CÓMO PRIME VIDEO NO SABE GESTIONAR SUS ÉXITOS SORPRESA
Prime Video España cometió uno de esos errores imperdonables en una sociedad de la información donde cualquier equivocación es rápidamente difundida a través de las redes sociales. La cuestión es si se está a la altura de asumir los errores propios con algo más que el simple silencio, y parece que los responsables de comunicación de Prime Video no lo están. El pasado viernes 28 de julio aparecía por sorpresa una de las series más destacadas de este año, todavía inédita en España: Jury duty (Prime Video, 2023) parecía que se había estrenado de esa forma que Prime Video a veces estrena sus series, sin promoción alguna, lo cual era sorprendente teniendo en cuenta que acababa de conseguir cuatro nominaciones a los premios Emmy. Aunque había que buscarla, ya que no se encontraba entre las series destacadas en la plataforma, rápidamente se extendió la noticia que finalmente se reveló como un error, ya que solo duró en Prime Video un fin de semana, siendo eliminada sin ninguna explicación el lunes 31 de julio. Pueden ser comprensibles que se produzcan algunos errores o que se detecten algunas pruebas que tratan de mantenerse ocultas al público, pero lo cierto es que es difícil que algo así consiga pasar desapercibido. Por el momento, no ha habido explicación y ni siquiera una fecha de estreno oficial para una serie que fue producida para Freevee, el canal AVOD (Video a la carta con publicidad) de Amazon, y que se convirtió en una sorpresa, poniendo de manifiesto que no saben manejar bien este tipo de éxitos. En Estados Unidos, la serie pasó a la plataforma Prime Video, pero con una fecha de salida que indicaba que no esperaban mucho de los Emmy, pero Jury duty se convirtió en la primera serie de una plataforma con anuncios que ha sido nominada en la categoría de Mejor Comedia, además de Guión de Comedia, Actor secundario (James Marsden) y Reparto, por lo que Amazon decidió eliminar la fecha de salida de la serie. En España, al menos ya sabemos que la serie tiene previsto su estreno directamente en Prime Video, incluyendo material adicional con todos los episodios audio-comentados por los creadores y protagonistas, pero aparte de la aparición y desaparición en un fin de semana, por el momento sigue sin fecha de estreno.
CÓMO LA ESTRATEGIA DE LOS ESTUDIOS EN LA HUELGA HA SIDO DESACTIVADA
Hace unas semanas, en la revista Deadline se expresaban bajo anonimato algunos miembros de grandes estudios y streamers manifestando que la estrategia de negociación con el Sindicato de Escritores de América (WGA) pasaba, principalmente, por no negociar nada, tratando de mantener una huelga que perjudicaba principalmente a los guionistas mientras el calendario de producción no se viera afectado de una forma destacada. Aunque la Alianza de Productores de Televisión y Cine (AMPTP) lo negó en uno de los pocos comunicados oficiales que ha hecho, lo que parece claro es que, teniendo dos negociaciones más en el horizonte, los estudios pretendían debilitar la fuerza de WGA llegando a acuerdos con el Gremio de Directores de América (DGA) y con el Sindicato de Actores de Cine y la Federación Estadounidense de Artistas de Radio y Televisión (SAG-AFTRA), de forma que cuando volvieran a la mesa de negociación con los guionistas, tradicionalmente más beligerantes, tuvieran una posición de superioridad. Con los directores se llegó a un acuerdo, pero SAG-AFTRA acabó siendo más radical de lo que parecía, declarando finalmente una huelga que los estudios no esperaban, y que tiene mucha más repercusión para la promoción de las películas y series que la de los guionistas. En un artículo en The New York Times (2/8/2023), tres presidentes de estudios bajo condición de anonimato afirmaban que el principal problema con SAG-AFTRA provenía de su actitud combativa desde el principio, y en especial de su presidenta, la actriz Fran Drescher, quien se ha manifestado de forma rotunda sobre los directivos de los grandes estudios, llamándoles "personas irrespetuosas y ambiciosas".
Fran Drescher ha augurado que la huelga podría durar hasta seis meses, y las donaciones de actores y actrices como Meryl Streep y George Clooney a la Fundación que recauda fondos para ayudar a los intérpretes que tengan problemas económicos durante la ausencia de trabajo, parecen indicar que están preparándose para ello. En el otro lado, según la revista The Wrap (31/7/2023) los estudios han comenzado a reunirse ahora para tratar de unificar sus criterios de cara a las negociaciones. Curiosamente, ni Bob Iger de Walt Disney, ni David Zaslav de Warner Discovery, fueron bienvenidos debido a sus incómodas declaraciones públicas. Pero sí estaba Ted Sarandos, co-director ejecutivo de Netflix, uno de los responsables del cambio estratégico en el audiovisual y el fracaso del modelo de negocio del streaming (Netflix se ha reconvertido en una televisión digital con publicidad) que ha llevado a esta situación de bloqueo. The New York Times indicaba que la reunión se produjo por Zoom entre un grupo amplio de líderes de estudios. Sin embargo, la animadversión con SAG-AFTRA también ha provocado un nuevo cambio de estrategia, y es acercarse a los guionistas antes que a los actores, que en principio eran su principal prioridad, porque su huelga afecta directamente a la promoción. Carol Lombardini, representante de AMPTP, afirmaba que nunca se sentaría a negociar mientras los guionistas estuvieran en huelga, una frase estúpida teniendo en cuenta que las huelgas son precisamente para forzar una negociación. Ahora parece desdecirse tratando de abrir vías de comunicación con los guionistas, a los que despreció hace unos meses. El problema es que, cuanto más duren las huelgas convocadas por WGA y SAG-AFTRA, más están obligados sus representantes a alcanzar acuerdos sólidos. Otra situación provocada por la inútil estrategia de los estudios.
Los siguientes comentarios se basan exclusivamente en el visionado de las temporadas completas de las series comentadas y pueden contener información relevante sobre sus argumentos.
Hace dos años el escritor Jakub Żulczyk (1983, Polonia) saltó a los medios internacionales porque fue acusado por la fiscalía de insultos al presidente polaco Andrzej Duda, lo que podría acabar con una sentencia de tres años de cárcel. El autor llamó al presidente "imbécil" en Facebook comentando la felicitación que había escrito aquel en redes sociales dando la enhorabuena a Joe Biden, pero dejando caer que su victoria no estaba aún confirmada (Andrzej Duda es conocido por su buena relación con Donald Trump). Tras varios juicios en los que nunca se consideró que el insulto suponía un grave perjuicio social, hasta mayo de este mismo año el Tribunal Supremo de Polonia no acabó ratificando la absolución del escritor, poniendo fin a un largo proceso judicial. Es más o menos el mismo periodo de tiempo que ha tardado la serie Warszawianka (Estoy aquí) (SkyShowtime, 2023) en llegar a las pantallas, puesto que la decisión el pasado año de Warner Bros. Discovery de poner fin a la producción europea de HBO dejó a varios títulos en pausa, hasta que SkyShowtime acabó comprando buena parte del contenido que todavía estaba por estrenar. Del autor polaco se han adaptado algunos libros como Cegado por la luz (HBO Max, 2018), que todavía permanece en el catálogo de HBO Max, este otoño se estrenará Feedback (Netflix, 2023) y esta plataforma también ha anunciado la adaptación en formato serie de su libro Hill of dogs (2017). Pero, tras su exitosa incursión en el mundo del podcast, Estoy aquí es su primer guión escrito directamente para una serie. El protagonista es Franciszek "Czuły" Czułkowski (Borys Szyc), un artista que no termina de escribir su próximo libro desde hace años, y que afronta la crisis de la mediana edad a sus cuarenta años en una ciudad como Varsovia que invita a esconderse detrás de chupitos de vodka y tiros de cocaína.
Lo más interesante de la serie es la manera en que retrata a un personaje que intenta mantener un cierto espíritu jovial (hay un episodio dedicado al complejo de Peter Pan), una forma de no querer afrontar la madurez a pesar de estar separado y tener una hija adolescente. En cierto modo, esta actitud de maduro que se aferra a la juventud puede tener paralelismos con otros personajes como Hank Moody (David Duchovny) en Californication (SckyShowtime, 2007-2014), con la que se la puede comparar, con algunos elementos comunes como la necesidad de mantener una vida sexual activa, especialmente con mujeres más jóvenes. Cuando conoce a Zosia (Zofia Wichłacz), por ejemplo, acaba compitiendo sin estar preparado en la maratón de la ciudad, solo para impresionarla. Utilizando la voz del narrador planteando reflexiones sobre su propia vida, la serie propone un ambiente de cierta jovialidad humorística en sus escarceos laborales, trabajando como camarero en el bar de su amiga Elka (Maja Pankiewicz) o como guionista en una agencia publicitaria en la que sus ideas no terminan de encajar bien. El título original Warszawianka hace referencia a la novela que el protagonista escribió bajo seudónimo (su editor le acabará exigiendo que revele su identidad), lo que define en cierta manera la personalidad resiliente del protagonista, a pesar de las dificultades que él mismo se provoca.
Hay un tono mucho más desesperanzado en los cinco últimos episodios, cuando ese mundo prefabricado que parece ajeno a los problemas se desmorona, porque quienes le rodean han acabado exhaustos. Czuły vive en uno de los varios apartamentos que posee su padre, Mr. Czułkowski, interpretado por el director de cine Jerzy Skolimowski, un artista que últimamente está obsesionado con pintar a mujeres desnudas, y que decide vender el inmueble, harto de ser siempre el soporte económico de la vida inestable de su hijo. Y esa sensación de impunidad que tiene el protagonista se revela como una farsa, que se sostiene solo porque siempre hay alguien que le ayuda, teniendo que dedicarse a trabajos ilegales como verter productos químicos en el campo con nocturnidad y alevosía, para poder disponer del dinero que le permita mantener su ritmo de vida. Hay una escritura notable en una serie que no siempre tiene un ritmo acorde con el estilo habitual de la televisión, en la que se construyen personajes sólidos que, incluso en el caso de los secundarios, no son solo soportes narrativos del protagonista, atrevidamente interpretado por el actor Borys Szyc, al que hemos visto en otras series como El rey de Varsovia (Filmin, 2020). Pero el director Jacek Borcuch (1970, Polonia), que ha competido en el Festival de Sundance con películas como Aquello que amamos (2009) y Un atardecer en la Toscana (2019), aporta esa presencia constante de la ciudad sin que parezca un tour turístico por Varsovia. Otro de los alicientes de la serie es una notable banda sonora con una selección de canciones de Daniel Bloom, Tom Waits, Bronski Beat o David Bowie, e incluso referencias al cine de Quentin Tarantino a través de la música de Luis Bacalov para spaghetti westerns como Gran duelo al amanecer (Giancarlo Santi, 1972). Aunque SkyShowtime proporciona sorprendentemente unos subtítulos en español sin acreditar y con expresiones y acentos argentinos.
El anuncio de una cuarta temporada por parte de HBO Max confirma que el final de la tercera no es el definitivo, aunque se trate de un desenlace adecuadamente bíblico para la historia de la familia Gemstone. En cierto modo siguiendo el tono de la segunda temporada, esta última recupera la fórmula de los hijos que decepcionan al padre, incapaces de dirigir por sí solos, a pesar de lo mucho que lo desean, el imperio que ha construido Eli Gemstone (John Goodman), semiretirado porque tampoco es capaz de encontrar una actividad que sustituya al trabajo de mantener su iglesia en pie. Mientras, sus tres descendientes han heredado un reino que no es precisamente celestial, sino que se asienta en el negocio de convertir en dinero todo lo que esté relacionado con Dios. Kevin (Adam Devine), que esta temporada tiene una epifanía en su relación con Keefe (Tony Cavalero), se dedica a boicotear sexshops; Judy (Edi Patterson) inicia una gira que la aleja, en todos los sentidos, de su marido BJ (Tim Baltz); y Jesse (Danny McBride) mantiene una competición interna con el negocio de asesoramiento matrimonial de su esposa Amber (Cassidy Freeman), mientras trata de convertirse en el líder que cree que su padre quiere que sea. En cierta manera, la historia mantiene las constantes sin arriesgar demasiado, pero con una escritura lo suficientemente sólida como para seguir siendo divertida, irónica y a veces sorprendente. Danny McBride, que co-escribe todos los episodios y dirige dos de ellos, aporta ese humor gamberro y paródico sobre el mundo de las grandes corporaciones religiosa, con un ojo puesto en la actualidad, haciendo referencia a las productoras de producciones audiovisuales religiosas como Angel Studio, cuyo éxito sorpresa de este año, Sound of freedom (Alejandro Monteverde, 2023), no sería extraño que estuviera de alguna manera presente en la cuarta temporada.
Donde brilla especialmente la serie, que en la trama familiar ha adoptado una cierta línea repetitiva, es en su capacidad para expandir las relaciones con el pasado, en la segunda temporada con la aparición del antiguo amigo de Eli, Junior Marsh (Eric Roberts) y este año con la presentación de la nueva rama familiar de los Montgomery, que encabeza May-May (Kristen Johnston) junto a Peter (Steve Zahn) y sus hijos Chuck (Lukas Haas) y Karl (Robert Oberst), quienes viven en uno de esos grupos de campaña paramilitares que siempre acaban recordando a la tragedia de Waco. Ahora que Succession (HBO Max, 2018-2023) ha terminado, este año se ha visto de forma más rotunda a The righteous Gemstones (HBO Max, 2019-) como un espejo evangelista de los Roy, sobre todo por la similar estructura familiar y la lucha interna por tomar el poder. La serie, que hasta la pasada temporada se titulaba Los Gemstone en España, pero este año se ha anunciado con su título original, traslada el negocio de los tele evangelistas a niveles de confrontación que a veces rozan el ridículo, en el sentido positivo y divertido de la palabra, pero esta tercera temporada se siente como un intento de ofrecer más espectáculo con acciones más radicales de los personajes. Por eso, una de las subtramas que mejor funciona es la entrada de Jesse en la Cape and Pistol Society, una sociedad secreta formada por miembros que llevan, efectivamente, capa y pistola, y en la que se enfrenta con Vance Simkins (Stephen Dorff).
Como es habitual, a mitad de temporada encontramos el "capítulo interludio", un episodio independiente que muestra en flashback una anécdota del pasado que explica en parte el comportamiento de la familia. Interlude III (T3E5), el único que dirige el habitual David Gordon Green (la mayor parte de los episodios están dirigidos por Jody Hill, habitual colaborador de Danny McBride), en este caso se centra en Judy y nos presenta tres versiones adolescentes muy divertidas de los protagonistas. La participación de la actriz que la interpreta, Edi Patterson, en la mesa de guionistas hace suponer que ella misma ha aportado ideas destacadas para su personaje, que en esta temporada consigue algunos momentos de comedia especialmente logrados, y aporta ese punto de vista femenino que habitualmente no está presente en las series escritas por Danny McBride. The righteous Gemstones sigue manteniendo su solidez como serie de humor irreverente que sin embargo nunca llega a ser demasiado grueso. Y aunque parece que ha tomado un camino redundante en la relación entre el patriarca y sus hijos, sigue contando con elementos externos que contribuyen a que encuentre siempre formas de marcar la diferencia.
Lo que nos lleva directamente al mejor episodio de la serie, y uno de los mejores que hemos visto este año, junto a Connor's wedding (T4E3) de Succession (HBO Max, 2018-2023), Long, long time (T1E3) de The last of us (HBO Max, 2023-) y Fishes (T2E6) de The bear (Disney+, 2022-). En la primera temporada, Reggie Rock Bythewood, que nació en el Bronx, abordaba directamente el debate sobre cómo afrontar una situación de amenaza frente a la policía en el episodio #RADICALS (T1E7) cuando una pareja de patrulleros aborda a los miembros del equipo en un restaurante de carretera, con una actitud racista. Hay algunos paralelismos con el episodio Are we free? (T2E5) de esta temporada, pero es incluso mucho más apasionado y doloroso en torno al no-futuro de muchos jóvenes. La trama se separa de la historia principal para llevar a los Swagger a un correccional donde se van a enfrentar a un equipo de baloncesto formado por internos (reconoceremos entre ellos a algunos personajes que estuvieron en la primera temporada). La primera imagen ya resulta impactante, cuando les recibe John Carlos, uno de los dos atletas afroamericanos que utilizaron el puño en alto como protesta por los derechos civiles en los Juegos Olímpicos de México 1968, cuando acababan de recibir las medallas por su participación en la carrera de 200 metros. El episodio desarrolla el arco de Phil (Solomon Irama), pero sobre todo es un recuerdo a una realidad que describe el propio John Carlos: "En estos momentos hay más negros encarcelados que los que estaban esclavizados".
En el terreno deportivo, que nuevamente se establece como un reflejo de la sociedad norteamericana, el director ofrece uno de esos alardes técnicos con los que Swagger ha destacado por encima de otras series sobre baloncesto. Confesando que se inspiró en la película 1917 (Sam Mendes, 2019), el partido entre presos y jugadores libres se muestra en un solo plano secuencia que resume en seis minutos la duración completa del encuentro, y es uno de los momentos más espectaculares de la temporada, logrado mediante una steadycam con el cámara utilizando patines. Swagger mantiene el ritmo, aunque a veces se pierde en las discusiones que se desarrollan en el instituto privado en el que se desarrolla la historia en esta ocasión, y quizás no termina de afrontar con nitidez una mirada hacia el baloncesto femenino, representado por Crystal Jarrett (Quvenzhané Wallis). Que el personaje esté siempre ligado al tema de los abusos, el micromachismo y el lado romántico de la historia, sin que haya una atención paralela a su desarrollo como deportista, dice poco en favor de la representación de las jugadoras de baloncesto en una serie que, por otro lado, afronta con mucha más elegancia que Ted Lasso (Apple tv+, 2020-2023) el tema de la homosexualidad en el deporte. Y el último episodio aporta toda la emoción que se podía esperar, aunque se alargue demasiado en la despedida.
El principal elemento de la narración son las investigaciones del periodista Vincent Dekker (Thomas Höppener), el primero que puso en duda las versiones oficiales presentadas a la prensa, y su colaboración con el también periodista Pierre Heijboer (Yorick van Wageningen) a pesar de la rivalidad de trabajar para medios de comunicación diferentes (al final de la serie se menciona que los medios holandeses firmaron en 2002 un acuerdo para garantizar que prevalezca la búsqueda de la verdad frente a los intereses comerciales a la hora de compartir información). El otro vértice del triángulo de protagonistas es Asha Willems (Joy Delima), el único de los tres que es totalmente ficticio, aunque está creado para representar a las víctimas de la tragedia. En una de las escenas de la serie, ella se queja de que las investigaciones de los dos periodistas se centran demasiado en la conspiración olvidando la parte humana de la tragedia. Michael Leendertse (1982, Holanda), fundador del colectivo de guionistas Winchester McFly, responsable del guión de la película El banquero de la resistencia (Joram Lürsen, 2018), muestra como referencias temáticas películas como J.F.K.: Caso abierto (Oliver Stone, 1991) y series como Chernobyl (HBO Max, 2019) para reflejar sus intenciones con una historia que sigue planteando preguntas cuyas respuestas impresas en las conclusiones de la comisión parlamentaria no parecen ser demasiado satisfactorias. El tono de thriller periodístico funciona perfectamente, y la compenetración entre los dos periodistas que interpretan con rotundidad los actores principales, tiene el eco de películas como Todos los hombres del presidente (Alan J. Pakula, 1976) y Spotlight (Tom McCarthy, 2015).
The crash fue un éxito en Holanda cuando se estrenó en septiembre de 2022 en NPO 1, consiguiendo 1,8 millones de espectadores, máxima audiencia en su franja horaria, y el Festival de Cine de los Países Bajos le concedió el Gouden Kalf (Becerro de Oro) a la Mejor Serie del año. Pero también ha recibido críticas por insistir en algunos aspectos que no están del todo claros, como la existencia de unos "hombres de blanco" entre las ruinas del accidente la misma noche que se produjo, algo sobre lo que la comisión de investigación no encontró datos ni testigos que lo corroboraran. En un artículo publicado por De Correspondent se afirmaba: "Es cierto que el gobierno reaccionó demasiado tarde, demasiado lento y con muy poca empatía ante el horrible desastre de Bijlmer y ante los traumas y problemas de salud de los implicados. Que hubo una carga de toxina, un encubrimiento con el Mossad, hombres con trajes blancos que robaron evidencia, cenizas de uranio y una serie de otras historias sospechosas dignas de una película de Hollywood no están probadas; en algunos casos, se ha probado lo contrario. Pero es precisamente en esas teorías en las que se basan en gran medida los creadores de la serie". (De Correspondent, 15/10/2022). Pero al margen de los hechos probados o no, lo más interesante de la propuesta es la forma en que abunda en la desconfianza hacia unas autoridades que no asumieron responsabilidades y un gobierno holandés que nunca fue demasiado claro en la información compartida. De hecho, los documentos gubernamentales en torno al accidente mantienen su confidencialidad hasta 2062.
Una de las series más estimulantes que se estrenaron el otoño pasado en Noruega ha conseguido no solo atraer a los espectadores del canal TV2, convirtiéndola en uno de sus mayores éxitos, sino también a la crítica que la ha considerado como una de las más relevantes de 2022. Kids in crime (TV2, 2023-) está basada en la infancia del guionista y director Kenneth Karlstad (1984, Noruega), y se desarrolla en la localidad de Sarpsborg, donde vivió durante su adolescencia. Se podría considerar como una especie de prolongación de su cortometraje Gutten er sulten (The hunger) (Kenneth Karlstad, 2017), y está concebida como si se tratara de un largometraje de 180 minutos dividido en 8 actos, que muestra la gradual incorporación de Tommy Olsen (Kristian Repshus) al mundo criminal, después de que una lesión le impida seguir desarrollando una prometedora carrera como futbolista. Que el protagonista de la historia adopte el sobrenombre de Tommy Montana, en referencia al personaje de Al Pacino en El precio del poder (Brian De Palma, 1983) y que su mejor amigo se llame Pål Pot (Martin Øvrevik), igual que el dictador camboyano, aportan algunas pistas sobre el sentido paródico que a veces tiene la serie. Pero ese es uno de sus mayores aciertos, junto a la capacidad de aportar una personalidad local muy acentuada pero al mismo tiempo ser reconocible desde una perspectiva más universal.
El ambiente de Noruega en 2001 que se muestra en la serie no es demasiado diferente al que sirvió como trasfondo para Oslo, 31 de agosto (Joachim Trier, 2006), una de las mejores películas sobre el mundo de las adicciones, y en algunos momentos hay referencias muy directas a otros títulos como Spun (Jonas Åkerlund, 2002), un retrato salvaje de las drogas en los Estados Unidos, especialmente al comienzo del episodio Payday 9/11 (T1E5). Pero también son reconocibles en el estilo las influencias de Spike Lee, Guy Ritchie y, obviamente, Trainspotting (Danny Boyle, 1996). Cuando Tommy vuelve a establecer contacto con Pål, un joven amante de la velocidad con evidentes problemas mentales, sus padres piensan que será una buena influencia para él, sobre todo porque sus ataques de violencia verbal han traspasado el límite aceptable. Pero lo que provoca su reencuentro es la búsqueda de dinero fácil a través de un trato bastante estúpido con Freddy (Jakob Oftebro), un traficante local de Rohypnol, una anestesia que circuló como droga barata entre los jóvenes a principios de 2000 y que desde hace unos años se ha utilizado como la droga de "date rape", porque sus efectos anestésicos impiden que la víctima se pueda defender de una agresión sexual. Tommy y Pål se comprometen a vender 3.000 tabletas antes del 11 de septiembre, fecha en la que, mientras se muestra en los televisores el ataque a las torres gemelas en Nueva York, los protagonistas deben pagar a Freddy el dinero total de las ventas.La dirección de Kenneth Karlstad utiliza diferentes formatos que a veces se yuxtaponen en una misma secuencia, como grabaciones en VHS, grandes angulares y objetivos deformados, consiguiendo una enérgica textura cinematográfica que alterna la mirada desenfadada de los protagonistas hacia el mundo de las drogas con la realidad oscura y peligrosa que les rodea. También mezcla la narración de Tommy con la de otros personajes, como al comienzo del episodio Oss og døm (T1Ee) en el que se presenta el personaje de Monica (Lea Myren), la novia de Freddy que huirá robándole parte de su dinero. Kids in crime se siente cómoda en el ritmo frenético, en la mezcla de formatos y en la narrativa a veces caótica para reflejar una parte de la juventud que creció a principios de los años 2000, apoyándose en una cuidada selección musical, ya presente desde el guión, que refleja el estilo de los ravers de la época, predominando la presencia de la banda electrónica noruega Apoptygma Berzek, formada en Sarpsborg en 1989. Pero consigue algunas de sus mejores secuencias en la relación violenta y llena de reproches de Freddy con su padrastro Jimmy (Dennis Storhøi), que mantiene a su madre en un estado continuo de dependencia adictiva. El merecido premio Gullruten al actor Jakob Oftebro, protagonista de series como 1864 (Filmin, 2014) y películas como Traicionados (Eirik Svensson, 2020), refleja la cuidada elaboración de un personaje psicótico con estética neonazi. Puede que Kids in crime no ofrezca nada especialmente novedoso y que resulte algo predecible, pero refleja con suficiente precisión la juventud de una época desde una perspectiva tan personal como universal, y está dotada de una energía y una fuerza de la que muchas series sobre jóvenes carecen.
Pete Davidson es uno de esos personajes cuyo nombre suena pero al que apenas podemos situar en ningún proyecto importante, una proyección que proporcionan los medios de Hollywood incluso para aquellos que han acabado lastrando sus méritos como artista a base de aparecer en la prensa del corazón por sus escándalos y sus amantes famosas. En cierta medida, se podría decir que él representa al novio que ningún padre querría para su hija, lo que ya se reflejó en la película El rey del barrio (Judd Apatow, 2020), una especie de versión cinematográfica basada en su propia experiencia, que intentaba presentarle como un gamberro simpático. En cierta manera, Bupkis (SkyShowtime, 2023) se puede considerar como una continuación de aquella película en un universo paralelo, tan consciente de ello que incluso Edie Falco, que interpreta a su madre, hace una referencia a aquella en Crispytown (T1E4): "Soy la reina de State Island. Marisa Tomei me interpretó en una película". Digamos que El rey del barrio estaba protagonizada por un personaje de ficción, Scott (Pete Davidson), que representaba su etapa anterior a la aparición en Saturday Night Live (NBC, 1975-) que le hizo famoso y en la serie ya se presenta con su nombre y con el nivel de fama que ha adquirido, incluido su séquito de amigos inseparables y tóxicos, que recuerda a la serie Entourage: El séquito (HBO Max, 2004-2011). Cada episodio comienza con una advertencia leída por Stacy Keach en la que se indica que los personajes están basados en la realidad pero han sido alterados para la ficción. Pero la serie aborda los temas que ha venido tratando el propio Pete Davidson en su vida real, con referencias a sus adicciones y sus problemas mentales, especialmente en el episodio Show me the way (T1E8), rodado en blanco y negro, sobre su ingreso en una clínica de desintoxicación.
Al tratarse de una serie que dedica cada episodio a un aspecto diferente de la vida del Pete Davidson de ficción, hay diferencias notables entre ellos, algunos absolutamente locos como Crispytown (T1E4), una especie de versión exagerada de por qué al actor le resulta difícil cumplir con sus compromisos, creando una trama que directamente parodia a la saga Fast & Furious, o el surrealista ISO (T1E6) en el que debe pasar una Navidad en Canadá participando en una superproducción en la que teóricamente comparte escena con Brad Pitt, y acaba metido en una historia de alucinación que al mismo tiempo parece hacer referencia a sus breves apariciones en películas taquilleras como El escuadrón suicida (James Gunn, 2021) o Transformers: El despertar de las bestias (Steven Caple, Jr., 2023). Hay que reconocer a Pete Davidson su gusto por los actores clásicos, lo que permite que en su serie podamos recuperar a Edie Falco como su madre, Joe Pesci como su abuelo o Steve Buscemi como un párroco de su infancia, además de los cameos de personajes interpretándose a sí mismos como Jon Stewart, Al Gore, Ray Romano, John Mulaney o Paul Walter Hauser. Particularmente destacado es el episodio retrospectivo Do as I say, not as I do (T1E2) que muestra su infancia y que establece la relación entre Uncle Tommy (Bobby Canavale) y el joven Pete (Preston Brodrick).
Quizás a Bupkis le falta tener una definición más clara sobre qué es lo que quiere decir, más allá de mostrar algo aproximado a lo que podría ser la vida de Pete Davidson, incluidos sus evidentes referentes de la cultura popular, como Magic moment (T1E1), una de cuyas escenas Peacock en estados Unidos y SkyShowtime en Europa han pedido a los medios de comunicación que no sea mencionada (hay otras escenas que se ha pedido evitar spoilear "para dar a los espectadores suficiente tiempo para experimentar el impacto total de la historia a medida que se desarrolla") pero justamente son el tipo de escenas que podían tener gracia en una película de estudiantes de los años ochenta, pero que no terminan de funcionar en la serie. Pero incluso en sus episodios más fallidos, Bupkis, que ha sido renovada para una segunda temporada, consigue mantener una cierta cohesión, se adentra en algunos temas relevantes y acaba resultando mucho más interesante de lo que puede parecer en el primer episodio.
La segunda temporada de The bear consta de diez episodios en vez de ocho, básicamente porque le sobran dos, que caen en los tópicos que la serie supo evitar en la primera temporada. Porque el aspecto gastronómico no es lo más interesante de la historia, sino que funciona como un trasfondo importante que define a los personajes en su contexto, pero sin que tuviera un protagonismo esencial en la primera temporada. Por el contrario, hay dos episodios en esta segunda temporada que parecen sacados de Chef's table (Netflix, 2015-2019): en Sundae (T1E3), la sous chef Sidney (Ayo Edebiri), que sigue siendo el personaje más básico, por mucho que ahora se introduzca la figura paterna, recorre conocidos restaurantes de Chicago para inspirarse. Lo más interesante es una referencia a los negocios de restauración que han tenido que cerrar debido a la pandemia, lo que dibuja una sombra de incertidumbre sobre la idea de abrir un nuevo restaurante. En Honeydew (T1E4), Marcus (Lionel Boyce) viaja hasta ¿¡Dinamarca!? para aprender repostería con el chef Luca (Will Poulter) y al final acaba aprendiendo a hacer kanelboller (rollos de canela). Es cierto que se trata sobre todo de un tratamiento de desarrollo y crecimiento del personaje, pero lo mejor del episodio, curiosamente dirigido por Ramy Youssef, creador y protagonista de la serie Ramy (MGM+, 2019-) producida también por Christopher Storer, es ese extraño momento en el que recibe un abrazo de un hombre accidentado. Hay otros desarrollos poco convincentes, como la epifanía de Richie (Ebon Moss-Bachrach) en el episodio Forks (T2E7), cuando realiza una semana de formación en un restaurante de lujo ficticio, rodado en realidad en el restaurante Ever, con dos estrellas Michelín, y con una invitada sorpresa que ya es menos sorpresa porque en las fotos de promoción está incluida. Pero los esfuerzos y el arco de personajes como la entrañable Tina (Lisa Colón-Zayas) a lo largo de la temporada siempre nos conquistará.
Quizás lo más decepcionante de la propuesta de Christopher Storer es una cierta autoconsciencia de trascendencia que acaba perjudicando a su propio desarrollo. Por eso, frente a la soltura con la que el plano secuencia de Review (T1E7) lo convirtió en uno de los mejores episodios del año, la construcción del caos en Fishes (T2E6) se siente algo más forzada, especialmente al comienzo de un episodio que dura una hora y que, efectivamente, vuelve a ser uno de los mejores que se han hecho este año. Y sobre todo demuestra que cuando The bear se centra en Carmy y sus traumas familiares, la serie alcanza niveles estratosféricos de calidad. Por eso, resulta innecesario que haya tantas estrellas invitadas en una serie que no las necesita realmente, y que se alimenta mejor con actores solventes como el inmenso Oliver Platt que con caras populares de la televisión y el cine. No es que deje de ser un placer que la reunión navideña de la familia Berzatto esté formada por rostros conocidos, pero se siente como una distracción innecesaria. En todo caso, la dirección de Christopher Storer es de nuevo notable, y Jon Bernthal vuelve a tener su momento de gloria como Michael, pero sobre todo hay un trasfondo de melancolía depresiva que hace entender por qué Carmy tiene la extraña tendencia a autodestruir su propia felicidad, y también contextualiza la personalidad de su hermana Sugar (Abby Elliott), que es el gran personaje de esta segunda temporada. The bear sigue brillando aunque a veces parezca demasiado consciente de su éxito con recursos innecesarios, y el estreno de su segunda temporada en el período de votaciones de los Emmy parece una estrategia bien pensada para beneficiar a las 13 nominaciones que ha conseguido la primera temporada.
______________________________________Películas mencionadas: Aquello que amamos se puede ver en Filmin.Un atardecer en la Toscana se puede ver en Movistar+.1917 se puede ver en HBO Max, Movistar+, Netflix, Prime Video y Tivify.El banquero de la resistencia se puede ver en Netflix.J.F.K.: Caso abierto se puede ver en AMC+, Disney+, Movistar+ y Pluto TV. Todos los hombres del presidente y Trainspotting se pueden ver en Movistar+. Spotlight se puede ver en HBO Max.María Antonieta se puede ver en Movistar+ y Netflix. El precio del poder se puede ver en Filmin, Movistar+, Netflix y SkyShowtime.Oslo, 31 de agosto se puede ver en MUBI.Spun se puede ver en Filmin y Plex.El escuadrón suicida se puede ver en HBO Max y Movistar+.