación de Penélope Cruz cuando fue novia del actor y buscando otras parejas adecuadas para él. Pero desde 2012 se encuentra en paradero desconocido y varias fuentes afirman que está retenida por la secta en contra de su voluntad. Así que el comentario resulta una broma envenenada que apunta al silencio de Tom Cruise cuando se trata de polémicas que rodean a su iglesia. En su regreso, los Globos de Oro demostraron que la iniciativa de entregar los premios durante una cena de casi tres horas es la mejor para los discursos extravagantes, con Mike White reconociendo que estaba borracho cuando recogió el premio a Mejor Serie Limitada por The white lotus (HBO Max, 2021-) y Michael Sapochnik sin corbata porque no pensaba que La casa del dragón (HBO Max, 2022-) se llevara el de Mejor Serie Dramática. Le guste o no a la crítica norteamericana, la ceremonia de los periodistas extranjeros sigue siendo la más entretenida. A continuación repasamos las series más destacadas de las que hemos visto en los últimos meses de 2022, con especial atención a algunas producciones interesantes de la plataforma SkyShowtime.
Los siguientes comentarios se basan exclusivamente en el visionado de las temporadas completas de las series mencionadas y pueden contener información relevante sobre sus argumentos.
El antiguamente conocido como Sundance Channel se ha consolidado como una de las ofertas más interesantes del grupo de canales que pertenecen a AMC Networks, como una alternativa que no tiene numerosos estrenos al mes pero ofrece una selección más cuidada, especialmente con una mirada puesta en las producciones nórdicas, como Hijos de la nieve (Snöänglar) (Sundance TV, 2021), que para nosotros sigue siendo una de las mejores series que vimos en 2021. Uno de los últimos estrenos del canal en España ha sido Transport (Sundance TV, 2022-) un policíaco flamenco-finlandés que se va construyendo de forma lenta y podría decirse que algo enrevesada en los primeros episodios pero que cuando coloca a todos sus personajes en el mismo camino adquiere una notable dimensión de thriller intenso y oscuro. Creado y dirigido por Auli Mantila (1964, Finlandia), conocida por su película La geografía del miedo (2000) y la tv movie Silver stars (2008), que ganó el Prix Europa, este policíaco aborda una investigación que lleva a cabo la periodista Johanna Vainikainen, interpretada por Emmi Parviainen, a quien hemos visto en la popular serie Espías en la sombra (Filmin, 2019-), que también estrenó Sundance TV, en torno a una red de blanqueo dinero utilizando la comprar-venta de caballos en el Norte de Europa. Las alarmas saltan cuando se descubre que se están utilizando caballos enfermos para consumo humano, cuando en un tarro de comida para bebés aparece un microchip de los que se usan para la identificación de los animales en los criaderos. La historia se desarrolla en tres líneas diferentes: el trabajo de la periodista, que choca frontalmente con las supuestas normas éticas de su profesión, la participación de la directora de un banco, Marianne Rautiainen (Pirkko Hämäläinen) en la red de blanqueo y las pesquisas de la agente de seguros Inkeri Aho (Maria Heiskanen) en torno a la desaparición de un veterinario y el misterioso incendio de su antigua empresa.
Transport fue la representante de Finlandia nominada a los Nordisk Film and TV Awards 2022, que se entregan anualmente durante el Festival de Gotemburgo en los encuentros TV Drama Vision, aunque finalmente fue la islandesa Blackport (RÚV, 2022-), de la que ya hemos hablado, la que consiguió el premio de 20.000 € que se concede a los guionistas de las series. A lo largo de sus ocho episodios esta producción finlandesa explora temas como la corrupción y el contrabando con más interés en la trama de investigación y sus repercusiones en las vidas personales de sus tres protagonistas, de alguna manera absorbidas en sus diferentes perspectivas. La periodista Johanna pierde su trabajo por utilizar estrategias poco éticas, la directora Marianne acaba pisoteando todo su sentido de la legalidad cuando se involucra en la corrupción, y la agente de seguros Inkeri acaba poniendo en riesgo su propia vida. En este sentido se podría decir que la serie adopta una perspectiva cercana a otras producciones conocidas como Ozark (Netflix, 2017-2022), donde lo importante no era la corrupción en sí, sino de qué manera afectaba a la estabilidad de la familia Byrde. No hay asesinatos ni espectaculares escenas de acción en esta historia que se interesa más por la construcción de un entramado de líneas argumentales que se entrecruzan. Algunas de esas subtramas son menos consistentes, o se sienten más distantes de la historia principal aunque estén relacionadas, sobre todo en el caso de los hermanos Sini Korvola (Ulla Raitio) y Sami Korvola (Arttu Kapulainen), enfrentados a la desaparición de su padre Erik (Juhani Laitala). Pero Transport también es una serie que habla sobre la falsedad de las apariencias, sobre las mentiras y la corrupción no solo económica sino también moral. Cuando el supervisor de Marianne descubre su estrategia de blanqueo, utiliza esta información para hacerle un chantaje emocional, tratando de conseguir una relación sentimental a la que aspiraba desde hace tiempo. Esta idea sobre la condición humana siempre susceptible de ser corrompida es una de las propuestas más interesantes de esta notable serie policíaca.
El desembarco de SkyShowtime en Europa a finales de septiembre llegó con dos reclamos principales, adaptaciones en formato serie de películas que alcanzaron cierta popularidad en su momento. Por un lado, American gigolo (SkyShowtime, 2022), una especie de continuación alterando el final de la película de Paul Schrader, que acabó siendo una sosa reinterpretación del personaje principal, y por otro lado la historia vampírica Let the right one in (SkyShowtime, 2022) que tiene como principales precedentes a las dos películas realizadas anteriormente: la espléndida Déjame entrar (Tomas Alfredson, 2008) y su remake norteamericano Déjame entrar (Let me in) (Matt Reeves, 2010). La serie sin embargo se refleja en la novela del escritor sueco John Ajvide Lindqvist más que en las adaptaciones cinematográficas, aunque tiene vocación de expansión de la historia original sobre un padre, Mark Kane (Demián Bichir) que debe proteger a su hija Eleanor (Madison Taylor Baez) de su propia condición de vampira, prestándose a cometer asesinatos para que ella disponga de la dosis necesaria de sangre humana para poder sobrevivir. Su vida es una huida constante, de ciudad en ciudad cuando el número de asesinatos puede acabar levantando sospechas, y sobre todo en una constante búsqueda de una posible cura. Lo que aporta la serie de novedad respecto a las otras adaptaciones es la incorporación de una subtrama protagonizada por la científica Claire Logan (Grace Gunner) que a su vez intenta proteger a su hermano Peter (Jacob Buster) de los ataques de violencia extrema que le provoca su condición de vampiro. Y para ello necesita la sangre de otro vampiro para desarrollar una cura para su hermano.
Son dos historias paralelas que ofrecen un planteamiento interesante, una forma de dependencia entre Peter y Eleanor que al mismo tiempo supone la destrucción de uno de ellos, mientras sus protectores Claire y Mark tratan de encontrar la manera de mantenerlos con vida. Pero la trama que tiene más contundencia sigue siendo la de padre-hija, especialmente en los primeros episodios que trasladan con eficacia la atmósfera de nocturnidad necesaria, ahora en la ciudad de Nueva York. La llegada a este lugar supone también un regreso para Mark, puesto que allí desarrolló una exitosa carrera como chef que tuvo que abandonar tras la muerte de su esposa y la afección vampírica de su hija. Y, como en la historia original, también se establece el descubrimiento de una nueva relación entre Eleanor y su vecino Isaiah (Ian Foreman), hijo de la inspectora de policía Naomi Cole (Anika Noni Rose), lo que no facilitará especialmente las cosas. El guión desarrollado por Andrew Hinderaker, creador de la menos interesante Away (Netflix, 2020), consigue equilibrar bien los aspectos más conocidos de la historia con la introducción de una subtrama novedosa, que a veces puede parecer que tiene menos fortaleza, pero que en los últimos episodios conecta bien con la trama principal.
Y en este acierto tienen mucho que ver las interpretaciones del actor mexicano Demián Bichir y de la joven Madison Taylor Báez, que a pesar de su corta edad ya tiene experiencia como cantante con un album publicado y el éxito tras su aparición en el concurso America's Got Talent y en la producción Selena: La serie (Netflix, 2020-2021), en la que interpretaba a la joven Selena Quintanilla. En los tres primeros episodios el director Seith Mann (1973, New York) establece una atmósfera que consigue estar a la altura de esa frialdad que transmitía la película de Tomas Alfredson, centrándose principalmente en la relación entre el padre y su hija. Pero las otras relaciones familiares, con Naomi y su hijo Isaiah, y Claire y su hermano Peter, establecen una envoltura emocional que construye un interesante entramado que reflexiona sobre los depredadores y sus presas, sobre la necesidad de atacar para no ser atacado y sobre la obligación de defender a los miembros más débiles como una forma de supervivencia natural. Es uno de los aspectos más interesantes de la interpretación que ofrece esta nueva serie para renovar con singular acierto el punto de vista sobre una historia que ha sido adaptada en varias ocasiones.
Prevista en principio para el 4 de diciembre en España, los malos resultados económicos que han provocado la desaparición de Lionsgate+ en los principales mercados internacionales acabó dejando huérfanos a los seguidores de una segunda temporada que todavía no tiene espacio donde emitirse en nuestro país. Tratándose de una coproducción entre la británica Sky y la norteamericana AMC, lo más lógico es que acabara bien en SkyShowtime (que llegará a partir de marzo a España) o bien a través de AMC+, que es donde la serie se emite en el mercado estadounidense. Por el momento, no se sabe nada de esta esperada continuación de uno de los dramas de acción ingleses más populares del pasado año, que recibió también el reconocimiento de una nominación como Mejor Serie Dramática para los Premios BAFTA TV, y una nominación al Emmy en el apartado de Mejor Especialista para Mens-Sana Tamakloe por su participación en el Episodio 2 (T1E2). La segunda temporada comienza donde la primera concluyó, con las consecuencias de una muerte sorprendente que dejaba abiertas numerosas posibilidades en la guerra entre bandas que tratan de hacerse con el control de la venta de drogas en la ciudad de Londres. La metrópolis inglesa funcionaba como una especie de reino enfrentado a la conquista de violentos grupos de guerreros modernos, una cruzada para subyugar el orden establecido a través de la corrupción y, sobre todo, la extrema violencia. No solo la ley del más fuerte, sino la ley del que pudiera dejar la huella más sangrienta.
Gangs of London (Sky/AMC, 2021-) trasladaba al formato serial lo que mejor ha venido haciendo Gareth Evans (1980, Reino Unido) a lo largo de su carrera como guionista y director, desde que convirtiera Redada asesina (Gareth Evans, 2011) en una película de culto en la que las artes marciales adoptaban una elaborada y creativa coreografía de sangre y vísceras. Con la constante crítica a cuestas sobre la idealización de la violencia, el director diseñó para su primera serie una trama "shakesperiana" sobre bandas mafiosas y traumas familiares que consiguió ir más allá de la simple representación acrobática de los enfrentamientos cuerpo a cuerpo. Pero, para qué engañarnos, los guiones de Gangs of London tampoco es que fueran especialmente elaborados, jugando más al giro sorprendente pero con un desarrollo de personajes que no brilla a la altura de otras series británicas sobre mafias como Peaky blinders (Netflix, 2013-2022) o Top boy (Netflix, 2011-). Pero posiblemente ahí radica una de sus principales virtudes, la de construir una historia al servicio de secuencias rodadas con una técnica perfecta y coreografías absolutamente espectaculares. La segunda temporada ofrece todo eso y más, aunque desciende más el nivel de calidad narrativa en favor de una intención de redoblar las piruetas visuales. Para ello cuenta de nuevo con la dirección de Corin Hardy (1975, Reino Unido), quien de nuevo se encarga de la mitad de l temporada, aunque esta vez sin la participación directa de Gareth Evans. El resto de los episodios recae en Marcela Said (1975, Chile), directora de películas como Los perros (2017), y Nima Nourizadeh (1977, Reino Unido), director de la comedia juvenil Proyecto X (2012), debut que le produjo Todd Phillips.
Con alguna sorpresa destacada que podría ser fácilmente revelada a poco que se lea sobre la serie, Gangs of London introduce en esta segunda temporada a un nuevo villano, Koba (Waleed Zuaiter) lo suficientemente sádico como para convertirlo en el principal objetivo de Elliot Carter (Sope Dirisu), mientras continúa la guerra interna entre el narcotraficante Luan Dushaj (Orli Shuka) y Ed Dumani (Lucian Msamati) y su hijo Alexander Dumani, al que interpreta el excelente actor Paapa Essiedu, poco aprovechado en sus últimas apariciones televisivas como la decepcionante segunda temporada de The capture (Peacock, 2019-), pero especialmente brillante en su aportación en la miniserie Podría destruirte (HBO Max, 2020). La dinámica familiar entre Marian (Michelle Fairley) y Billy (Brian Vernel), madre y hermanos respectivamente de Sean Wallace (Joe Cole), protagonista de la primera temporada, tiene demasiados elementos en común con la familia Shelby de Peaky blinders, y casi parece una mala copia en el dibujo de los personajes. Pero los aficionados a la serie por sus dosis de violencia extrema y sus elaboradas coreografías de acción se verán recompensados con escenas sangrientas de todo tipo: si un personaje estrangula a otro, ¿para qué mostrarlo en plano medio cuando puedes ofrecer un primer plano de los ojos saliéndose de las órbitas? Hay buenos momentos de acción en esta segunda temporada, especialmente en episodios que tienen una cierta similitud en su estructura de crescendo violento con algunos de los más impactantes de la primera, como el Episodio 4 en el que el actor que interpreta a Luan es sometido a una auténtica prueba de resistencia. Pero, por otro lado, acaba siendo menos impactante de lo que era la primera temporada, queriendo hacerse más seria precisamente por donde tiene mayores flaquezas, como una trama laberíntica que a veces resulta demasiado enrevesada y un desarrollo de personajes que están al servicio del giro inesperado más que de la propia historia.
La historia protagonizada por la familia Broberg en los años setenta es una de las más sorprendentes y rocambolescas en el panorama de true crimes que últimamente destacan en el panorama audiovisual. Su experiencia fue llevada a la pantalla en el documental Abducted in plain sight (Netflix, 2021) cuya directora, Skye Borgman, aparece como consultora en A friend of the family (SkyShowtime, 2022), esta adaptación ficcionada que se ha convertido, para nosotros, en la mejor serie estrenada este año en la plataforma Peacock (en Europa a través de SkyShowtime). El documental está disponible en Netflix, pero también es interesante acercarse a esta historia con cierto desconocimiento, porque los giros son tan insólitos que realmente parece increíble que estén basados en la realidad. Y ciertamente la serie consigue trasladar incluso mejor que el propio documental, la atmósfera de religiosidad que rodeaba a la familia Broberg y que permitió también, a través de sus dudas y sus inconfesables secretos, que una persona ajena a ellos se convirtiera en un depredador que utilizó una invención sobre alienígenas para convencer a la niña Jan Broberg para abandonar a sus padres. Esta seducción que después se reveló que se trataba de abusos sexuales, se produjo en dos momentos cuando Jan tenía doce (Hendrix Yancey) y catorce años (McKenna Grace). La auténtica Jan Broberg aparece al comienzo de la serie presentando la historia, y ella misma ha desarrollado una carrera como actriz, interpretando personajes en series de televisión entre las que destaca Everwood (ABC, 2002-2006).
En el documental uno de los investigadores principales del caso afirma que oyó por primera vez la denominación "abuso sexual" durante estos acontecimientos, y en la serie de ficción son los padres de Jan, Bob Broberg (Colin Hanks) y Mary Ann Broberg (Anna Paquin) los que no saben a qué se refiere la policía cuando les habla de abusos. Para ellos, en la década de los setenta y dentro de su burbuja evangelista, nada de eso es concebible, convirtiéndose en los principales cómplices inconscientes de Robert Berchtold (Jake Lacy), el mejor amigo de la familia, un lobo con piel de cordero que tenía planes muy concretos respecto a su hija. Uno de los aciertos de la serie es conseguir un reparto que encuentra el equilibrio perfecto y que, en el caso del matrimonio interpretado por Colin Hanks y Anna Paquin, muestra las carencias amorosas, la fragilidad sentimental y los secretos guardados que existían entre ambos. Y la propia relación que ellos mantienen con el secuestrador/abductor es ya de por sí uno de los aspectos más sorprendentes de la historia. También la interpretación de las dos jóvenes actrices que encarnan a Jan en las dos etapas es espléndida, pero en la serie brilla especialmente Jake Lacey, nominado al Emmy como Mejor actor de reparto el año pasado por su trabajo en la primera temporada de The white lotus (HBO Max, 2021-), que logra construir un personaje que pasa de ser encantador a siniestro solo con una sonrisa o una mirada, especialmente en su cada vez más obsesivo enfrentamiento con Bob.
Estructurada en nueve episodios en los que tienen cabida todos los insólitos giros de la historia, que son muchos, A friend of the family (SkyShowtime, 2022) tiene un tono parecido al de Candy: Asesinato en Texas (Disney+, 2022), la otra interesante adaptación true crime creada por Nick Antosca este año, quien también ha sido el responsable de aquella rareza tan atractiva que fue Nuevo sabor a cereza (Netflix, 2021) o la destacada miniserie basada asimismo en hechos reales The act (Lionsgate+, 2021), convirtiéndose en uno de los showrunners más imprevisibles del actual panorama. Pero la narración cronológica, con algunos saltos en el tiempo para mostrar la duración de los acontecimientos, favorece a esta propuesta frente a Candy, que quizás se enredaba demasiado en su propia estructura. En realidad, la opción del cambio de edad para Jan es una invención que no se corresponde con los hechos, ya que el secuestro duró tan solo dos años, con sus idas y venidas. Puede ser una decisión discutible, pero permite al guión establecer un desarrollo más complejo de la víctima, confrontándola de una manera más directa y contundente con los padres (ella sufre una especie de síndrome de Estocolmo que se sostiene en la fantasía creada por su secuestrador), lo que estimula la segunda parte de la historia. En todo caso, A friend of the family consigue que de alguna manera podamos entender el entorno en el que se desarrollaron los acontecimientos y dar cohesión a una historia tan retorcida que podría haber terminado en un confuso galimatías narrativo.
Una de las sorpresas de los últimos meses del año es esta producción de Atresmedia que se anunciaba como un recorrido por una década de desfase en la denominada ruta del bakalao, también llamada Ruta Destroy en la zona de Valencia, entre principios de los años ochenta y comienzos de los noventa. Pero La ruta (Atresplayer, 2022-) se ha revelado más como un drama familiar sobre jóvenes llenos de indecisiones con una construcción narrativa arriesgada pero finalmente efectiva en la creación de personajes complejos y de una historia de tonalidad trágica. La música está muy presente a través de la faceta como DJ de Lucas Ribó (Guillem Barbosa) y posteriormente de su hermano Marc Ribó (Àlex Monner), y de las diferentes discotecas de gran popularidad que dan título a los episodios: Chocolate, Espiral, Puzzle... Pero resulta más importante lo que ocurre en la pista de baile o en los lavabos de estos espacios de reunión en los que los jóvenes podían olvidarse de unas vidas monótonas y de unas familias que oprimían aunque no fuera su intención. La propuesta de los creadores Borja Soler, colaborador de Rodrigo Sorogoyen en películas como Stockholm (Borja Soler, Rodrigo Sorogoyen, 2013) y series como Antidisturbios (Movistar+, 2020), y Roberto Martín Maiztegui, guionista de la serie La valla (Atresmedia, 2020), es arriesgada y compleja, contando la historia al revés, desde 1993 retrocediendo progresivamente hasta 1981, y aunque al principio esta decisión parece que dificulta la conexión con los personajes, poco a poco se va revelando como un ejercicio de relojería narrativa que funciona no solo bien, sino extraordinariamente bien.
La historia comienza en Puzzle, 1993 (T1E1) con la muerte de un DJ que en cierta manera recuerda al fallecimiento del hermano de Marc, quien ha tomado la decisión de aceptar una propuesta para trabajar en Ibiza como DJ. Ese es el punto de partida pero también será el final en el episodio Barraca, 81 (T1E8), con el que se cierra el círculo de la estructura narrativa. Precisamente Atresmedia ya ha anunciado que La ruta tiene confirmada una segunda temporada que se desarrollará durante el esplendor de Ibiza en los años noventa. Pero la serie propone una mirada que no trata de estigmatizar a la que se llamó ruta del bakalao, sino que la presenta como una etapa de florecimiento musical y cultural en España, con acontecimientos como el primer concierto en nuestro país de Stones Roses en 1989, que sirve como uno de los hilos narrativos del episodio Actv, 89 (T1E3). Esta estigmatización estuvo marcada por la emisión del reportaje A toda pastilla (Canal+, 1993), una representación sensacionalista que se centraba en las drogas y una descripción siniestra de esas noches de fiesta en la costa valenciana, y de alguna forma la serie responde con una visión mucho más diversa en la que se reconstruyen las aspiraciones y las inquietudes de los jóvenes.
La historia tiene como protagonistas a cinco amigos: los hermanos Ribó, Toni (Claudia Salas), Sento (Ricardo Gómez) y Nuria (Elisabet Casanovas), a través de sus relaciones y de su conexión con los espacios donde se desarrollan los fines de semana nocturnos. Pero en esta descripción de música, drogas y sueños, acaba siendo más importante el momento de la resaca, el final de una fiesta que despierta sentimientos y vacilaciones, contradicciones y descubrimientos. Al contrario que en otras propuestas nostálgicas, La ruta ofrece una espléndida puesta en escena que acierta en la descripción de la época, a pesar de tener la dificultad de desarrollarse en diferentes años. Y la narrativa en retroceso también consigue solventar los problemas de caracterización de los personajes, a los que vemos rejuvenecer conforma se desarrollan los episodios, pero que en la acertada interpretación de un plantel de actores y actrices bien escogidos y bien dirigidos, logra dar credibilidad a este retroceso. Pero también hay un acertado trabajo de dirección en el que se alternan Borja Soler, Belén Funes, directora de la película La hija de un ladrón (2019) y Carlos Marqués-Marcet, director de Los días que vendrán (2019), que plantean los episodios como relatos cerrados que, aunque mantienen una unidad narrativa, se construyen con una estética diferente. Está especialmente bien narrada la diferente relación entre Marc y Lucas con sus padres, unos espléndidos Luis Bermejo y Sonia Almarcha, que brillan en Actv, 93 (T1E3), y destaca el doble episodio dirigido por Belén Funes, Espiral, 87. Cara A (T1E4) y Espiral, 87. Cara B (T1E5) que es el epicentro de la historia. Quizás La ruta es una serie no especialmente apropiada para su emisión semanal, como se ha programado en ATRESplayer Premium, dada la complejidad de su estructura, y resulta mucho más efectiva una vez que se pueden visionar todos los episodios, pero lo que es indudable es que se trata de una las más interesantes producciones españolas del año.
A pesar de que sigue siendo una plataforma con poco peso en Estados Unidos, Peacock continúa empeñada en tratar de hacerse un hueco entre la competencia con algunos nombres destacados de la televisión. Los últimos fichajes han sido dos veteranos: el showrunner David E. Kelley, que mantiene en antena Big sky (Disney+, 2020-2023), el año pasado estrenó El abogado del Lincoln (Netflix, 2022-) y este año tiene pendientes varias producciones, entre ellas la esperada Presumed innocent (Apple tv+, 2023) que protagoniza Jake Gyllenhaal y coescribe J.J. Abrams. También destaca la presencia de Barry Levinson, últimamente productor de la serie City on a hill (Movistar+, 2019-2022), cancelada después de tres temporadas, y de la miniserie Dopesick: Historia de una adicción (Disney+, 2021), así como director de la película El superviviente de Auschwitz (Barry Levinson, 2022). Ambos son los responsables de un interesante procedimental de investigaciones criminales cuya característica principal está en el perfil de su protagonista, el detective Avraham Avraham (Jeff Willbusch) cuyo nombre lo dice todo. Es un practicante judío ortodoxo que reza en las escenas del crimen ante las víctimas y que utiliza una especie de sexto sentido espiritual para resolver los casos, especialmente hábil en la sala de interrogatorios que prácticamente convierte en un lugar de confesión para los interrogados. Esta introducción de los elementos espirituales dan a la serie una textura diferente, reforzada por una estructura que también se salta algunas reglas de los típicos procedimentales. En vez de estar dedicada a un nuevo caso en cada episodio, la primera temporada se centra solo en dos investigaciones que se desarrollan a lo largo de cuatro episodios cada una, lo que permite que los casos vayan ampliando su perspectiva y haciéndose más complejos, un poco a la manera de lo que ocurría en Goliath (Prime Video, 2016-2021), también creada por David E. Kelley escrita por Jonathan Shapiro.
Quizás el interés por construir un protagonista que sostenga buena parte de las investigaciones provoca que algunos personajes secundarios sean demasiado unidimensionales, especialmente la compañera impuesta del detective, Janine Harris (Juliana Canfield) y la capitana Kathleen Davies (Karen Robinson) que no consigue desembarazarse del cliché de jefa de policía que presiona a los agentes. Algo más desarrollado está el detective Earl Malzone (Michael Mosley), del que se apunta cierto trasfondo en la segunda parte de la temporada, pero siempre queda la sensación de que los personajes están orbitando al protagonista, en vez de tener entidad propia. La aportación de Barry Levinson en los dos primeros episodios desvela una cierta oscuridad que se va desvaneciendo en el segundo caso investigado, menos contundente y con mayor tendencia a cierto tono de humor que la acaban situando demasiado en el carril de los procedimentales convencionales. Avraham Avraham es más interesante cuando está obsesionado y angustiado que cuando está relajado, más profundo cuando se enfrenta a la oscuridad de un ser humano que contradice las bondades de su propia formación confesional, lo que termina creando a un personaje que padece la constante confrontación con el lado más tenebroso de la sociedad. Y aunque al final no parece que se encuentre totalmente el equilibrio, ahondar en las circunstancias del conflicto que pueden ejercer los casos en la propia fe de Avraham parece un camino idóneo. La música oscura de Steve Mazzaro con tema principal de Hans Zimmer también parece abrazar más este tono desasosegante. Esta primera temporada está basada en los dos primeros libros de los cuatro que forman la serie literaria escrita por Dror Mishani (1975, Israel), trasladando la acción de Tel-Aviv a Nueva York. En España solo se ha publicado el primero, Expediente de desaparición (2011, Ed, destino), mientras que el resto permanece inédito.
A pesar de todo, hay algunos guiños que funcionan, como cuando Janine Harris afirma que quiso ser policía después de ver La ley de los Angeles (NBC, 1986-1994), que fue precisamente el primer gran éxito en la carrera de David E. Kelley. Pero, de alguna manera, estas referencias subrayan el carácter de entelequia que rodea a la propuesta, menos interesada en ofrecer una descripción más o menos cercana a la realidad de una investigación policial, lo que en última instancia provoca cierta decepción. Aunque a veces, especialmente en el primer caso, hay algunos apuntes más humanos que plantean reflexiones sobre la ruptura social, especialmente a través de personajes inquietantes como Zack Miller (Noel Fisher), un aspirante a escritor frustrado que solo puede encontrar la inspiración cuando literalmente copia la realidad. Desgraciadamente, la serie pasa por alto estas ideas más de lo que hubiera sido deseable, pero esta primera temporada (a la espera de una renovación aún no confirmada), plantea proposiciones narrativas que podrían consolidarse de una manera mucho más efectiva.
Tras el estreno en abril de 2022, Slow horses (Apple tv+, 2022-) ha regresado el mismo año aprovechando el rodaje simultáneo de las dos primeras temporadas, aunque con diferentes directores, una decisión acertada dado que cada una de ellas se basa en uno de los libros que el escritor Mark Herron dedicó a la Casa de la Ciénaga. Por el momento, de forma cronológica, ya que la primera adaptaba la novela Caballos lentos (2010, Ed. Salamandra) y esta segunda traslada la trama incluida en la siguiente obra, Leones muertos (2013, Ed. Salamandra), que comienza con una persecución protagonizada por un antiguo espía de la época de la Guerra Fría, Dickie Bow (Phil Davis) que provocará la implicación personal de Jackson Lamb (Gary Oldman). Desarrollando su concepto de serie que juega con los clichés del género ofreciendo una versión más sucia (literalmente), este comienzo de temporada ofrece de nuevo la cara menos glamurosa del espionaje, con un agente retirado que también introduce otro de los elementos destacados de la producción, con la participación de uno de esos actores ingleses veteranos como Phil Davis que dan prestigio a una serie que ya cuenta con nombres como Kristin Scott Thomas, Jonathan Pryce, Saskia Reeves o Samuel West en su reparto. Este equilibrio se refuerza en una segunda temporada que pierde el factor sorpresa de la primera pero que no se resiste a regodearse en la presencia de un Jackson Lamb que aparece más desaliñado e impertinente, y del que Gary Oldman extrae sus mayores defectos para convertirlos en las mejores virtudes de su interpretación. Aunque no es cierto que esta temporada se centre más en el personaje para complacer a sus seguidores, porque también en la novela Jackson Lamb adquiría un mayor protagonismo.
En realidad, el trabajo de Will Smith, guionista de Veep (HBO, 2012-2019), pero también de algunos episodios de la absurda Avenue 5 (HBO Max, 2020-), se mantiene fiel a las historias escritas por Mick Herron, pero al mismo tiempo incorpora diálogos de humor sarcástico que se recrean en la figura del principal protagonista, quizás una de las características más destacadas de la serie. Pocas producciones ofrecen una claridad como la que tiene ésta en las intervenciones de los actores, con diálogos envueltos en una ironía que la hace especialmente disfrutable. En esta ocasión, sin embargo, la acción transcurre menos en el interior de la Casa de la Ciénaga, se abre a investigaciones paralelas y diversifica las secuencias de acción en diferentes personajes, incluida la secretaria Catherine Standish (Saskia Reeves). Una de las cosas que hace bien Slow horses es construir secuencias que funcionan en el entorno de espionaje clásico pero al mismo tiempo introducen elementos diferentes, como la persecución que hace un agente en bicicleta a un taxi en el episodio From upshott with love (T2E2). Y en este sentido, el trabajo del director Jeremy Lovering, que sustituye a James Hawes, pero encargándose también de dirigir la temporada completa, extrae perfectamente esa mirada elegante que ofrece la cámara y una fotografía excelente a cargo de Danny Cohen, quien sí repite en las dos temporadas, para crear una composición de planos en la que la cámara tiene una presencia constante, que subraya los tonos ocres y se recrea en los reflejos de luz en espacios oscuros, a la manera de las películas policíacas de los años setenta. De forma que, aunque transcurra en la actualidad, la serie tiene una cierta tonalidad que ofrece un aspecto visual retro.
Se le puede criticar a esta temporada que elimine esa incompetencia patética que tenía la primera, especialmente en el caso del agente River Cartwright (Jack Lowden), aunque en el episodio Old scores (T2E6) se recupera en parte. Por el contrario, durante casi toda la temporada hay una tendencia a las decisiones inteligentes y a los recursos ingeniosos de los agentes que disminuye su efectividad como historia de espionaje que ironiza sobre el género. Pero en definitiva Slow horses sigue siendo una producción disfrutable que envuelve en una impecable producción una mirada humorística hacia un género tan característicamente británico. La tercera temporada, que se rueda en la actualidad nuevamente de forma simultánea con la cuarta, se basa en la siguiente novela de la serie literaria, Tigres de verdad (2016, Ed. Salamandra), aunque saltándose el relato corto que publicó Mark Herron anteriormente, The list (2015), protagonizado por un personaje secundario de La Casa de la Ciénaga.
Comentaba la productora Jane Tranter en un panel durante la pasada edición del Festival Internacional de Televisión de Edimburgo, que le hubiera gustado tener más tiempo para desarrollar La materia oscura (BBC/HBO Max, 2019-2022): "Honestamente, habría contado la historia a lo largo de nueve temporadas si hubiera podido hacerlo. Hay tantas historias que no pudimos hacer", afirmaba. Pero, a pesar de ser una coproducción entre HBO y BBC, la cancelación no se ha producido como consecuencia de las turbulencias internas que ha provocado la nueva Warner Discovery, como en el caso de Gentleman Jack (BBC/HBO, 2019-2022), cuyo final llegó tras la decisión de HBO de no continuar produciendo y la falta de valentía de BBC para seguir por su cuenta o buscar otro socio, sino que la serie que nos ocupa ya tenía su días contados desde diciembre de 2020. Después de una espera de dos años desde el estreno de la segunda temporada, al parecer no tan motivada por las consecuencias de la pandemia sino por una necesidad de que los actores principales fueran mayores para afrontar la tercera historia, se ha estrenado una temporada final que ha resumido la adaptación de los libros escritos por Philip Pullman en una temporada por cada novela de la trilogía, pero evidentemente con menos tiempo del necesario para desarrollarla.
Esta temporada adapta el tercer y también último libro, El catalejo lacado (2000, Ed. Roca) pero con una necesidad de resumir la trama y eliminar historias paralelas, a pesar de que se puede decir que el trabajo de adaptación de Jack Thorne (1978, Inglaterra), guionista de películas como Wonder (Stephen Chbosky, 2017) y Enola Holmes (Harry Bradbeer, 2020) y su secuela, es esencialmente bastante fiel a los libros. La materia oscura ha demostrado a lo largo de sus tres escasas temporadas que es una de las mejores fantasías realizadas en los últimos años en formato serie, mucho más interesante por ejemplo que Los anillos de poder (Prime Video, 2022-), más profunda en sus conceptos filosóficos e incluso teológicos y más elaborada en el desarrollo de sus personajes. Con sus altibajos, que también están presentes en la obra de Philip Pullman, la serie ha tenido que lidiar con una compleja historia que, bajo la apariencia de cuento juvenil, trata temas como la filosofía o la metafísica, pero sobre todo es un relato profundamente ateo, en el que se plantea la creación a partir de la materia y el polvo, del que a su vez surgió un ángel que hizo creer a todos que él había sido el creador del mundo. La iglesia no acepta el polvo, porque supone la negación de su propio concepto, y lo identifica con el pecado original, pero es precisamente de este amor original de donde surge la materia. El personaje de Mary Malone (Simone Kirby), que fue monja anteriormente, está representado como la serpiente que unirá a los nuevos Adán y Eva para sanar al mundo. Y a lo largo de esta tercera temporada, compleja en sus conceptos filosóficos en los que están presentes el mundo de los muertos y la salvación de la humanidad, hay una lectura particularmente consciente de lo retorcida que la religión puede llegar a ser: "Me pregunté a mí misma: "¿alguien estaría mejor si simplemente regresara a mi hotel, dijera mis oraciones y prometiera no caer nunca más en la tentación?", dice Mary en el episodio The botanic garden (T3E8). "Y la respuesta llegó: No. Nadie estaría mejor. Me di cuenta de que no había nadie para recompensarme por ser buena o para castigarme por ser malvada. Y eso resultó liberador". Lo que básicamente es un resumen del pensamiento del autor Philip Pullman en torno al concepto teológico: "Si existe un Dios está muy lejos ahora mismo", llegó a decir.
Pero, al margen de esta lectura filosófica, que da profundidad a la narrativa de la historia, La materia oscura se puede ver como una fantasía en la que se enfrentan las fuerzas del bien contra las del mal, aunque no está del todo claro cuál es una y cuál es la otra. O más bien, habría que decir que en esta temporada final está más claro que en las otras, con Asriel (James McAvoy) y Coulter (Ruth Wilson) luchando juntos, pero con una particular conciencia de final de camino y el regreso de algún personaje relevante. Visualmente apabullante, con unos efectos CGI especialmente logrados, sobre todo en la creación de los daemon, las almas en forma de animales que acompañan a los seres humanos, pero también en la visualización de la batalla final que quizás hubieran necesitado más desarrollo o en la creación de submundos como el de los muertos o el de los ángeles, la serie despliega una capacidad emocional que tiene algunos momentos particularmente brillantes en la separación del episodio Lyra and her death (T3E4) o en el sacrificio de The clouded mountain (T3E7), pero sobre todo en un desenlace que ha podido decepcionar a muchos seguidores por ser demasiado agridulce, pero que es particularmente hermoso y coherente con los personajes. La materia oscura tiene la virtud también de contar con algunos destacados actores ingleses, pero sobre todo se sostiene en la vitalidad de la actriz española Dafne Keen (2005, Madrid) que comenzó a protagonizar la serie con 13 años y ha llegado a los 18 estrenando la tercera temporada, también rodada en parte en localidades malagueñas como Benaoján, Villaluenga, Ronda, Coín y Álora. Hay que destacar especialmente el magnífico trabajo de Lorne Balfe en una banda sonora eminentemente sinfónica que impulsa los momentos más emocionantes gracias a su creatividad melódica. Aunque sabe a poco, y quizás sin tener el suficiente reconocimiento, La materia oscura al menos ha tenido la oportunidad de cerrarse adecuadamente, sin cancelaciones abruptas, lo que ha permitido completar un viaje que nos parece hermoso y profundamente maduro.
En su trayectoria como director, Dalibor Matanić (1975, Croacia) ha desarrollado un estilo personal que le llevó a ganar el Premio Especial del Jurado en la sección Un Certain Regard del Festival de Cannes por su largometraje Bajo el sol (Dalibor Matanić, 2015), sobre un triángulo romántico en un contexto bélico. Recientemente ha cosechado otro éxito importante con la miniserie The silence (OLL.TV, 2021), un true crime que se desarrolla entre Croacia y Ucrania basado en la investigación en torno a la aparición del cadáver de una niña en el pequeño pueblo croata de Osijek, que derivó en el descubrimiento de una red de abuso de menores que se desarrollaba entre ambos países. Pero anteriormente ya había logrado repercusión con la serie El último artefacto socialista (Filmin, 2021-), ganadora del Premio a la Mejor Serie Internacional de la Sección Panorama en el Festival Séries Mania 2021, el mismo año que en la Sección Oficial ganaba el drama islandés Blackport (RÚV, 2021-), aún inédito en España. La historia está basada en la segunda novela del escritor Robert Perišić (1969, Croacia), No-signal area (2020), que transcurre durante el periodo 2010-2012 en una remota localidad que conoció un periodo de esplendor gracias a la antigua fábrica de turbinas de la que dependía buena parte de sus habitantes, pero que tras la guerra en la ex-Yugoslavia y la cada vez menor demanda de ese tipo de grandes turbinas para el sector industrial, acabó sufriendo el desmantelamiento de la fábrica, lo que provocó también un enfrentamiento personal entre el antiguo dueño y sus trabajadores, que se ha mantenido latente a lo largo de los años.
La llegada del empresario Oleg (Rene Bitorajac) y el ingeniero Nikola (Krešimir Mikić) con la intención de reutilizar la fábrica para nuevos encargos de turbinas devuelve la esperanza a los antiguos empleados, especialmente cuando consiguen el apoyo del viejo ingeniero Janda (Izudin Bajrović), que se había refugiado en una vida solitaria y apartada, motivado por un sentimiento de culpa. La adaptación en formato serie se construye a partir de una estructura que convierte en protagonista de cada episodio a uno de los personajes principales, mostrando una visión diversificada de la historia. En este sentido, la serie aporta claridad a las tramas entrelazadas que se cuentan en la novela, más confusa en la narrativa, lo que contribuye a que resulten más fácil de seguir las diferentes subtramas que protagonizan cada uno de los personajes. Pero consigue mantener esa mirada transparente hacia las consecuencias del cataclismo del sueño socialista frente al empuje devastador e inevitable del capitalismo. El ficticio pueblo de Nuštin se convierte así en la representación de la descomposición de un estado de pensamiento que acaba afectando a la propia psicología de sus habitantes. La historia de Oleg, que ocupa el primer episodio, conecta con la inversión de un hombre de negocios del Magreb que ha encargado la elaboración de una sola turbina, lo que representa asimismo la dependencia cada vez mayor de las sociedades occidentales respecto a las grandes fortunas de los negocios en los países árabes.
Las subtramas personales que se narran en los episodios hacen avanzar la trama principal pero al mismo tiempo ofrecen una perspectiva diferente y enriquecen la construcción de los personajes, como en el Episodio 4 dedicado a Janda, el viejo ingeniero que al comienzo parece apático y desconfiado pero del que conoceremos una personalidad más cálida y paternal, y especialmente en el retrato del capataz Branoš (Gora Bogdan, que también interviene en la serie The silence). El Episodio 5 dedicado a él es el que impulsa la serie hacia terrenos más dramáticos, y en cierta manera el que mejor define la irrealidad de ese renacer de la actividad laboral en la fábrica que parece solo un sueño momentáneo, pero al que los trabajadores se agarran sin perder la esperanza. La manera en que la turbina fabricada con los recursos tradicionales y un sistema de trabajo obsoleto es recibida por la sociedad capitalista occidental como una pieza para el espectáculo, una especie de objeto vintage artístico, es un símbolo poderoso que establece una conexión directa con la perspectiva nihilista de los poderes económicos respecto a la condición humana.
Ya decíamos en nuestro comentario respecto a la segunda temporada de la serie que la sombra de la II Guerra Mundial se cernía sobre los personajes en las novelas escritas por James Herriet en las que está basada la serie de Channel 5 Todas las criaturas grandes y pequeñas (Filmin, 2020-). Y efectivamente en esta tercera temporada, manteniendo su tono amable y bucólico, las tensiones en Europa y la inminencia de una guerra se presentan en forma de oficinas de reclutamiento y las dudas que comienza a tener James (Nicholas Ralph) en torno a su obligación de participar en combate como un reflejo de la necesidad de cumplir con el deber, que no considera que está honrando dedicándose a cuidar animales. Tanto el cascarrabias Siegfried Farnon (Samuel West) como Mrs. Hall (Anna Madeley) han tenido experiencias trágicas durante la I Guerra Mundial y rechazan la posibilidad de que James, y posiblemente Tristan (Callum Woodhouse), acaben convirtiéndose en soldados. Pero hasta esa circunstancia, que se intuye más al final de la temporada, Todas las criaturas grandes y pequeñas continúa siendo ese espacio feliz en la campiña inglesa donde los principales dramas están protagonizados por los animales de las granjas y las mascotas del pueblo. Pero la circunstancia amenazante de un conflicto de alguna manera consigue que la serie establezca ciertos paralelismos con una actualidad marcada por la crisis económica y el conflicto ruso-ucraniano. Aunque lo que resulta más atractivo es dejarse llevar por estas historias de convivencia que utilizan la relación de los humanos con los animales para establecer una mirada reflexiva sobre las relaciones de los humanos con otros seres humanos.
Otra amenaza sin embargo se cierne sobre los granjeros debido a una necesaria campaña de pruebas de tuberculosis en el ganado para evitar una propagación a la población, lo que introduce un personaje nuevo, el Sr. Harcourt (Adrian Rawlins), del Ministerio de Agricultura, que será una pesadilla para James, quien se ha prestado voluntario a convencer a sus vecinos de que sometan a sus animales a estas pruebas. Pero la detección de una cepa de tuberculosis en un animal supone el sacrificio de todo el rebaño, y las contraprestaciones que ofrece el gobierno están por debajo del valor real. Algo parecido a lo que ocurre en la última temporada de Yellowstone (SkyShowtime, 2018-), así que las cosas no parecen haber cambiado mucho con el tiempo. Una boda siempre es un buen comienzo, así que la esperada consolidación del matrimonio entre James Herriot y Helen Alderson (Rachel Shenton) se produce al principio de la temporada, para establecer una convivencia que enriquece las relaciones en la casa-veterinaria de Siegfried. Y al mismo tiempo se explora con mayor profundidad la compleja vida familiar de Mrs. Hall, un personaje en el que parecía obligado abordar aspectos más personales, que la definieran con mayor precisión.
La fidelidad de la serie a las novelas escritas por James Alfred Wright bajo el seudónimo del personaje James Herriot hace pensar en cómo la cuarta temporada ya en preparación podría evitar centrarse demasiado en el conflicto bélico, teniendo en cuenta que al final de la tercera temporada el primer ministro Neville Chamberlain ya realiza una declaración de guerra contra Alemania tras la invasión de Polonia, y que el propio escritor participó como aviador en la RAF en 1942. Pero la intención del creador Ben Vanstone no parece ser la de incluir de una forma demasiado directa el conflicto bélico, centrándose sobre todo en la localidad de Dale donde se desarrolla la historia, con apuntes como la introducción de una niña acogida en la casa en el episodio Merry bloody Christmas (T1E7). Un desafío interesante de cara a una temporada 4 que se confirmó al mismo tiempo que la tercera, y unas temporadas 5 y 6 que ya están planeadas, pero sin confirmación oficial. La presente está compuesta por los habituales 6+1 episodios, dirigidos por Brian Percival y Andy Hay, dos de los directores recurrentes, y la incorporación de Stewart Svaasand, que se ha encargado del último capítulo y del especial navideño que estrenó Filmin el 23 de diciembre y que, más que uno de los programas especiales navideños que suelen producirse en las series más populares británicas, autoconclusivos y con invitados sorpresa, es una continuación de la historia principal que enlaza las temporadas tres y cuatro.
El Festival de Cannes no suele incluir en su programación formatos de series, únicamente en casos excepcionales, pero en la pasada edición programó Esterno Notte (Marco Bellocchio 2022), dentro de su sección Cannes Première. El director Marco Bellocchio (1939 Italia), que sigue plenamente en activo a sus 82 años y que el año pasado también presentó en Cannes su documental Marx può aspettare (Marco Bellocchio 2021), retoma una historia real que ya abordó hace casi veinte años en su película Buenos días, noche (Marco Bellocchio, 2003): el secuestro y asesinato del primer ministro de la República Aldo Moro por parte de las Brigadas Rojas. Pero, como su propio título indica, la mirada ahora es externa, no se centra como aquella película en la habitación en la que estuvo secuestrado el líder de Democracia Cristiana, sino que realiza una panorámica más amplia, en la que se incorporan diferentes puntos de vista. Exterior noche utiliza el formato de serie de seis episodios de 50 minutos cada uno, pero en Italia se estrenó entre mayo y junio como una película dividida en dos partes de casi tres horas de duración cada una. Para su director, se trata de un conjunto compacto que usa la división en capítulos para establecer el protagonismo de los diferentes puntos de vista. Y en este caso, como un contrapunto a la visión más intimista de Buenos días, noche, la serie se expande para hacer un recorrido político al mismo tiempo que humano, en el que la figura de Aldo Moro, que protagoniza principalmente la primera hora, se convierte después en una figura ausente pero absolutamente trascendental.
Las siguientes partes (o episodios) de la historia están dedicadas a otras miradas que, si tomamos el formato de película de dos entregas podríamos decir que aborda primero el punto de vista político, con Aldo Moro (Fabrizio Gifuni), el Ministro del Interior Francesco Cossiga (Fausto Russo Alesi) y el Papa Pablo VI (Toni Servillo), para en la segunda parte acercarse al otro lado, el de los secuestradores, con Adriana Faranda (Daniela Mora), y el de la familia con la esposa del político Eleonora Moro (Margherita Buy) y de nuevo con Aldo Moro, pero ahora despolitizado y transformado en un rehén. Utilizando el "efecto rashomon", la historia se desarrolla avanzando y retrocediendo para mostrarla desde diferentes perspectivas, pero también alternando la reflexión política con la representación humana: el tormento paranoico que sufre Francesco Cossiga, las dudas del Papa Pablo VI, la impotencia de Eleonora Moro o la indecisión de Adriana Faranda, que en cierto modo conecta directamente con el personaje de Chiara, la militante rebelde de las Brigadas Rojas en Buenos días, noche. Y Marco Bellocchio consigue, junto a sus colaboradores guionistas, establecer una narrativa clara en la que aporta su propia visión de la historia.
Aldo Moro presidía Italia en 1978, y se encontraba negociando el llamado "compromiso histórico" que contaría con el apoyo al gobierno del Partido Comunista, algo que una parte de la propia Democracia Cristiana no veía con simpatía, apoyada por la influencia de unos Estados Unidos que tampoco querían a los comunistas cerca del poder. En la serie, Eleonora Moro hace referencia a la amenaza que recibió Aldo Moro de Henryk Kissinger sobre su propuesta de compromiso histórico, y el Ministro del Interior Francesco Cossiga aparece consultando a Steve Pieczenik (Tim Dalsh), un asesor del presidente Carter enviado a Italia. En su perfecta construcción de thriller político hay una referencia a la posibilidad de que los propios servicios secretos italianos apoyaran el secuestro del primer ministro. Pero sobre todo se plantean las negociaciones para su liberación como un caldo de cultivo para la traición, especialmente la de un Francesco Cossiga que el actor Fausto Russo Alesi interpreta certeramente en su remordimiento paranoico, o en la simbología de una pila de billetes en el Vaticano preparados para el pago de un rescate que Pablo VI nunca utilizó. Aldo Moro se había convertido en una figura política incómoda, incluso para su propio partido: "Le quieren muerto. Quieren un mártir, un Cristo crucificado", dice una de sus hijas. Hay que destacar también el trabajo del actor Fabrizio Gifuni, quien interpretó en teatro la lectura de las cartas que escribió desde su cautiverio el primer ministro, y de Margherita Buy en uno de los episodios más dolorosos, el de la impotencia de una familia que asiste a la inacción de los políticos o de Toni Servillo como un Pablo VI enfermo y dubitativo, quien ya había interpretado a otra figura política destacada, Giulio Andreotti, en la película Il divo (Matteo Garrone, 2008). El director imagina la liberación de Aldo Moro, despierto en el interior del maletero del Renault 4 en el que fue encontrado muerto, como si quisiera ofrecer una realidad alternativa que demostrara que, si se hubiera querido, podría haber vivido. Pero si lo hubiera hecho, posiblemente la historia reciente de Italia habría sido muy diferente.
La autora Elena Ferrante vive en los últimos años un idilio con el mundo audiovisual gracias al éxito de series como La amiga estupenda (HBO Max, 2018-) o largometrajes notables como La hija oscura (Maggie Gyllenhaal, 2021). Ahora es su última novela, La vida mentirosa de los adultos (2020, Ed. Lumen) la que permite a Netflix incorporarse a estas adaptaciones de unos libros que han conseguido llegar a más de 20 millones de lectores en todo el mundo, y lo hace con buen criterio, manteniendo la producción en Italia y contando con algunos colaboradores de la serie La amiga estupenda, como los guionistas Francesco Piccolo y Laura Paulocci, así como con la propia autora firmando el guión. Porque en cierta manera la novela de Elena Ferrante, seudónimo que esconde a una autora cuya identidad fue revelada hace unos años en un periódico, suscitando una polémica sobre el derecho a la intimidad, se siente como una historia paralela a la de Lenù y Lila, que transcurre también en una Nápoles dividida entre una burguesía cuya intelectualidad se queda en las reflexiones y un barrio industrial empobrecido. En este caso, la historia transcurre en la década de los 90, pero Giovanna (Giordana Marengo) también es una adolescente que se enfrenta a la madurez dentro de una familia que ha construido muros de incomunicación y rencillas internas: "Desde que Vittoria me había dicho que observara a mis padres, los gestos más mundanos me parecían la entrada a horribles secretos", dice Giovanna en Somiglianza (T1E2). Cuando su padre Andrea (Alessandro Preziosi) la compara con su tía Vittoria (Valeria Golino), a la que considera una persona maleducada y analfabeta, la joven siente la necesidad de comprobar si ese familiar al que nunca ha conocido es tan monstruosa como la describen en su casa. "Dos años antes de irse de casa, mi padre le dijo a mi madre que yo era muy fea", comienza la narración de Giovanna en el libro, lacerando la fragilidad de la adolescente pero también impulsando su necesidad de rebelarse contra su familia.
Edoardo de Angelis (1978, Italia) aborda la dirección de La vida mentirosa de los adultos (Netflix, 2022) como una historia cíclica, en la que introduce secuencias que se reproducen al revés, como en el comienzo del episodio Solitudine (T1E4), que muestra la ruptura de la unidad familiar a través de esta disrupción formal, o apoyándose en una banda sonora electrónica repetitiva de Enzo Avitabile, que juega con las palabras de Giovanna. La obra de Elena Ferrante abunda en complejidades emocionales y reflexivas de sus personajes, se siente más cercana a la meditación que a la acción, y eso es lo que hace más difícil algunas de sus adaptaciones. El proceso de madurez de la protagonista está acompañado de una necesaria rebeldía que se manifiesta en la chaqueta militar que Giovanna tiene puesta al comienzo de Amarezza (T1E3), y se representa a través de las visitas a su tía Vittoria, un personaje que Valeria Golino hace menos fascinante de lo que resulta en el libro, y de un acercamiento seco y apático al descubrimiento del sexo, como queriendo rebajar el sentimiento de pasión que los hombres encuentran en ella. Aunque hay ciertos desequilibrios en la narración, que intenta transmitir sensaciones internas a través de una dirección estilística que divaga poéticamente, la serie va creciendo conforme se desarrollan los seis episodios de los que está compuesta, con la infidelidad del padre y, sobre todo, la mayor implicación de Giovanna en las tertulias intelectuales.
Así, Amore (T1E5) transcurre casi en su totalidad durante la celebración de una Feria del Partido Comunista en la que se presenta esa intelectualidad algo vacía que simboliza su padre, frente a un sentimiento religioso de Vittoria que es principalmente pasional: "El amor no es limpio. Es opaco, como las ventanas de los baños", le dice a Giovanna. El último es el episodio que se siente más cercano a La amiga estupenda, especialmente en sus últimas temporadas. Cuando la protagonista viaja a Venecia junto a su amiga Giulianna para encontrarse con Roberto, un joven profesor, se muestran los círculos estudiantiles que reflexionan sobre la religión y el comunismo, cercanos a la representación de las reuniones intelectuales de aquella serie. Pero es también cuando Giovanna toma consciencia de que ser adulto implica rodearse de mentiras y secretos: "¿Tan fácil es morir en la vida de otras personas sin las que no podemos vivir?", se pregunta. La serie termina con una bandera de Italia sucia y rota, mientras suena la canción Io non piango (yo no lloro) que interpretaba Franco Califano en su álbum Tac...! (1977, BMG Sony): "Yo no lloro cuando alguien muere, ni siquiera por mi padre (...), pero lloro, lloro por nuestras vidas, dos vidas violadas". El camino de Giovanna hacia la madurez llega a un destino expresado en melancolía.
La docuserie germano-israelí que estrena la plataforma Filmin a principios de enero es una exploración de los hechos que rodearon a un accidente de avión ocurrido el 4 de octubre 1992, cuando un Boeing 747-200F de la compañía aérea El Al Israelí Airlines se estrelló contra un edificio de viviendas en el barrio de Bijlmer, en Amsterdam. Se trataba de un complejo residencial habitado principalmente por inmigrantes africanos, en una zona abandonada por la administración pública que acabó adquiriendo protagonismo a raíz de este accidente. Aunque se trataba de un avión de carga que no llevaba pasajeros, murieron las cuatro personas que lo pilotaban y 39 habitantes de esas viviendas. La serie de tres episodios escrita y dirigida por Noam Pinchas (1947, Israel), director del reconocido documental El maravilloso reino de Papa Alaev (2016), comienza como una de esas investigaciones que dejan al descubierto las estrategias de los fabricantes de aviones para ahorrar costes, evitando la sustitución de elementos importantes que sufren la corrosión del tiempo. En este caso, la caída de un torno que unía el motor interior del ala derecha del avión provocó que éste saliera disparado en pleno vuelo, golpeando y desprendiendo también el motor exterior. La compañía norteamericana Boeing intentó ocultar la falta de actualización de importantes piezas del fuselaje durante las revisiones periódicas, pero esta actuación fue puesta al descubierto por el periodista de The Seattle Times, Byron Acohido. Uno de los entrevistados más claros en sus apreciaciones es el capitán Yitzhak Nir, que voló en la compañía Al El entre 1971 y 2010, y que establece una relación directa entre el compromiso de la compañía aérea con la empresa norteamericana Boeing y el apoyo militar y la venta de armas de Estados Unidos a Israel. "Los norteamericanos decían: 'si queréis podéis comprar aviones en Europa a Airbus, pero entonces quizás dejemos de suministrar armamento'", comenta el ex-piloto.
De esta forma, las investigaciones sobre la responsabilidad de la compañía Boeing en el accidente, a pesar de que algunos años antes se había producido otro accidente por las mismas razones en China, no fueron más allá de unas indemnizaciones excesivamente bajas. Aunque la docuserie no se plantea como un ejercicio de investigación periodística, está apoyada principalmente en las entrevistas con los implicados, tanto periodistas como representantes de algunas de las empresas, aunque Boeing rechazó participar. Pero lo interesante es que el accidente tiene ramificaciones distintas cuando numerosos habitantes de la zona donde se produjo y algunos bomberos que participaron en el rescate empezaron a sufrir extraños síntomas, lo que derivó en enfermedades como el cáncer. Y entonces es cuando se averigua que el listado de carga del avión solo se ha proporcionado de forma parcial y que 20 toneladas del material que transportaba no aparecen. La historia de un fallo mecánico se convierte de esta forma en una investigación sobre qué era realmente lo que transportaba el avión y cuales fueron sus consecuencias. Cielos turbios (Filmin, 2022) revela un drama en el que tres países diferentes utilizan estrategias para ocultar la verdad: Estados Unidos para reducir la responsabilidad de la compañía Boeing, Israel para no revelar el contenido de la carga del avión y Holanda para maquillar la mala gestión de la Ministra de Sanidad, eje fundamental para mantener la estabilidad de un gobierno en coalición. La serie utiliza hábilmente la información para comenzar como un documental sobre las flaquezas de la aviación aérea e ir derivando hacia un interesante thriller político. Al mismo tiempo hay una crítica velada al posicionamiento de Israel dentro de la comunidad internacional, utilizando la herramienta del antisemitismo para evitar que la comisión parlamentaria holandesa profundizara en su investigación cuando surgieron las primeras críticas. Y se plantea el sentimiento de culpabilidad histórica de un país como Holanda que fue del que acabaron deportados un mayor número de judíos durante la 2ª Guerra Mundial.
______________________________________Películas mencionadas:
Almas en pena de Inisherin se estrena en cines el 3 de febrero.Los Fabelman se estrena en cines el 10 de febrero.
Déjame entrar (2008) se puede ver en Filmin, Movistar+ y Prime Video. Redada asesina, Proyecto X y Abducted in plain sight se pueden ver en Netflix. Los perros se puede ver en Filmin y Prime Video. Stockholm se puede ver en Filmin y FlixOlé. La hija de un ladrón se puede ver en Prime Video. Los días que vendrán se puede ver en Filmin y Netflix. Bajo el sol se puede ver en Filmin. El maravilloso reino de Papa Alaev se puede ver en Filmin y Plex.